La temida bandeja de spam es uno de los mayores obstáculos a los que se enfrenta cualquier campaña de email marketing. No importa cuán bien diseñado esté un correo, ni lo relevante que sea su contenido, si acaba en la carpeta de spam, todo el esfuerzo se desperdicia. Para las empresas en España, donde las normativas de protección de datos y el creciente escepticismo de los usuarios hacia el marketing digital han elevado el nivel de exigencia, evitar que los correos electrónicos sean marcados como spam es una prioridad absoluta. El reto está en equilibrar el cumplimiento de las normativas, el uso de prácticas correctas y la creación de mensajes que no sean percibidos como molestos o intrusivos.
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El primer y más importante paso para evitar que los correos caigan en la bandeja de spam es asegurarse de que los suscriptores han dado su consentimiento explícito para recibir los correos. Esto se deriva del RGPD (Reglamento General de Protección de Datos), que exige que las empresas obtengan un consentimiento claro y verificable de los usuarios antes de enviarles cualquier comunicación de marketing. Este consentimiento no solo protege a la empresa de posibles sanciones, sino que también garantiza que los correos se envían a personas que realmente han mostrado interés en recibirlos. El uso de bases de datos compradas o el envío de correos a usuarios que no han dado su consentimiento es una de las causas más comunes de que los correos sean marcados como spam, ya que los proveedores de servicios de correo (ESP) priorizan la relevancia del contenido para los destinatarios.
Otra medida fundamental es configurar correctamente el dominio de envío y la autenticación de los correos electrónicos. Herramientas como SPF (Sender Policy Framework), DKIM (DomainKeys Identified Mail) y DMARC (Domain-based Message Authentication, Reporting & Conformance) son protocolos que permiten a los servidores de correo verificar que el mensaje ha sido enviado desde una fuente legítima. Si estos protocolos no están configurados correctamente, los servidores de correo pueden marcar los mensajes como sospechosos o directamente enviarlos a la bandeja de spam. Asegurarse de que el dominio del remitente está autenticado no solo ayuda a mejorar la entregabilidad de los correos, sino que también protege la reputación del dominio de la empresa frente a posibles ataques de phishing o suplantación de identidad.
La calidad de la lista de suscriptores también juega un papel crucial. Mantener una lista actualizada y limpia es esencial para evitar que los correos sean marcados como spam. Los rebotes duros, es decir, los correos enviados a direcciones de correo electrónico que no existen o que son incorrectas, pueden perjudicar seriamente la reputación del remitente. Cuantos más rebotes acumule una campaña, más probable es que los futuros correos sean enviados a spam. Es por eso que se recomienda realizar una limpieza regular de la lista de correos, eliminando aquellos suscriptores inactivos o direcciones que han rebotado en varias ocasiones. Además, herramientas de verificación de correos electrónicos pueden ayudar a validar las direcciones antes de enviar cualquier comunicación.
Otra razón común por la que los correos acaban en spam es el uso excesivo de palabras promocionales o términos que los filtros de spam consideran sospechosos. Términos como «Gratis», «Oferta exclusiva», «Haz clic aquí», «Compra ahora» o «Promoción» son algunas de las palabras que pueden activar los filtros de spam. Si bien no es necesario evitarlas por completo, es importante usarlas con moderación y en contextos que no parezcan manipulativos o excesivamente comerciales. Además, el uso de signos de exclamación, mayúsculas excesivas o símbolos como «$$$» puede hacer que los correos sean percibidos como spam. Los filtros de correo son cada vez más sofisticados y detectan tanto el contenido del correo como el tono del mensaje. Mantener un lenguaje natural y no abusar de técnicas promocionales agresivas es clave para evitar la bandeja de spam.
El formato del correo también puede influir en su entregabilidad. Los correos que contienen una alta proporción de imágenes en comparación con el texto suelen ser considerados como menos confiables por los filtros de spam. Además, algunos correos que solo contienen una imagen única o muy poco texto pueden ser etiquetados como spam. Es recomendable siempre incluir una buena proporción entre texto e imágenes y asegurarse de que el correo ofrece suficiente información en formato de texto para que los servidores de correo puedan analizar el contenido. Asimismo, las imágenes deben estar correctamente etiquetadas con texto alternativo (alt text) para que los destinatarios que no tienen las imágenes habilitadas puedan entender de qué trata el correo.
El uso adecuado de enlaces dentro del correo también es crucial. Los filtros de spam son muy sensibles a los enlaces acortados o a aquellos que parecen sospechosos. En lugar de utilizar acortadores de URL, es preferible utilizar enlaces completos que dirijan a páginas web de confianza. Además, es importante asegurarse de que todos los enlaces funcionan correctamente y no llevan a páginas rotas o inseguras. Los enlaces rotos no solo ofrecen una mala experiencia al usuario, sino que también pueden activar filtros de spam, afectando la entregabilidad de futuras campañas.
Uno de los factores que más impactan en la entregabilidad de los correos es la reputación del remitente. Esta reputación se construye con el tiempo y depende de múltiples factores, como la tasa de apertura de los correos, el número de bajas de suscriptores y el número de veces que los correos son marcados como spam. Mantener una buena reputación requiere un enfoque constante en la calidad de las campañas y en el respeto a los usuarios. Si muchos destinatarios marcan los correos de una empresa como spam, esto afecta negativamente a la reputación del remitente y los futuros correos tendrán más probabilidades de ser enviados a la bandeja de no deseados. Por eso, es esencial ofrecer a los suscriptores la posibilidad de darse de baja fácilmente y sin complicaciones. Aunque puede parecer contraproducente facilitar las bajas, lo cierto es que tener suscriptores inactivos o desinteresados puede perjudicar más que beneficiar.
Otro aspecto que afecta a la entregabilidad es la frecuencia con la que se envían los correos. Enviar demasiados correos en un corto período de tiempo puede hacer que los destinatarios se sientan abrumados y terminen marcando los mensajes como spam. Por otro lado, si se envían correos con poca frecuencia, los usuarios pueden olvidarse de la marca y también ignorar los correos. Encontrar un equilibrio adecuado es fundamental, y para ello es importante analizar los hábitos de apertura e interacción de los suscriptores. Algunos usuarios prefieren recibir correos semanales, mientras que otros pueden estar más receptivos a comunicaciones mensuales. Adaptar la frecuencia a las preferencias de la audiencia es una forma eficaz de mantener el engagement sin parecer intrusivo.
Una técnica eficaz para evitar caer en la bandeja de spam es utilizar el doble opt-in. Este proceso implica que, después de que un usuario se suscriba a la lista de correos, recibe un mensaje de confirmación en el que debe hacer clic para validar su suscripción. Este paso adicional no solo asegura que el suscriptor realmente desea recibir correos, sino que también reduce el riesgo de tener direcciones de correo incorrectas o falsas en la lista, lo que mejora la calidad general de la base de datos y reduce las probabilidades de rebotes y quejas de spam.
Finalmente, monitorizar los informes y análisis de las campañas de email marketing es clave para identificar posibles problemas antes de que se agraven. Herramientas de análisis como las ofrecidas por los ESP permiten revisar métricas clave, como la tasa de apertura, la tasa de clics y la tasa de spam. Si se detecta un aumento en las quejas de spam, es necesario revisar rápidamente el contenido de los correos, la frecuencia de envío y la segmentación de la audiencia para identificar qué puede estar causando el problema.