Acabo de ver un vídeo corto, un short como se llaman ahora, en el que se recreaban en la leyenda urbana de las macetas de Wright y me ha parecido un tema interesante para buscar un poco de información y usar Internet para lo que debería servir.
Cuando digo eso de «para lo que debería servir» me refiero a que cuando apareció Internet a los que lo vimos llegar nos pareció una oportunidad enorme para la difusión del conocimiento y una puerta inmediata a cantidades de información inimaginables hasta entonces. Treinta años después hemos visto que la mayor parte del contenido que circula es de muy baja calidad y que el bulo, el rumor o las leyendas urbanas han acabado teniendo más peso que el relato basado en hechos verificables y el conocimiento útil. No obstante, estar en uno u otro lado de la barrera no solo depende del medio, ya que Internet es tan grande cuantos actores hay y por eso también corresponde a los usuarios decidir si quieren estar en el lado telecinquero de Internet o si prefieren usarlo para entretenerse e informarse con cierto nivel. Si tú has sido capaz de leer hasta aquí es porque perteneces a una élite selecta, no más de un cinco por ciento de los usuarios de Internet, que disfrutan usando Internet para lo que en un principio se creó: para la difusión del conocimiento.
En este caso te voy a contar una historieta muy interesante sobre una de esas leyendas urbanas que se han propagado gracias a Internet, pero que también gracias a Internet esa minoría selecta de la que te hablaba antes podemos saber que es más falsa que una moneda de tres euros. Cuando en los ochenta alguien soltaba una trola que tenía algún punto creíble pero que todos sabíamos que era falsa, no nos quedaba más remedio que retroceder porque tampoco podíamos afirmar con certeza que nos estuviesen engañando. Hoy día tenemos al alcance todas las herramientas que queramos para desmontar esas leyendas urbanas y solo hay que tener un poquito de voluntad para encontrar dónde está el fallo.
El bulo de las macetas de Wright dice que en una de las viviendas construidas por el famoso arquitecto una propietaria se hartó de aquellas colosales macetas que solía colocar encima de algunos muros y sorprendentemente el tabique se le vino abajo. Vayamos por partes.
¿Quién era Wright?
Frank Lloyd Wright, nacido el 8 de junio de 1867 en Richland Center, Wisconsin, es uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX. Su vida y carrera abarcan un período de cambio radical en la arquitectura, y sus obras reflejan una evolución única y visionaria en el diseño de edificios.
Wright creció en un ambiente rural, donde desarrolló un amor temprano por la naturaleza, un tema que se reflejaría en gran parte de su trabajo posterior. Su educación formal fue variada y ecléctica; asistió a la Universidad de Wisconsin-Madison, pero nunca obtuvo un grado formal. En 1887, se mudó a Chicago y empezó a trabajar para el arquitecto Joseph Lyman Silsbee, donde conoció a Louis Sullivan, conocido como el «padre de los rascacielos». Sullivan tuvo una gran influencia en Wright, que adoptó su mantra: «La forma sigue a la función».
El estilo distintivo de Wright empezó a manifestarse en sus «casas de la pradera», diseñadas a principios del siglo XX. Estas casas, incluyendo la famosa Casa Robie en Chicago (1909), se caracterizan por sus líneas horizontales, techos planos, y la integración con el entorno natural. El diseño revolucionario de la Casa Robie es considerado un punto de inflexión en la arquitectura moderna.
En 1935, Wright comenzó a trabajar en lo que sería una de sus obras maestras: la Casa de la Cascada (Fallingwater) en Pennsylvania. Esta casa se extiende sobre una cascada natural, combinando elementos de diseño orgánico con innovaciones estructurales. La Casa de la Cascada es un ejemplo supremo de cómo Wright incorporó el entorno natural en su arquitectura, creando una armonía entre el edificio y su entorno.
