Ayer Real Madrid y Nápoles ofrecieron un espectáculo digno de la Champions League, la mejor competición del mundo.
Lo primero que tengo que destacar, tratándose de un equipo italiano, es lo lejos que quedan aquellos años en que los equipos italianos eran ultradefensivos y hacían un fútbol barriobajero siempre al límite de la legalidad. Hoy los equipos italianos juegan como cualquier otro equipo debido, entre otras cosas, a que si se ve su alineación inicial, la mayoría de los jugadores ya no son italianos.
También hay que recordar, ahora que está de moda hablar sobre las canteras, que el Real Madrid jugó ayer con medio equipo compuesto por canteranos: Carvajal, Ceballos, Nacho, Nico, y Lucas Vázquez. Mención especial par Nico Paz, un chaval que se crió jugando al fútbol en un colegio al lado del Bernabeu y que ayer cumplió uno de sus sueños: marcar un gol en Champions con el Real Madrid; seguro que anoche se acostó feliz y sonriente.
A esa aportación de la cantera contribuyó la cantidad de lesionados que tiene este año la plantilla madridista y que impresiona por sus nombres, casi que son un equipo de campeones ellos solos; se les vio un momento juntos antes de empezar el partido y fíjate quiénes eran los ausentes: Courtois, Kepa, Militao, Modric, Tchouamení, Camavinga, Vinicius y Güler. ¡Menudo equipazo!
Otro detalle que creo que vale la pena destacar del partido de ayer es el enorme peso que tiene Bellingham en el juego madridista. Además de hacer su golito de todos los partidos, el jugador inglés fue el motor del equipo y se hinchó de dar asistencias, incluidas tres o cuatro a Joselu de las que el delantero centro sólo aprovechó la última. Espero que a Bellingham lo respeten las lesiones porque lo que está haciendo en esta temporada en el Real Madrid no se ha visto nunca: moviéndose por el campo recuerda a Di Stéfano y ayer, con las botas que llevaba Zidane hace veinte años, nos dejó a todos ojipláticos con su despliegue. Pese a que jugó toda la segunda parte con el tobillo tocado, recorrió el campo incontables veces hacia arriba y hacia abajo a toda velocidad, robando balones, construyendo jugadas, asistiendo, marcando y haciéndolo todo una décima más rápido que el rival y un poquito mejor que el resto de sus compañeros. Controla mejor el balón, da los pases un poquito mejor, se desmarca un segundo antes se ofrece para recibir en el momento exacto y siempre está ahí cuando el juego lo necesita. No sé si va a mantener muchos años su nivel pero lo que estamos viendo ahora, si se prolongase, lo convertiría en un jugador de los que marcan época en el Real Madrid, que es el equipo más difícil del mundo para destacar.
En cuanto al partido en sí, fue un auténtico espectáculo porque se marcaron seis goles y el resultado cambió de un campo al otro con dos equipos que querían ganar el partido. Ayer no estaba del juego más que el liderato del grupo (aunque para el Nápoles existía una mínima probabilidad de quedarse fuera de la Champions) pero sobre el terreno de juego se vio un despliegue de lo que ambos equipos son capaces de hacer, sin reservas ni especulaciones.
El resultado final hace justicia a lo que se vio porque ahora mismo el Real Madrid, por su plantilla y por el estado de ánimo que la envuelve, es mucho mejor equipo que los napolitanos y ayer exhibió todas las cualidades que se le suponen a un club que aspira a ganar la Champions League frente a otro que aspira a hacer un buen papel en la competición.