A los ingenieros de Google les pudo eso que se llama optimismo patológico y que consiste en tener una visión de la realidad tan positiva que ignora totalmente el lado negativo hasta el punto de que seguirla acaba provocando más daño qué beneficio. Cuando decidieron apostar por el protocolo RCS, seguramente pensaron que sería maravilloso un sistema parecido al SMS en el que cualquiera se pudiera comunicar con cualquiera GRATIS sin necesidad de instalar ninguna aplicación adicional y sólo con saber su número de teléfono.
Esto, en realidad sí que tiene truco porque lo que te está pidiendo Google es que te instales su aplicación de mensajes con el protocolo RCS para controlar el nuevo tipo de mensajes y los SMS tradicionales. Pero sobre todo, Google te suplica que desinstales Whatsapp, Telegram o cualquier otra aplicación de mensajería y te pases a su ecosistema de aplicaciones. Lo van a tener crudo.
Si quieres saber si tu teléfono Android tiene o no activado el protocolo RCS en la aplicación de mensajes, dentro de la misma pulsa en el icono de tu perfil arriba a la derecha y bastante abajo encontrarás un enlace hacia Ajustes de mensajes. Ahí entra en general y después en Chat RCS para comprobar si tienes activada la opción Activar chat RCS, que yo la tengo desactivada, por supuesto.
Por supuesto los spammers, que son más listos que el hambre, vieron el cielo abierto y ya me imagino yo que los más astutos estarían agazapados en los foros de desarrolladores donde se iban comentando los avances del programa para lanzar su basura en cuanto el sistema estuviese operativo.
Google ya hace mucho tiempo qué puso a disposición de los usuarios el sistema RCS incluso en alguna versión de Android lo intentaba imponer sobre el protocolo SMS diciendo de mentirijillas que solo era una nueva versión de mensajes de Google con algunas mejoras. Yo recuerdo rechazar cienes y cienes de veces la oferta de Google para cambiar al nuevo sistema de mensajes porque algo me decía en la nariz que el sistema de toda la vida tenía muchas ventajas pero sobre todo una principal: como cada mensaje enviado cuesta dinero, aunque sea un par de céntimos, no es rentable enviar spam (sí es rentable si lo que se envía son señuelos para perpetrar estafas, pero eso ya es otra historia). De hecho es la única aplicación a la que le permito alertas en mi teléfono móvil porque sé que cada SMS que recibo trae un mensaje que casi siempre debería leer.
Con la llegada del RCS (Rich Communication Services), se nos prometía un oasis en el desierto de la mensajería móvil; una evolución que dejaría atrás al vetusto SMS para abrazar una era de mensajes enriquecidos con imágenes, videos y todo tipo de multimedia, una especie de WhatsApp pero sin necesidad de instalar aplicaciones adicionales.
Y además, era gratis.
Pero como dije al principio los ingenieros de Google fueron víctimas de un optimismo patológico y no fueron capaces de ver que si el sistema era gratis como el email, por ejemplo, sería abusado por los spammers hasta hacerlo reventar. De hecho en la India tuvieron que cerrar el servicio porque los usuarios recibían toneladas de spam en sus teléfonos.
Ahora Google dice haber trabajando a contrarreloj para lidiar con este viejo enemigo que ha encontrado un nuevo campo de batalla en el RCS. La estrategia de Google, en un intento por proteger a los usuarios de Google Messages del spam, es tan simple que casi raya en lo cómico: un diálogo de confirmación. Sí, esa ventana emergente que te pregunta si realmente quieres hacer lo que estabas a punto de hacer, como si de repente hubieras olvidado clicar en el enlace.
Este sistema de confirmación, descubierto en las profundidades de una versión beta de Google Messages, parece ser la última línea de defensa contra los malhechores digitales que buscan colarse en nuestras conversaciones. La idea es que, al recibir un mensaje de un número que no está en nuestra libreta de contactos confirmemos si queremos arriesgarnos a abrir el portal hacia lo desconocido. Es una solución que suena a esa clase de consejos que te daría tu abuela: «Si no conoces al remitente, mejor no toques nada».
Lo interesante de este enfoque es que solo se activa cuando el enlace proviene de un desconocido, permitiendo que la comunicación fluya sin obstáculos entre familiares y amigos que ya están añadidos en la lista de contactos del dispositivo. Además, esta medida no se limita al RCS, sino que también se extiende a los buenos y viejos SMS, abarcando así todo el espectro de la mensajería tradicional.
Sin embargo, no puedo evitar pensar que esta solución es más un parche que una verdadera cura. En un mundo ideal, el spam no debería ser un problema. Pero claro, vivimos en un mundo donde aún debemos recordar a la gente que no debe hacer clic en enlaces sospechosos y parece que Google ha decidido adoptar una estrategia provisional que ahora obligará a los usuarios a elegir entre el sí y el no docenas de veces al día, moviendo un poco el problema de forma provisional pero sin haber encontrado una solución.
Mientras Google continúa afinando esta característica, esperando que la integración sea lo suficientemente inteligente como para no convertirse en una nueva molestia en nuestras ya abarrotadas rutinas digitales, uno no puede evitar preguntarse: ¿es esta realmente la mejor solución que podemos esperar? En un escenario ideal, la lucha contra el spam debería librarse en los servidores y no en los dedos temblorosos de los usuarios que dudan si abrir o no un enlace.
No obstante, reconozcamos el esfuerzo de Google por mantener a raya a los spammers, aunque sea mediante métodos que nos recuerdan a los primeros días de la Internet. Quizás, en un futuro no muy lejano, miraremos hacia atrás y nos reiremos de cómo una simple ventana emergente era todo lo que se interponía entre nosotros y el caos del spam. O tal vez, solo tal vez, estaremos demasiado ocupados lidiando con alguna nueva forma de comunicación digital, preguntándonos cómo algo tan avanzado puede seguir siendo tan susceptible a los mismos viejos problemas.