El FC Barcelona, ese club de fútbol tan querido por algunos y odiado por muchos, ha vuelto a hacer de las suyas en el mundo del deporte. No contento con sus hazañas en el campo, ahora también se ha destacado en el terreno de la corrupción. Sí, como lo oyes, el equipo azulgrana se ha ganado un lugar en el salón de la fama de los delitos financieros, con un caso que podría rivalizar con las tramas de las mejores películas de mafiosos de Hollywood.
El protagonista de esta historia es el juez Joaquín Aguirre, quien, con una sonrisa de satisfacción en el rostro, ha decidido imputar al FC Barcelona por el delito de soborno. ¿Por qué? Pues resulta que el club catalán ha estado haciendo pagos nada justificados por un valor astronómico de 7,5 millones de euros a un personaje que podría rivalizar con el mismísimo Don Corleone: José María Enríquez Negreira, el que fuera número 2 del Comité Técnico Arbitral (CTA). Todo esto, por supuesto, es solo parte de una serie de delitos que se le atribuyen al club, que incluyen administración desleal, corrupción en los negocios en su modalidad deportiva y falsedad documental.
Pero aquí viene lo interesante: el Barcelona, ese equipo que siempre se ha considerado a sí mismo como un bastión de la moralidad y la ética en el fútbol, no puede creer que se le acuse de tales fechorías. ¡Qué sorpresa! Han estado acusando a otros equipos de perjudicarles en el campo durante años, incluso llamando al Real Madrid «el equipo del Régimen», pero parece que la verdadera trama corrupta se escondía en sus propias filas.
El magistrado ha dejado claro que el Barcelona tendrá que enfrentar las consecuencias de sus acciones y que no podrá escapar de la justicia. Es gracioso cómo un club que se ha quejado amargamente de las decisiones arbitrales en el pasado ahora se encuentra en el otro lado de la moneda, siendo investigado por corromper a los árbitros y jueces.
Pero, ¿qué dice la ley al respecto? Pues resulta que el FC Barcelona ha caído en una trampa legal muy astuta. El artículo 286 bis del Código Penal español establece claramente que cualquier directivo, administrador, empleado o colaborador de una empresa mercantil o entidad deportiva que reciba un beneficio no justificado para favorecer indebidamente a otro puede ser castigado con prisión, inhabilitación y multa. Parece que alguien en el club no se tomó la molestia de leer las leyes antes de embarcarse en esta aventura corrupta.
Y la cosa no acaba ahí. El artículo también se aplica a los deportistas, árbitros o jueces que intenten manipular deliberadamente los resultados de una competición deportiva de especial relevancia económica o deportiva. Así que, sí, los miembros del CTA son considerados funcionarios públicos y pueden ser acusados de cohecho, un delito que no se toma a la ligera en la legislación española.
Pero el FC Barcelona, como siempre, ha decidido que las reglas no se aplican a ellos. Se ha mantenido en su posición de inocencia, aunque las pruebas parecen abrumadoras. Lo más peliagudo es que, según las fuentes judiciales, el club se enfrenta a la imputación por cohecho como persona jurídica, por que la reforma del Código Penal de 2015 ha dejado en claro que no importa si la persona jurídica comete el cohecho en nombre de sus representantes legales o administradores. En otras palabras, el club no puede esconderse detrás de sus directivos. La responsabilidad recae en el Barcelona en su conjunto, lo que hace que esta situación sea aún más embarazosa para el club.
Pero la historia no termina aquí. El juez Aguirre también ha señalado que los pagos del Barcelona a José María Enríquez Negreira perjudicaron a cualquier equipo de Primera División que haya coincidido con el Barcelona durante los años objeto de investigación. Es decir, que no solo el Real Madrid podría haber sido afectado, sino que otros equipos también han sufrido las consecuencias de la trama corrupta del Barcelona por lo que no ha expulsado del procedimiento al equipo blanco sino que ha abierto la puerta a cualquier club de Primera División.
Y, para rematar, el juez ha explicado cómo Enríquez Negreira utilizó su posición privilegiada para crear un sistema de corrupción sistemática a través del índice con el que ascendía y descendía a los colegiados. Incluso logró meter a su propio hijo en el CTA para asegurarse de tener un aliado en el control de los árbitros. Todo esto suena como la trama de una película de gángsters, pero desafortunadamente, es la realidad en la que se encuentra el FC Barcelona en este momento.
El FC Barcelona, ese equipo que siempre se ha jactado de sus valores, de su moralidad y honestidad en el fútbol, ahora enfrenta acusaciones graves de corrupción y soborno. La ironía no podría ser más deliciosa, ya que el club ha sido conocido por acusar a otros de perjudicarlos en el campo, mientras que parece que la verdadera corrupción se escondía en sus propias filas.
Y todo esto mientras sus directivos malvenden el patrimonio del club ante la mirada complaciente de los socios, convencidos de que las palancas son sólo artificios contables para engañar a La Liga.
Vienen años divertidos para los rivales del FC Barcelona.
Lo que más toca las narices en este asunto es que luego vayan diciendo por ahí que están igual que todo el mundo cuando en realidad el Barcelona es el club más podrido de toda la liga con diferencia.
Lo llevan en el ADN: ellos son superiores por nacimiento.
Luego es muy entretenido ver a los barcelonistas como le echan la culpa de todo a Florentino Pérez y dicen que todos son corruptos y que todo va muy mal en la liga excepto ellos que van perfectamente y que van dándole lesiones a todo el mundo.
Los próximos años van a ser muy divertidos.
Lo peor de todo es que se ve venir que el desaguisado lo vamos a acabar pagando entre todos los españoles, como las embajadas catalanas y toda esa parafernalia propia de la morralla periférica.