Google lleva años experimentando con distintas alternativas para la mensajería instantánea y ha lanzado y cerrado docenas de aplicaciones y servicios que nunca han conseguido los ambiciosos objetivos que se proponían desde la multinacional estadounidense.
Su último intento parece centrarse en el uso de la tecnología RCS que según ellos es más segura y abierta que era anticuada tecnología SMS.
Google tiene aquí dos problemas con los que no sabe cómo lidiar.
De un lado el SMS ha caído en desuso y para la mayoría de los usuarios no es más que un método de recibir notificaciones, contraseñas y confirmaciones de pagos por Internet. A casi nadie se le ocurre pensar en el SMS como un medio para chatear porque ese papel lo han asumido las aplicaciones de mensajería con WhatsApp a la cabeza.
De otro lado Google se enfrenta a la aplicación iMessage de Apple que sí que triunfa entre los usuarios de sus teléfonos. Hay que tener en cuenta que la generación más joven, los usuarios de entre 15 y 25 años, se sienten especialmente preocupados por la imagen que transmiten a los demás a través de las marcas de los productos que usan y tener un iPhone es una señal de estatus. Pues bien, el sistema de mensajería iMessage de Apple marca con distinto color los mensajes recibidos desde un teléfono de Android, lo que para estos usuarios jóvenes no es más que una señal de desprestigio y aunque esto le parezca una tontería, es un tercio del mercado estadounidense, por ejemplo.
Ahora mismo Google está llevando una campaña dirigida a convencer a los usuarios de iPhone de que Apple está cercenando su experiencia de usuario al seguir utilizando el protocolo SMS dentro de su sistema de mensajería en vez de unirse al defendido por Google que es más moderno, abierto y seguro. Por supuesto desde Apple no han contestado y se han limitado a arquear una ceja mirando a los apóstoles de Android.