La astrología es una de las prácticas más antiguas de la humanidad, y su origen se entrelaza profundamente con los primeros intentos de comprender el universo y de conectar el destino de los hombres con el movimiento de los astros. Las primeras culturas veían el cielo nocturno como un reflejo de las fuerzas divinas y del orden cósmico, y a partir de esta observación surgió la creencia de que el destino de los seres humanos estaba influido por las posiciones y trayectorias de los cuerpos celestes. Los dioses, encarnados en el Sol, la Luna y los planetas visibles, se manifestaban en el cielo a través de fenómenos astronómicos que los pueblos antiguos buscaban descifrar.
Volver a La Conquista del cosmos
- Orígenes de la astronomía: las primeras civilizaciones y el cielo
- Explicación del origen de la astrología: dioses, constelaciones y destino
- Observatorios antiguos: de Stonehenge a las pirámides de Egipto
- Astronomía en el mundo antiguo: Grecia y el nacimiento de la ciencia
- La revolución copernicana: de la Tierra al centro del universo
- Galileo y sus descubrimientos: telescopios, planetas y controversias
Para entender por qué nace la astrología es necesario partir de la base de que el tiempo lineal es un concepto relativamente moderno. Para nosotros en el siglo XXI todo en la vida empieza y termina, desde la visión religiosa de la creación del mundo y el juicio final, hasta la visión científica del Big Bang y la muerte fría del universo; para nosotros la vida va del nacimiento a la muerte. Sin embargo cuando el ser humano comienza a organizarse en en tribus y aparecen los primeros clanes lo que intuitivamente se puede percibir y compartir con los iguales es que todo en la vida es circular y se repite mágicamente: cada cierto tiempo hace frío y hace calor, cada cierto tiempo los pájaros van o vienen, cada cierto tiempo los árboles dan frutos y, coincidiendo con eso, cada cierto tiempo el Sol está más alto o más bajo y las estrellas en el cielo nocturno tienen una determinada posición. Así, sin saber lo que es un año ni mucho menos un calendario, es bastante intuitivo pensar que la posición de las estrellas está relacionada con lo que sucede a ras de suelo y los chamanes se apropian de ese conocimiento y se convierten en los primeros astrólogos.
En un mundo lleno de incertidumbre, estos primeros astrólogos, que a menudo ocupaban roles de magos o sacerdotes, desempeñaban una función crucial: predecir, a través del estudio de las estrellas, eventos que afectaban la vida humana, como guerras, enfermedades y desastres naturales. Estas figuras eran los guardianes del conocimiento celestial, encargados de interpretar las señales que los dioses dejaban en el firmamento. La astrología, en sus orígenes, no era una simple superstición ni una moda, sino una herramienta que ofrecía a las primeras civilizaciones una aparente comprensión de la voluntad divina y del orden natural del universo, empezando por cuándo iba a llegar la primavera, las lluvias, el calor, las frutas a los árboles o cuándo iba a volver el frio invernal.
Hacerle caso a estos sacerdotes era fundamental para la supervivencia de las primeras poblaciones ya que, sin contar con sus conocimientos, podrían confundir una ola de calor en febrero con la llegada de la primavera y perecer todos por gastar las provisiones sobrantes y quedarse sin comida cuando el frio vuelve en marzo.
Pero además, si el día que empezó una guerra, había una constelación dominante y andaba por allí una de las cinco estrellas errantes (en griego antiguo πλανήτης, planḗtēs significa estrella errante), era fácil presumir que la próxima vez que esa constelación estuviese en el cielo y la estrella errante se le acercase, ocurriría otra batalla.
Por supuesto, si el año que nació el rey hubo un eclipse, el astrólogo se apresuraba a prever que para el próximo eclipse debería producirse un nuevo nacimiento real.
Y eso (y así de fiable) es el horóscopo.
Mesopotamia: la cuna de la astrología
La civilización mesopotámica, especialmente en Babilonia, fue la pionera en desarrollar la astrología como sistema. Para los babilonios, cada uno de los planetas visibles representaba una deidad, y su movimiento se interpretaba como un reflejo de sus acciones y deseos. Venus, por ejemplo, era la manifestación de Ishtar, diosa del amor y la guerra, mientras que Marte simbolizaba a Nergal, deidad de la destrucción y la muerte. El sistema babilónico de interpretación astral se basaba en la observación sistemática del cielo, y los astrónomos-astrólogos registraban los movimientos de los planetas en tablillas de arcilla. Los babilonios eran capaces de prever eclipses y otros fenómenos astronómicos, y utilizaban estas predicciones para anticipar cambios importantes en sus comunidades.
A medida que su sistema se perfeccionaba, los babilonios desarrollaron un calendario astrológico que vinculaba cada día y cada estación con las posiciones de los planetas. La influencia de la astrología babilónica fue tan profunda que se extendió más allá de Mesopotamia, llegando a culturas tan distantes como la egipcia y la griega. El calendario babilónico incluía profecías para cada día y cada signo zodiacal, basándose en la posición de la Luna y los planetas respecto a las constelaciones. Estos registros, algunos de los cuales han sobrevivido hasta nuestros días, muestran cómo la astrología se utilizaba no solo para prever el futuro, sino también para organizar la vida política y religiosa de Babilonia.
Egipto: dioses y destino en el cielo
La astrología en Egipto estaba profundamente ligada a la religión, y los astros se consideraban manifestaciones de los dioses en el cielo. La observación del ciclo de la estrella Sirio (a la que llamaban Sothis) fue fundamental para el desarrollo de la astrología egipcia, ya que su reaparición anual coincidía con la inundación del Nilo, un evento crucial para la agricultura. Sirio estaba asociada a Isis, diosa de la maternidad y la magia, y su aparición en el horizonte antes del amanecer se consideraba un augurio de fertilidad y prosperidad.
