El diario digital El Confidencial publica hoy un artículo en el que cuentan que aproximadamente 700 restaurantes de España ya cobran por reservar y no presentarte a comer. Desde hace cinco años los restaurantes de alta gama, los que tienen estrella Michelín, empezaron a aplicar tácticas para que hacer una reserva y no presentarse no saliese gratis para esos clientes.
Esto puede hacerse de dos maneras. Por un lado se puede hacer establecer una política de cancelación exigiendo una tarjeta de crédito a la hora de hacer la reserva y cargando cierto coste en esa tarjeta si no se aparece por el restaurante a la hora señalada. Por el otro lado se pueden establecer reservas con prepago, aunque esto solo lo ponen en práctica los restaurantes super caros con estrellas Michelín que cobran distintos tipos de tickets o prepagos con distintos nombres pero que al final se resume en lo mismo: pagar por anticipado al menos una parte del menú.
Cobrar anticipadamente una reserva de mesa o cobrar por la anulación es totalmente legal. A nadie le extraña pagar por anticipado un billete de avión o una entrada de cine pero parece que con los restaurantes existen todavía ciertas reticencias. El hecho es que los propietarios tienen que hacer un balance entre los clientes que pierden por imponer ese sistema de reservas y lo que ganan al reducirse prácticamente a cero las reservas en las que nadie se presenta a la hora señalada. Ya ha habido varias sentencias judiciales que establecen la legalidad de este coste por las reservas no ejecutadas.
Hay que tener en cuenta que el coste de un no show, que es como llaman en el gremio a estas reservas fallidas, no sólo supone que se deje de ingresar el importe de la cena, sino que además se quedan comprados todo los productos para elaborar esos menús y se quedan sin hacer nada los trabajadores contratados para atender a esa mesa, con lo cual el roto de un diez, un quince o un veinte por ciento de reservas fallidas para un restaurante es considerable.
Una vez que ciertos restaurantes van estableciendo el sistema, serán los restaurantes que no cargan nada por reservar los que se vayan quedando con esos caraduras que reservan para el sábado en dos o tres sitios diferentes y que luego deciden sobre la marcha donde ir a cenar. Al final la mayoría de las reservas acabarán siendo con la tarjeta por delante.