A lo largo de su vida, Wright fue un defensor incansable de una arquitectura que fuera distintivamente americana. Desarrolló el concepto de «Usonia», una visión para los Estados Unidos que incluía el diseño de viviendas asequibles y en armonía con el entorno. Sus «Casas Usonianas» fueron diseñadas para ser económicas y funcionales, utilizando materiales locales y técnicas de construcción innovadoras.
Además de esa contribución fundamental, siendo un arquitecto con una enorme reputación profesional, también le encargaron obras monumentales como el Museo Guggenheim en Nueva York, terminado en 1959. Su diseño es radicalmente diferente de los museos tradicionales; es un edificio espiral que permite a los visitantes experimentar el arte de manera continua sin necesidad de retroceder. El Guggenheim no solo desafió las convenciones arquitectónicas de la época, sino que también transformó la experiencia de ver arte.
A pesar de su éxito profesional, la vida personal de Wright estuvo marcada por la tragedia y el escándalo. Sufrió la pérdida de su amante, Mamah Cheney, en un incendio y asesinato en Taliesin en 1914, un evento que conmocionó al público y a la prensa. Además, sus relaciones personales y su estilo de vida extravagante a menudo eclipsaban su trabajo en los medios de comunicación.
Frank Lloyd Wright falleció el 9 de abril de 1959 a la edad de 91 años. Su legado continúa siendo una fuente de inspiración y estudio en el campo de la arquitectura. Wright no solo cambió la forma en que se diseñan los edificios, sino también cómo la gente los experimenta y se relaciona con ellos. Su insistencia en una arquitectura que respetara y complementara su entorno natural dejaron una huella indeleble en el mundo del diseño y la construcción.
¿Pero qué le hace tan especial?
Escuchando las ordinarieces que dicen las letras de reguetón de hoy día (que, por supuesto, encantan a su ordinaria audiencia) nos puede parecer que las insinuaciones de los Beatles en I wan to hold your hand o la mínima reivindicación política de Chuck Berry en Brown eyed handsome man son casi infantiles. Sin embargo, en su momento ambas canciones supusieron una ruptura con lo que hasta ese momento la sociedad estaba preparada para escuchar en los mass media y fueron recibidas, cuando menos, con un directo rechazo por la opinión pública mayoritaria de la época.
Exactamente igual ocurre hoy día con la arquitectura de Lloyd. Lo que hoy vemos como normal y no nos llama la atención porque está repetido y superado hasta la saturación, en los primeros años del Siglo XX supuso una verdadera revolución en la arquitectura.
Sus propuestas arquitectónicas principales fueron:
Usonía: Al contrario que la mayoría de grandes arquitectos, que sólo piensan en obras monumentales que les sobrevivan a través de los siglos, Wright acuñó el término «Usonia» para describir su visión de una arquitectura y un urbanismo norteamericanos distintos. Las «Casas Usonianas» eran viviendas relativamente modestas, eficientes y asequibles, diseñadas para la clase media (en realidad, media-alta), con un énfasis en la simplicidad y la funcionalidad y le preocupaba el asunto del coste. Como ves, en las antípodas de los arquitectos-estrella que sólo piensan en puentes-espectáculo, aeropuertos y megamuseos que siempre tienen un sobrecoste tan monumental como la propia obra. (Pero tampoco hay que pensar que hacía pisos de sesenta metros; vistos desde la mentalidad española, todo lo que hace son casoplones para gente de posibles).
Arquitectura orgánica: Wright acuñó el término «arquitectura orgánica», promoviendo la idea de que un edificio debería desarrollarse de manera integrada con su entorno, reflejando las características naturales y el contexto del sitio. Esta filosofía guió muchos de sus proyectos, asegurando que cada obra fuera única y armónica con su ubicación. Wright desarrolló el estilo de la «Casa de la Pradera», caracterizado por líneas horizontales, techos bajos y aleros extendidos, y espacios abiertos y fluidos. Este estilo rompió con las tradiciones arquitectónicas de la época y enfatizó una conexión más fuerte entre el interior y el exterior de la vivienda.