Los egipcios veían el viaje del Sol como la travesía diaria del dios Ra a través del cielo, y creían que su descenso en el horizonte marcaba su entrada en el mundo subterráneo. De esta forma, el cielo se dividía en dos reinos, uno diurno y otro nocturno, en el cual las almas de los difuntos se unían a las estrellas para acompañar a Ra en su viaje. Los sacerdotes egipcios, considerados también astrólogos, interpretaron estos movimientos celestes como señales que podían prever el futuro del faraón y el destino de Egipto. La astrología egipcia no solo afectaba la vida diaria, sino también los rituales funerarios y el diseño de las tumbas, orientadas con frecuencia hacia estrellas o constelaciones específicas.
Grecia: la integración de la astrología en la filosofía
La astrología babilónica llegó a Grecia alrededor del siglo IV a.C., y fue acogida por los filósofos griegos, quienes adaptaron y desarrollaron sus propias teorías sobre la influencia de los astros. En lugar de interpretarla únicamente como un sistema místico, los griegos integraron la astrología en sus estudios filosóficos y matemáticos, creando una fusión entre el conocimiento de los babilonios y su propio pensamiento racional. Platón y Aristóteles discutieron el orden del cosmos y la influencia de los astros sobre el mundo terrenal, y pese a que sus enfoques diferían, ambos dejaron una huella en el desarrollo de la astrología.
Aunque los griegos consiguieron increíbles hitos científicos como medir el diámetro de la Tierra o el tamaño de la Luna, totalmente despojados de cualquier misticismo, no llegaron a negar radicalmente la influencia de astros y dioses en la vida de los hombres.
Uno de los astrónomos y astrólogos más influyentes de la época fue Claudio Ptolomeo, cuya obra «Tetrabiblos» sintetizó los principios de la astrología griega y babilónica en un sistema coherente que dominaría el pensamiento astrológico durante siglos. En el «Tetrabiblos», Ptolomeo estableció el concepto de los doce signos del zodiaco, cada uno asociado a una constelación y regido por un planeta que ejercía una influencia específica sobre el carácter y el destino de las personas. Los griegos, influenciados por esta visión sistemática, popularizaron la idea de que el destino humano estaba inscrito en las estrellas y que la astrología podía ofrecer una guía para la vida.
La India: la astrología como ciencia sagrada
En la antigua India, la astrología, conocida como Jyotisha, tenía una importancia similar a la de Mesopotamia y Egipto, pero con características únicas. En lugar de ver a los planetas como meros dioses, la astrología india interpretaba los cuerpos celestes como símbolos de energía espiritual y karma. Los astrónomos indios desarrollaron un sistema complejo basado en los ciclos lunares, el zodiaco y los Nakshatras, que eran divisiones del cielo relacionadas con constelaciones específicas. Este sistema les permitía calcular el tiempo con gran precisión y organizar ceremonias religiosas y festivales en función de las posiciones astrales.
La astrología india no solo influía en la vida espiritual y religiosa, sino también en la toma de decisiones políticas y sociales. Los matrimonios, las construcciones de templos y las decisiones de estado se planificaban de acuerdo con el horóscopo personal y el tránsito de los planetas. El concepto de «Muhurta», que significa el momento auspicioso, se basaba en los principios astrológicos y era esencial para la sociedad india. Este enfoque se mantuvo a lo largo de los siglos y sigue siendo una parte integral de la cultura india actual, reflejando una conexión milenaria entre el hombre y los astros.
China: la astrología al servicio del emperador y el orden cósmico
En la antigua China, la astrología se desarrolló de manera independiente, y su función estaba estrechamente vinculada con el mandato celestial del emperador. La idea de que el emperador era el Hijo del Cielo y el intermediario entre los dioses y la humanidad implicaba que su reinado debía reflejar la armonía cósmica. Cualquier cambio en los cielos, como un cometa o un eclipse, se interpretaba como una señal de que el equilibrio entre el cielo y la tierra estaba en peligro. Los astrónomos chinos, por lo tanto, desempeñaban un papel esencial en la corte, registrando con meticulosidad los movimientos de las estrellas y los planetas y advirtiendo al emperador sobre posibles amenazas.
El calendario lunar-solar chino, que combinaba los ciclos de la Luna y el Sol, era también un reflejo de esta búsqueda de armonía. Los chinos dividían el cielo en 28 mansiones lunares, cada una de las cuales estaba asociada con una constelación, y utilizaban estas divisiones para interpretar el destino. La astrología china no se centraba en el individuo, sino en el destino de la nación, y la precisión de sus predicciones era un reflejo de la estabilidad y la prosperidad del imperio.
La expansión de la astrología hacia Occidente
La astrología, inicialmente desarrollada en Mesopotamia y difundida por Egipto, Grecia y Roma, se expandió por el mundo occidental, donde encontró su lugar en la Edad Media. A través del intercambio cultural, los conocimientos astrológicos de la India, China y el mundo islámico se integraron en el pensamiento medieval europeo. La astrología, considerada como una ciencia en su época, fue estudiada por eruditos y filósofos, quienes continuaron desarrollando sus principios.
Así, la astrología se convirtió en un lenguaje común en muchas culturas, uniendo a pueblos de diferentes orígenes en su búsqueda de sentido y orientación en el cosmos. A través de sus múltiples interpretaciones, la astrología ha ofrecido a la humanidad una herramienta para comprender el destino y las fuerzas que rigen la vida, manteniendo vivo un vínculo entre el ser humano y el universo que lo rodea…
…aunque la Ciencia, la Astronomía dice otra cosa. 😀