El empate de ayer en Mallorca ha provocado que media afición madridista esté irritada buscando culpables para un resultado que según ellos no se debió de producir porque se supone que la plantilla del equipo blanco debería ser suficiente para ganar todos los partidos arrasando a los equipos rivales, máxime cuando todos los jugadores del equipo contrario juntos cobran menos que Mbappé.
Mi opinión sobre Ancelotti, sin tener en cuenta el partido de ayer, es que posiblemente fuese el mejor entrenador que el Real Madrid podía tener para esta temporada. El italiano no entiende el fútbol moderno y se limita a ser el mejor empleado posible del club colocando en el campo a los jugadores que la empresa pone a su disposición pero siguiendo rigurosamente la jerarquía de esos jugadores en el vestuario. Eso le garantiza paz y buenas relaciones con los jugadores, lo que ahora se llama gestión de egos, que es absolutamente necesaria en un vestuario repleto de grandes estrellas y que puede hacer saltar al equipo por los aires si no se hace correctamente, pero se traduce en que las alineaciones no están bien ajustadas para cada uno de los muchísimos partidos que el equipo va a jugar a lo largo de la temporada.
No hay entrenador perfecto y algunos que saben un montón de tácticas y estrategias resultan ser una mecha que enciende al vestuario mientras que otros carecen a la vez de cualidades técnicas y de mano izquierda pero tienen un perfil bajo para ir capeando el temporal. Ni siquiera un entrenador es igual de eficaz después de unos años en el equipo porque las deudas adquiridas y los costes de la lealtad acaban hipotecando el puesto de entrenador y todos acaban saliendo pasados unos pocos años. Sin embargo, yo creo que hay cierto consenso en que Ancelotti es bastante mediocre confeccionando las alineaciones y leyendo los partidos para hacer cambios.
Ayer mismo se pudo ver como el equipo se volcaba en ataque hacia la izquierda porque seguramente Ancelotti les dijo aquello de Salid y divertíos pero tanto Vinicius como Mbappé o Rodrigo tienen una tendencia natural a caer hacia la izquierda y eso provocó que la banda derecha estuviese desaprovechada y facilitó enormemente la tarea defensiva del equipo mallorquín. El entrenador seguramente argumentará en su defensa que esos son los jugadores que tenía disponibles y puede lanzar una pregunta a la afición: ¿quién se debió quedar en el banquillo Vinicius o Mbappé? A ver, que respondan los valientes.
De lo que sí estoy seguro es de que anoche, en el vestuario después del partido, ninguno de los jugadores se atrevió a señalar al entrenador porque precisamente éste lo único que hizo fue alinear a los que con más fuerza lo reclamaron y exhibieron su trayectoria pasada. Ancelotti no es nada meritocrático y desaprovecha a los jugadores que están en mejor estado de forma si estos llevan poco en tiempo en la plantilla, proceden de las categorías inferiores del Real Madrid o simplemente no se han reivindicado con fuerza, lo que se viene llamando jerarquía en el vestuario.
Por supuesto que no voy a ser yo el que pretenda darle lecciones a un entrenador con tantos títulos, de hecho ahora mismo ha empatado con Miguel Muñoz como entrenador con más títulos en la historia del Real Madrid, pero ayer se vio que Ancelotti se equivoca constantemente en la gestión de la plantilla, no sólo en las alineaciones, sino también en la gestión de los cambios. Todos hemos visto cómo los cambios en el último minuto han permitido al equipo blanco superar eliminatorias históricas en los últimos años pero esos partidos están en la memoria de los aficionados blancos precisamente por lo extraordinario de la situación; lo normal es que el entrenador haga los cambios al descanso o unos minutos después pero no se puede esperar al minuto ochenta y ocho para hacer los cambios en todos los partidos ¡con Brahim, Güler, Endrick, Modrić o Ceballos en el banquillo! porque todos, excepto Ancelotti, nos hemos dado cuenta de que del minuto ochenta en adelante, el tiempo de juego efectivo es mínimo en cualquier partido mínimamente competido.
De todos modos hay que entender que sólo es el primer partido de la temporada y hay que acostumbrarse a que en todos los campos que visite el Real Madrid el equipo local hará una defensa numantina de cada punto y cuando visiten el Bernabéu costará Dios y ayuda romper las defensas que le van a plantear. Que a estas alturas de la temporada se diga que los jugadores están cansados, que Mbappé ha sido un fracaso o que hay que echar al entrenador son sólo los típicos exabruptos de los forofos. La temporada es muy larga y van a pasar muchas cosas pero habrá que esperar que Davide, el hijo de Ancelotti, le lea la cartilla a su padre y decida de una vez hacer una gestión eficiente de la impresionante plantilla que tiene a su disposición y haga las correspondientes rotaciones para dar oportunidades a la segunda unidad, que tan necesaria va a ser conforme vaya avanzando la temporada.
Esto acaba de comenzar y ya sabemos que no se trata de cómo se empieza si no de cómo se acaba.
¡Ah! Y un poquito de humildad, que siempre viene bien.