Uso innovador del espacio interior: En lugar de seguir el modelo tradicional de habitaciones separadas y definidas, Wright optó por espacios abiertos y fluidos. Esto permitió una mayor flexibilidad y una sensación de amplitud, redefiniendo la experiencia del espacio interior en la arquitectura residencial. Wright no solo diseñaba edificios, sino también los elementos interiores, incluyendo muebles y decoraciones. Esta integración aseguraba que cada aspecto del espacio interior complementara y reforzara el diseño arquitectónico general.
Uso innovador de materiales: Wright experimentó con una variedad de materiales, tanto tradicionales como nuevos, a menudo utilizando técnicas innovadoras. Por ejemplo, utilizó bloques de hormigón texturizados en la Casa Millard y en la Casa Ennis, demostrando cómo los materiales de construcción podrían ser tanto estructurales como decorativos. Wright no tenía miedo de probar nuevas técnicas de construcción. Por ejemplo, en la Casa de la Cascada utilizó forjados de hormigón armado para crear unos voladizos casi dramáticos, algo inusual en la arquitectura residencial de la época.
Y ahora vamos con las macetas
En su afán por conjugar arquitectura y decoración Wright añadía frecuentemente a sus diseños unos enormes maceteros hechos con el mismo material, normalmente hormigón, con el que estaba construido el edificio. Puedes ver un par de esos maceteros en la imagen que encabeza este artículo y corresponden a una de las primeras obras de Wright, en 1909, conocida como la Casa Robie en Chicago.
En las escuelas de arquitectura se elaboraron innumerables teorías sobre la función de estos maceteros y se llegó a afirmar que tenía una finalidad estructural similar a la de los pináculos de las catedrales góticas, dándole a la arquitectura del americano una raíz histórica europea de la que carecía totalmente.
Cómo sabes en estos edificios medievales se planteaba un problema de estabilidad al ser mucho más altos que anchos para lo que los arquitectos medievales encontraron la solución de los contrafuertes, unas columnas exteriores qué soportaban parte del empuje de las bóvedas mediante los arbotantes. Si la fuerza que podía oponer el contrafuerte no era suficiente, existía una solución consistente en colocar masa por encima del punto de apoyo del arbotante de manera que el empuje vertical del pináculo ayudase a contrarrestar el empuje horizontal provocado por la bóveda. Como esta parrafada es absolutamente infumable, te pongo abajo un dibujo donde se explica el funcionamiento de este sistema y se entiende perfectamente que algunos arquitectos pensaran que Wright utilizaba los maceteros a modo de de pináculos.
La leyenda urbana dice que una señora propietaria de uno de los edificios diseñados por Wright se hartó de los enormes maceteros y decidió eliminarlos tras lo cual, el muro en el que estaban apoyados colapsó por la pérdida del empuje adicional que proporcionaban. Es una historia elegante y que está reservada para los iniciados en la arquitectura; el vulgo sólo puede aceptar la historia sin discutirla porque inmediatamente quedaría en evidencia tu falta de conocimientos arquitectónicos… y nadie quiere parecer ignorante.
Esta leyenda urbana, de ser cierta, lógicamente llenaría de lágrimas emocionadas los ojos de los arquitectos que verían, por fin, que todo el empeño que ponen en diseñar sus edificios está por encima de lo que la masa vulgar de usuarios es capaz de entender. Por supuesto, es una trola que corre como el fuego sobre la pólvora en las escuelas de arquitectura y que en los años ochenta la mayoría nos habríamos tenido que tragar, aceptando la superioridad de los arquitectos sobre el resto de la raza humana.
Pero estamos en 2023 y tenemos Internet. Basta con hacer una búsqueda para ver que no existe ni una sola referencia al suceso y que todos los que lo cuentan empiezan diciendo «A mí me han dicho…» o «Yo no sé si será verdad, pero…», señal inequívoca de que sólo están dejando la trola correr.
Ahora tú perteneces al 1% que podrá esbozar una media sonrisa cuando veas que alguien te habla sobre los famosos maceteros. Para esto sirve Internet. 😀