El test estático de anteayer sábado del Super Heavy de SpaceX, en el cual se encendieron simultáneamente los 33 motores Raptor, ha marcado un momento trascendental no solo para la empresa dirigida por Elon Musk, sino para la exploración espacial en su conjunto. Este acontecimiento, llevado a cabo en las instalaciones de Starbase en Boca Chica, Texas, sin la nave Starship montada encima, nos acerca a una nueva era donde los vuelos a la Luna, Marte y potencialmente más allá, podrían convertirse en una realidad tangible y no solo el argumento de una obra de ciencia ficción.
Esta prueba, que precede al cuarto vuelo de la nave, pone de manifiesto el empeño de SpaceX en superar los, siendo moderado, desafíos técnicos que han caracterizado los vuelos de prueba anteriores de Starship aunque también se le podía llamar «accidentados vuelos», misiones fallidas» o «estrepitosos fracasos». Recordemos que el primer vuelo de prueba, aunque breve, sirvió para identificar áreas de mejora. El segundo vuelo logró la separación de etapas pero también encontró dificultades. Sin embargo, el tercer vuelo, celebrado en marzo, ha sido hasta ahora el más exitoso, cumpliendo con muchos de los objetivos de la misión. Hay que racalcar, no obstante, que todos ellos han terminado con la destrucción del cohete y eso no es precisamente tranquilizador para una misión orientada a transportar tripulaciones humanas. Ahora, con la mirada puesta en el cuarto vuelo programado para mayo, sujeto a la aprobación de la FAA, y planes para intentar el aterrizaje del primer escenario del Super Heavy en Starbase, SpaceX está allanando el camino hacia la reutilización de cohetes a una escala nunca antes vista. Ya no son los cohetitos que lanzan los satélites de Starlink, estamos hablando del cohete espacial más poderoso producido nunca por la Humanidad.
Static fire of the Flight 4 Super Heavy booster pic.twitter.com/6KMgvKSmSK
— SpaceX (@SpaceX) April 6, 2024
El objetivo a largo plazo es claro y ambicioso: preparar una versión modificada de Starship para aterrizar alunizar a los astronautas de la NASA en la Luna para la misión Artemis III, prevista para septiembre de 2026 y después llevar a los primeros humanos a Marte. Esto no solo subraya la importancia de la reutilización en los sistemas de exploración espacial para hacerla económicamente viable, sino que también destaca el audaz compromiso de SpaceX con la innovación.
Musk ha expresado su deseo de aumentar la frecuencia de las pruebas de Starship, lo que refleja una estrategia enfocada no solo en la mejora incremental sino en la redefinición de lo que hasta ahora era la práctica habitual en la ingeniería aerospacial. La visión es llevar a cabo misiones interplanetarias, abriendo el sistema solar a la exploración humana de manera más amplia. Con 17 millones de libras de empuje en el lanzamiento, Starship no solo es el cohete más poderoso jamás construido, sino también un testimonio de lo que la determinación y el ingenio pueden lograr.
En este contexto, la reutilización de cohetes, una vez vista como un objetivo lejano, se está convirtiendo en una realidad práctica. La posibilidad de aterrizar y reutilizar el Super Heavy y Starship podría revolucionar la economía de los vuelos espaciales, reduciendo significativamente los costos y aumentando la frecuencia de las misiones. Este avance no solo beneficia los esfuerzos de exploración espacial, sino que también tiene el potencial de impactar otras áreas, como el despliegue de satélites y, posiblemente, el turismo espacial.
Por supuesto, los desafíos no son insignificantes. Cada vuelo de prueba, cada aterrizaje intentado y cada revisión de diseño nos acercan un paso más a la realización de estos ambiciosos objetivos. Sin embargo, la trayectoria de SpaceX hasta ahora sugiere que la combinación de visión audaz, innovación continua y aprendizaje iterativo puede superar estos obstáculos.
La era de la exploración espacial que se avecina promete no solo expandir nuestros conocimientos científicos y técnicos, sino también cuestionar nuestras percepciones sobre lo que es posible. En un momento en que el futuro del espacio parece más emocionante que nunca, el Super Heavy de SpaceX se erige no solo como un hito técnico, sino como un faro de aspiraciones humanas, señalando hacia un futuro donde los límites del espacio son continuamente redefinidos.
Y un detalle más, la diferencia entre Estados Unidos y los otros países qué dicen aspirar a con liderar el mundo se puede comprobar en qué uso le da cada una de esas potencias a los cohetes que fabrica. Mientras Estados Unidos se vuelca en la exploración espacial y en ampliar los límites del mundo conocido para la Humanidad, los otros rivales se dedican a fabricar más y mejores misiles capaces de asegurar la destrucción de la vida en la Tierra.
Hay diferencias.
