Feijóo confirma en una entrevista en el Financial Times que no piensa derogar el impuesto a los bancos y a las energéticas que como mucho lo modificará pero en ningún caso piensa renunciar a los ingresos extra que ese impuesto aporta a las cuentas públicas.
Hay que recordar que ese impuesto es una idea de Podemos para grabar a «los ricos», y obtener así recursos para financiar las ayudas que el gobierno presta supuestamente a los sectores más perjudicados por la crisis.
Independientemente de los efectos económicos de esos impuestos hay que tener en cuenta que todos los sujetos pasivos del impuesto, grandes bancos y compañías eléctricas, han presentado todo tipo de recursos contra la norma que lo regula porque piensan que la ley es manifiestamente ilegal ya que incumple la norma constitucional de que los impuestos deben grabar las ganancias, nunca los ingresos. De tener éxito con estos recursos judiciales, el Gobierno se vería obligado a devolver todo lo recaudado aumentando el agujero de las cuentas públicas.
De todos modos, lo mantenga tal cual o lo modifique, esta declaración de Feijoo supone una victoria para Podemos y el PSOE porque consolida la idea de que la crisis se supera con impuestos a «los ricos» y muestra a Feijoo como un gobernante blando, al estilo de Rajoy, que criticó la ley de violencia de género pero que a la hora de la verdad no derogó ni una coma de la misma cuando le tocó gobernar. En las próximas elecciones los votantes deben entender que votar al partido popular supondrá en muchos casos dar continuidad a las políticas del PSOE que nos han traído hasta donde estamos, con un déficit público disparado y una economía que hace aguas (solo crece por la inyección de dinero público y el aumento de pensionistas y funcionarios financiados con cantidades ingentes de mas y mas deuda pública).
La carga fiscal de las empresas
Aunque nadie discute la necesidad de los impuestos, la incesante contratación de funcionarios improductivos y el incesante aumento de los subsidios de todo tipo, está llevando a que la carga tributaria que soportan las empresas españolas desincentive la creación de empresas y la inversión de las existentes.
Impuesto sobre Sociedades: El pilar tributario de las empresas
El Impuesto sobre Sociedades es el principal tributo al que deben hacer frente las empresas en España. Grava los beneficios obtenidos por las sociedades y otras entidades jurídicas. La tasa general del impuesto es del 25%, aunque las pequeñas y medianas empresas disfrutan de una tasa reducida del 15% durante los primeros años de actividad.
Impuestos sobre el Valor Añadido (IVA): Un tributo esencial
El IVA es un impuesto indirecto que grava el consumo en todas las etapas de producción y distribución. En España, existen diferentes tipos impositivos de IVA, como el general del 21%, el reducido del 10% y el superreducido del 4%. Las empresas deben recaudar y liquidar el IVA a la Administración Tributaria.
Impuestos sobre el Trabajo: El costo laboral de las empresas
Las empresas en España también están sujetas a una serie de impuestos relacionados con el empleo. Entre ellos se encuentran las cotizaciones sociales, que financian la Seguridad Social y garantizan la protección social de los trabajadores. Estas cotizaciones son un porcentaje sobre las bases de cotización de los empleados y varían según el tipo de contrato y la categoría profesional.
Impuestos locales y autonómicos: Una carga adicional
Además de los impuestos estatales, las empresas también deben hacer frente a impuestos locales y autonómicos. Estos tributos varían según la ubicación de la empresa y pueden incluir el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE), el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) y el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados (ITP y AJD), entre otros.
No hay que olvidar que en el ámbito autonómico es donde hay más creatividad fiscal y constantemente aparecen tributos pintorescos para dificultar más todavía la creación de riqueza (no olvidemos que el objetivo de los partidos de izquierda es crear muchos pobres para mantenerlos con subsidios y asegurarse sus votos), tales como los impuestos a las bebidas azucaradas o a los envases de plástico.