La sonda Parker de la NASA, la Parker Solar Probe, ha completado su décimoseptimo acercamiento al Sol rompiendo su récord de distancia al aproximarse hasta casi siete millones de kilómetros de la superficie solar. En el momento del acercamiento la sonda viajaba a seiscientos treinta y cinco mil doscientos sesenta y seis kilómetros por hora pero eso no le libra del tremendo flujo de calor y radiación que desprende nuestra estrella.
La sonda sigue en buen estado y pese al calentón todos los sistemas siguen funcionando correctamente y ahora mismo está enviando todos los datos recogidos en este encuentro.
El objetivo principal es entender cómo funciona el Sol y, en particular, resolver ciertos misterios sobre la corona solar, esa aura de plasma que rodea al Sol y que es mucho más caliente que la superficie solar. Hablamos de temperaturas que ascienden a millones de grados Celsius en la corona, en comparación con unos meros 5.500 grados Celsius en la superficie. Un verdadero misterio de la ciencia, y si algo nos encanta, es un buen misterio, especialmente uno que podamos intentar resolver con una sonda espacial de alta tecnología.
La sonda tiene unos 685 kilogramos de peso, lo cual no está nada mal para un aparato que tiene que soportar temperaturas extremadamente altas y bajas: por el lado del Sol se achicharra pero en la sombra, se encuentra con el frio absoluto del espacio. Además, cuenta con un escudo térmico hecho de carbono compuesto que puede soportar temperaturas de hasta 1.377 grados Celsius. Por si te lo estabas preguntando, sí, ese escudo es lo suficientemente resistente como para soportar las condiciones extremas cerca del Sol, pero probablemente no sobreviviría un día en el Congreso de los Diputados.
Esta maravilla tecnológica se desplaza a velocidades que se acercan a los 700.000 kilómetros por hora. No está mal para un pedazo de metal y circuitos, ¿verdad? Esa velocidad es necesaria para escapar de la fuerte gravedad del Sol. Imagina intentar huir de un agujero negro, pero en este caso, es una gigantesca bola de fuego.
Ahora, a todo esto, podrías preguntar: «¿Por qué es tan importante estudiar el Sol?» Bueno, aparte de ser la razón por la cual estás aquí y no congelado en un bloque de hielo en el espacio exterior, el Sol tiene un gran impacto en nuestra vida diaria. Las erupciones solares y las eyecciones de masa coronal pueden tener efectos significativos en nuestra tecnología, desde satélites hasta redes eléctricas. Así que sí, hay razones prácticas para gastar todo ese dinero.
Por último, aunque quizás lo más importante, es que la Sonda Parker está ayudando a preparar el escenario para futuras misiones espaciales. Si vamos a viajar hasta Marte, es necesario saber cómo proteger esas naves (y astronautas) del viento solar y la radiación. Así que aunque el costo inicial pueda parecer elevado, las aplicaciones prácticas a largo plazo podrían justificarlo.
Entonces, ¿vale la pena todo el alboroto y la inversión en la Sonda Parker? Bueno, si eres un fanático de la ciencia y de los avances tecnológicos que pueden cambiar la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno, entonces sí, es emocionante. Pero si eres de los que cree que hay problemas más urgentes en la Tierra que necesitan nuestra atención y recursos, entonces podrías considerarlo un derroche, pero luego no te quejes si la radiación solar hace que te salgan burbujas en la piel si consigues que la Yoli te lleve a ti también en su cobete interplanetario.