Acabo de ver el clásico y no tengo del todo claro si ha ganado el Real Madrid o esto ha sido un partido de un chaval inglés de veinte años contra el Barcelona.
Durante los primeros sesenta minutos del Clásico el Barcelona ha dominado completamente al Real Madrid. El equipo blanco salía con otra de esas alineaciones extrañas en las que Ancelotti trata de colocar a la gente por orden de jerarquía en el vestuario en vez de por el mayor rendimiento que deberían dar en las posiciones idóneas para ellos.
El Barcelona en cambio salió decidido y presionante con su estilo de juego habitual y con la intención manifiesta de ganar el partido, navegando a favor con el tempranísimo gol de Gündogan en el minuto seis del encuentro.
No obstante, pese a este dominio del Barcelona, las oportunidades han sido escasas. El Madrid prácticamente no ha tenido ninguna digna de ese nombre y el Barcelona sí ha lanzado alguna vez más incluido un balón al palo.
Sin embargo la nueva estrella del Real Madrid, Jude Bellingham, se encontró un balón despejado por la defensa barcelonista fuera del área y soltó un zapatazo impresionante que se coló en la portería del Barcelona y dejó mudos a los casi 50.000 espectadores del Estadio Olímpico de Barcelona. A partir de ese momento el Real Madrid empezó a crecer y a tomar mayor control del juego, tal vez porque los barcelonistas empezaban a bajar el nivel de su presión por agotamiento físico.
Un detalle revelador sobre el carácter de la nueva estrella madridista es que apenas celebra el gol y se vuelve hacia el centro del campo obsesionado con ganar el partido.
Finalmente en el minuto noventa y dos, cuando ya todo el mundo daba por bueno el empate, el jugador inglés del Real Madrid consigue darle la vuelta al partido y hundir en la depresión al Barcelona y a los seguidores que habían abarrotado su estadio provisional mientras acaba la reconstrucción del Camp Nou. Éste si lo celebra con su típico gesto: abriendo los brazos en cruz mirando a la grada.
Éste es uno de esos goles en los que se le acusará de estar sólo para empujar la pelota porque llega al remate después de un rebote, pero es que hay que estar ahí, en la boca de gol y ser lo suficientemente rápido como para encontrar la pelota, que en el área pequeña se mueve a una velocidad endiablada; un gol de delantero centro puro. Con éste, Bellingham lleva trece goles esta temporada y tiene a todos los forofos madridistas revisando la historia del Real Madrid para ver si ha habido algún jugador tan determinante en su primera temporada y, sobre todo, para comprobar si la llegada de Cristiano Ronaldo fue tan impresionante como la del número cinco madridista.
Lo que a mí me tiene boquiabierto, es que ya se sabía que era un buen jugador y por eso se han pagado ochenta millones de euros, que es un verdadero pastizal, pero es que este jugador tiene veinte años y unas hechuras de líder que no se habían visto en el terreno de juego desde hacía mucho tiempo.
No es solo que este Clásico abrirá una pequeña brecha de cuatro puntos entre el Real Madrid y el Barcelona sino que consagra definitivamente a Bellingham como el jugador más valioso ahora mismo del equipo blanco y abre la puerta a una o varias temporadas que podrían ser recordadas como otro ciclo triunfador del Real Madrid.
A Belingham casi que lo me lo imagino comiendo cocido madrileño y yendo vestido de chulapo a la verbena de la Paloma pero luego me acuerdo de que algún día de estos no lo encontraremos de frente con la selección inglesa y se me pasa.
Pues sí que es verdad: el muchacho ha caído de pie en el Real Madrid pero es inglés y espero no encontrárnoslo enfrente si sigue en este estado de forma.