El radar de apertura sintética, o SAR por sus siglas en inglés (Synthetic Aperture Radar), es un tema que suena a pura tecnología y que la mayoría de la gente relega a la categoría de «cosas que los ingenieros y científicos saben, pero yo no necesito entender». Pero déjame decirte que este aparatejo es algo más que un conjunto de palabras complicadas: es la cámara de seguridad de la Madre Naturaleza, el paparazzi de los satélites y el mejor amigo de los meteorólogos. Eso, sin mencionar su uso en defensa y en la recolección de datos ambientales, donde hay cosas bastante más serias que saber si este sábado podrás irte de barbacoa al campo.
En términos simples, pero no tan simples como para insultar tu inteligencia, un radar de apertura sintética utiliza ondas de radio para generar imágenes de alta resolución de la superficie de la Tierra. Pero no te dejes engañar: no estamos hablando de la calidad de imagen que obtendrías con tu smartphone mientras tratas de tomar un selfie. Hablamos de imágenes que pueden captar detalles de un centímetro desde una plataforma a cientos o miles de kilómetros por hora, como un satélite o un avión.
Para lograrlo, el SAR envía pulsos de radar hacia la superficie terrestre y luego recoge el eco de estas señales. El radar tradicional es un poco como gritar en una cueva y escuchar el eco, pero infinitamente más complejo y, afortunadamente, menos molesto. El tiempo que tarda el eco en regresar al radar da información sobre la distancia al objeto, mientras que la energía y la fase del eco dan pistas sobre las características del objeto. Lo de la apertura sintética viene de que se lanzan y recogen varios pulsos y desde diferentes ángulos, lo que permite «sintetizar» una «apertura» más grande de lo que sería posible con un solo pulso de radar, con lo que se obtiene una imagen más completa y detallada de la zona que estás escaneando, algo así como juntar los fragmentos de un rompecabezas. Como tienes mucha más información de un punto en concreto, es mucho más fácil saber, por ejemplo, el grado de humedad del suelo en esa zona para saber cuánto ha llovido o también se puede saber cuánto ha crecido la vegetación o si en tal o cual cuartel hay más o menos camiones o blindados estacionados.
Ahora, ¿para qué demonios querríamos usar esta maravilla de la tecnología moderna? Bueno, para empezar, es excepcionalmente bueno para observar la Tierra en condiciones donde otros métodos, como los sensores ópticos, se rinden y se van a casa a llorar. El SAR puede ver a través de la oscuridad, las nubes y hasta ciertos tipos de vegetación. Es como el Superman de los radares, si Superman estuviese más interesado en la cartografía que en conquistar a Lois Lane, claro.
Se usa con fines científicos para estudiar cosas como la deforestación, los patrones de los glaciares y otros cambios en la superficie de la Tierra que nos gustaría entender antes de que el mundo decida irse completamente al garete. También es valiosísimo en la predicción de desastres naturales. Imagina poder tener una idea precisa de dónde podría ocurrir un deslizamiento de tierra antes de que suceda.
En el mundo de la defensa y la inteligencia, el SAR se usa para todo, desde la cartografía detallada hasta la vigilancia. ¿Necesitas mantener un ojo en áreas sensibles sin ser detectado? El SAR es tu hombre. O mejor dicho, tu radar. No es de extrañar que las agencias gubernamentales estén tan interesadas en él; da un nuevo significado a la frase «estar en el radar».
El radar de apertura sintética es esa maravilla de la ingeniería que muchos dan por sentado, pero que juega un papel vital en todo, desde la ciencia y la predicción de desastres hasta la defensa y aunque pueda sonar como algo sacado de una película de ciencia ficción, es muy real y está trabajando en este preciso momento para hacer cosas que probablemente ni siquiera sabías que necesitabas. Así que la próxima vez que mires al cielo y no veas nada debido a las nubes, recuerda que hay un SAR ahí arriba que lo ve todo, como un guardián silencioso en el infinito. Y eso, querido amigo, es algo que debería hacer que te sientas un poco más seguro o quizás un poco más vigilado… sí, pero… en este mundo moderno ¿eso no es lo mismo?
Yo creo que lo más complicado que tiene el radar de apertura sintética es el nombre porque lo único que significa es que en vez de tener un radar gordísimo que mida cincuenta metros de diámetro, lo que se tiene es un radar de un metro de diámetro y se toman dos imágenes a cincuenta metros de distancia cada una de la otra.
Después con esas imágenes que ha captado el radar se hace una imagen nueva, lo que en química se llama sintetizar, que es lo que le da nombre al dichoso aparato.
Igual los técnicos en la materia deberían haberse parado un rato a pensar y buscar la palabra en español que sirviera mejor para explicar lo que hace este aparato porque «sintetizar» sonará muy bien en inglés pero aquí suena a fabricar drogas. 😀