Ser autónomo en España ahora mismo es una carrera de obstáculos y cada vez son menos los que lo intentan y más los que abandonan. El problema de esa debacle es que son los autónomos, los pequeños empresarios, los que generan la mayor parte del empleo en España y la reducción de su número implica casi automáticamente el descenso del empleo en el país.
El Partido Popular ha entendido la importancia de ese nicho de votantes, son casi tres millones, y está proponiendo varias medidas para reducir la presión fiscal y regulatoria sobre este colectivo. Una de las medidas estrella es la reducción es la cuota cero para el primer año de alta en autónomos. Es una medida que está en funcionamiento en Madrid porque, aunque la comunidad Autónoma que dirige Ayuso no tiene competencias sobre las cuotas de la Seguridad Social, hace una subvención automática a los autónomos por el importe de la cotización del primer año, lo que es equivalente a reducir la cuota a cero. En Andalucía y Murcia también se están aplicando medidas similares.
Por el contrario, Feijoo ha anunciado una medida que es la ampliación del plazo para hacer frente a las regularizaciones que nacen de las diferencias entre los rendimientos previstos y los reales, lo que significa que el Partido Popular asume el aumento de cotizaciones impulsado por el ministro de seguridad social socialista José Luis Escrivá.
Finalmente desde el partido popular se siguen ofreciendo bajas por maternidad o paternidad o por enfermedad o por cualquiera otra razón es que no afectan al colectivo de autónomos ya que es de sobra conocido que estos trabajadores se convierten en inmunes a todo tipo de enfermedad desde el momento en que firman el alta en la Tesorería General de la Seguridad Social.
En el fondo, lo que propone el Partido Popular es mantener más o menos la política contra los autónomos que ha mantenido el PSOE sin hacer cambios sustanciales ni favorecer la creación de empleo y la generación de riqueza y eso resulta especialmente doloroso porque España, conocida por su rica tradición emprendedora, ha visto un crecimiento significativo en el número de trabajadores autónomos en los últimos años. Sin embargo, este colectivo se enfrenta a un entorno de acoso fiscal y regulatorio que amenaza con sofocar sus aspiraciones empresariales. A medida que el emprendimiento se ha convertido en una opción cada vez más atractiva, es crucial abordar los desafíos a los que se enfrentan los trabajadores autónomos para fomentar un ambiente de desarrollo empresarial más favorable.
La pesadilla de la presión fiscal
Uno de los mayores obstáculos que los trabajadores autónomos enfrentan en España es la pesada carga fiscal que deben soportar. A menudo, se encuentran en una situación desigual en comparación con las grandes corporaciones, ya que no cuentan con los recursos para aprovechar las mismas ventajas fiscales. El pago de impuestos, tasas y cotizaciones sociales puede llegar a ser asfixiante, reduciendo significativamente sus ingresos netos y dificultando la viabilidad de sus negocios.
El sistema tributario español para los trabajadores autónomos es notoriamente complejo. Los requisitos y plazos para presentar declaraciones fiscales y la falta de claridad en ciertas regulaciones generan confusión y aumentan la carga administrativa para los emprendedores. Como resultado, muchos se ven obligados a recurrir a servicios contables externos para evitar errores costosos y cumplir con sus obligaciones fiscales, lo que supone un gasto adicional para sus ya ajustados presupuestos.
Inestabilidad en las cotizaciones sociales
La cotización a la seguridad social es otro dolor de cabeza para los autónomos en España. Las constantes variaciones en las tarifas y la inestabilidad de los ingresos pueden generar incertidumbre y dificultar la planificación financiera a largo plazo. Además, algunos trabajadores autónomos se ven obligados a cotizar por una base de ingresos más alta de lo que realmente perciben, lo que aumenta aún más su carga financiera.
La rigidez de la regulación laboral española también afecta negativamente a los trabajadores autónomos. Al no contar con la misma flexibilidad que los asalariados, enfrentan dificultades para adaptarse a los cambios en el mercado o ajustar su jornada laboral según sus necesidades. Además, la falta de protección social adecuada para los trabajadores autónomos en situaciones de enfermedad o incapacidad puede exponerlos a riesgos financieros significativos.
La lucha por la supervivencia
Acosados por una combinación de presión fiscal, complejidad administrativa y rigidez laboral, muchos trabajadores autónomos en España luchan por mantener sus negocios a flote. La falta de apoyo adecuado para este colectivo y las barreras burocráticas pueden desalentar a futuros emprendedores y limitar el potencial económico del país.
Para fomentar un ambiente empresarial próspero, es fundamental abordar los desafíos que enfrentan los trabajadores autónomos en España. Se requieren medidas que alivien la carga fiscal, simplifiquen el sistema tributario, brinden seguridad y flexibilidad laboral, y promuevan la protección social adecuada para este colectivo. Además, se deben establecer mecanismos para facilitar la creación y el crecimiento de negocios autónomos, incentivando así el espíritu emprendedor y la generación de empleo.