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jueves, 21 noviembre 2024

El Real Madrid de Joselu llega a la final

DeportesEl Real Madrid de Joselu llega a la final

Cómo me emocioné anoche al ver a Joselu con la cara hundida en el césped del Bernabéu llorando bloqueado por los nervios después de haber marcado su segundo gol en una semifinal de la Champions League. Ver a ese hombre tumbado por la emoción es algo que muchos aficionados al deporte comprendemos y compartimos; llevar 20 años jugando al fútbol sin haber conseguido jamás ganar un título y estar luchando con tu equipo para evitar el descenso hasta que suena el teléfono y te llaman del Real Madrid porque necesitan un delantero por si acaso, para acabar clasificando a tu equipo a una final continental en Wembley es un auténtico cuento de hadas futbolístico. Como la inmensa mayoría de los buenos aficionados al deporte, me alegro por él.

En cuanto al partido en sí, es algo que empieza a ser normal en la mítica madridista pero que a quienes somos aficionados pero no forofos nos sigue causando asombro. Que te marquen un gol en contra en el minuto 67 después de un partido disputadísimo de igual a igual y que seas capaz de remontar para eliminar al rival es algo que está al alcance de muy pocos equipos. Otros clubes tienen una galería de fotos, hoy día son clips de video, con un momento épico de su historia donde consiguieron hacer lo que para el Madrid es un día en la oficina, otra remontada más para seguir aspirando a ganar otra Champions League más. Es asombroso y los comentarios que se escuchan en televisión no hacen más que reforzar esa idea porque en los otros países futboleros el Real Madrid empieza a tener un aura mística más allá de lo explicable.

Sí se analiza el partido de ayer con un poco de desapego o sin forofismo, pudimos ver un espectáculo futbolístico inmenso. Los jugadores exhibieron una técnica individual magistral: los pases eran tensos y directos, los controles eran impecables, las carreras con el balón controlado sorteando rivales eran auténticos trucos de magia con balón y en los planos abiertos de televisión se veía perfectamente cómo ambos equipos tenía unos esquemas de juego perfectamente estudiados y que seguían disciplinadamente al milímetro. Por supuesto, todas las estrellas estuvieron ayer dieron ayer lo máximo que podían dar y aunque Vinicius no marcase un gol o Neuer no supiese controlar un disparo relativamente fácil, esos errores no empañan el fantástico espectáculo partido digno de unas semifinales de Champions League que vimos ayer.

Lo de Vinicius, por cierto, merece un párrafo aparte. Kimmich es un jerarca del fútbol mundial, un lateral derecho alemán de los de toda la vida que hasta ayer podía presumir de que por su banda no entraba un balón. El extremo brasileño hacer le hizo un siete y se le coló por dentro, por fuera, a la carrera, pisando el balón, por la línea de fondo, por la banda… Anoche el legendario Kimmich parecía un cadete intentando parar a un profesional. Vinicius no marcó, aunque estrelló un balón en el palo, pero ayer se consagró como uno de los mejores delanteros que hay ahora mismo en el mundo.

Hay un detalle que no me gustaría dejar pasar por alto y es que después de ver los últimos partidos del Real Madrid te das cuenta de que, para superarlo en una eliminatoria europea, los otros equipos tienen que marcar unos golazos increíbles. El gol de ayer del Bayern de Múnich es el gol que Davies soñaba con marcar una vez en su vida y posiblemente no vuelva a enganchar otro trallazo como el que colocó ayer en la escuadra de Lunin. Rudiger, su marcador, sabía que Davies es un zurdo cerrado y por eso cuando se planta frente a él al borde del área lee cierra principalmente la salida hacia adentro, hacia la línea de fondo,pero en ese momento el jugador alemán sorprende yéndose hacia fuera y soltando un latigazo con su pierna derecha frente al que Lunin nada pudo hacer. Pocos como ese va a volver a hacer en la que promete ser una larga y fructífera carrera futbolística.

Después vino lo que vino y es algo a lo que cuesta acostumbrarse por mucho que la afición merengue repita que su club es inmortal. Los datos dicen otra cosa y el Real Madrid, a fin de cuentas, apenas ha ganado una de cada cinco copas de Europa, o sea, que pierde cuatro de cada cinco, aunque estos años estemos viviendo una racha excepcional que tiene a la afición blanca con la moral por las nubes.

Y los alemanes, por supuesto, se fueron quejándose de la actuación arbitral aunque después de revisar una y otra vez la jugada yo creo que llego a dos conclusiones:

  • la primera es que se podía haber pitado fuera de juegos o no de los delanteros alemanes y las dos decisiones hubieran tenido partidarios y detractores porque a no ser que la sala del VAR tengan medios distintos, lo que se ve en televisión es absolutamente milimétrico y depende de cuándo se entienda que se produce el golpeo del balón o cuando exactamente se desprende el balón de la pierna del jugador que da el pase; podría haber sido fuera de juegos o no y nadie estaría contento
  • la segunda es que si en vez de pitar rápidamente el fuera de juegos, impidiendo que entre el VAR a analizar la jugada, el árbitro se hubiera esperado a ver cómo terminaba, los defensores madridistas hubiesen estado mucho más contundentes y, por supuestísimo, Lunin no hubiera permanecido de pie mirando tranquilamente cómo entraba el balón en su portería porque por mucho que digan los alemanes que se les anula un gol, en realidad el delantero alemán dispara frente a la pasividad de los centrales madridistas y Lunin no mueve un dedo para atajar la pelota que iba relativamente fácil para un portero de ese nivel.

El árbitro, ya que estamos, estuvo muy bien incluso anulando el gol en el que Nacho empuja infantilmente a su defensor en la cara (y en la era del VAR eso implica que el defensor se va a derrumbar retorciéndose entre gestos de un dolor inenarrable para levantarse tan fresco diez segundos después pero la falta se señala). Tal vez se equivocó al pitar en el fuera de juego de marras pero si no hubiese pitado tampoco hubiese sido gol porque Lunin hubiese parado el tirito, o sea, que no influyó en el partido.

Al final, a la Final.

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