Las negociaciones que se están llevando a cabo entre el PSOE y toda la morralla periférica es una negociación en la que unos prometen cesiones que no pueden hacer y otros exigen privilegios que no pueden recibir. Todos tratan de engañarse los unos a los otros a la vez que saben que los demás están intentando engañar a todos y cada uno de los participantes. Al final de lo que se trata es de repartirse los sillones y de conseguir unos millones más para unos a costa de los otros.
El PSOE no puede ofrecer a los independentistas ningún referéndum vinculante, que está prohibido por la Constitución, ni una liquidación de la deuda autonómica catalana porque se opone a ella la inmensa mayoría del propio PSOE de otras regiones. Por supuesto tampoco puede ofrecer una amnistía que está expresamente prohibida en la Constitución y Puigdemont ha dicho que no quiere un indulto para él porque eso significaría que primero tendría que ser detenido, condenado y encarcelado, sino que quiere una amnistía general como aquellas que concedía Franco del Día de Victoria.
Los independentistas están intentando estirar la cuerda para ver cuánto se puede abusar de la debilidad de Pedro Sánchez antes de que se parta. Van sacando poco a poco propuestas sobre la imposición de las lenguas regionales a todo el país o esa tontería de usarlas en el Congreso de los Diputados y usar traductores y pinganillos para entenderse entre todos como si no existiera el español que es la lengua común de todos y en la que no cuesta dinero entenderse.
Todo esto, claro, dando por supuesto que otro montón de partidillos que tienen unos pocos diputados aceptarán entrar en el reparto de millones y sillones porque es de suponer que los negociadores se habrán planteado que los diputados de Podemos podrían plantarse con una propuesta maximalista en la que exijan algún ministerio como el de igualdad o que los canarios o los nacionalistas vascos puedan tener alguna ocurrencia para sacarse otro puñado de millones y quedar por encima de los otros territorios de España que no tienen la suerte de tener partidos nacionalistas como, por ejemplo, Andalucía o Murcia.
Viendo que las opciones legales son escasas para aumentar los privilegios de Cataluña y país Vasco, es de suponer que lo que se estará negociando es como bordear la legalidad para dar a todos esos partidos, la morralla periférica, algo que puedan presentar a sus electores para que no parezca que Pedro Sánchez también les ha engañado a ellos para seguir sentado en el sillón presidencial de Moncloa.
Por lo pronto los acuerdos van poquito a poco y ya se habla de que el PSOE cederá algunos diputados a Esquerra Republicana de Cataluña y a Junts per Catalunya para que tengan un grupo propio en el Congreso de los Diputados a cambio de que la presidencia del Congreso corresponda a un diputado del Partido Socialista.
Poco a poco van chanchulleando y arreglando sus asuntillos de sillones y millones que, a fin de cuentas, es de lo que se trata.
Lo preocupante de todo esto es que seguro que van a encontrar la manera de saltarse las leyes y los españoles solo miraremos con cara de asombro como han podido ir tan lejos esta vez coma sin darnos cuenta de que a la próxima irán todavía más lejos no tienen freno.
¡No lo sabes tú bien!
Y lo grave es que luego llega el PP al Gobierno y da por buenas todas estas cosas sin desmontar ni un chiringuito ni cambiar una coma de las leyes contra las que votaron estando en la oposición.