Después de soportar cinco largos días de espera y drama, el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) finalmente emitió su veredicto sobre el tan comentado beso no consentido a Jennifer Hermoso. Lo etiquetaron como una «falta grave», aunque no lo suficientemente grave como para satisfacer las demandas del Gobierno, lo que dejó al Consejo Superior de Deportes (CSD) sin argumentos legales para suspender temporalmente a Rubiales. Así que, por el momento, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) sigue suspendido durante 90 días por la FIFA y eso es lo único que ha recibido por su comportamiento en la celebración del Mundial Femenino en Nueva Zelanda y Australia, donde la Selección Española resultó ganadora. Es decir, que si en tres meses el gobierno socialista no encuentra el modo de cesarlo legalmente, Rubiales volverá a su cargo.
Esto no hace más que confirmar que, eliminada la capa de histeria impuesta por las feminazis, es imposible convertir «el beso» en un delito suficiente para matar civilmente a Luis Rubiales. El hecho es que hasta ahora ni la futbolista ni la Fiscalía ni el Ministerio de Igualdad ni nadie ha interpuesto la correspondiente querella criminal en el juzgado para no hacer el ridículo, a sabiendas de que las primeras acusaciones de abuso sexual no sólo no van a prosperar sino que posiblemente las querellas interpuestas por Rubiales contra quienes le acusaron de cometer un delito sí acaben triunfando. Llegarán tarde, como siempre, pero llegarán.
Miquel Iceta, el ministro de Cultura y Deporte en funciones, no perdió tiempo en comparecer después de que se oficializara la decisión del TAD. Hizo su aparición para valorar la situación y trazar el camino a seguir para el Gobierno. «Creemos que lo que Rubiales hizo merece ser considerado como una falta muy grave. El CSD podría haber suspendido directamente a Rubiales si fuera considerado muy grave. Dado que no lo ha sido, corresponde al tribunal tomar medidas», declaró el ministro. Luego, hizo una petición formal al TAD para que suspendiera temporalmente a Rubiales hasta que se resolviera el caso de manera definitiva. «Ya está decidido», insistió Iceta, quien repitió las palabras de Aitana Bomnatí, una de las campeonas del mundo, al recibir el premio a la mejor jugadora de la UEFA: «No podemos permitir abusos de poder».
Pero, en medio de todo esto, Luis Rubiales rompió su silencio y dejó claro que esto está lejos de haber terminado. Rubiales, quien solo se había unido a la redes sociales hace poco con una cuenta de X (anteriormente conocida como Twitter), se pronunció después de una semana de silencio. Utilizó el mismo tono que había empleado en su última Asamblea de la RFEF, que resultó ser su último acto, al menos por el momento, como presidente de la organización. «Sigo confiando en la independencia de los órganos que deben resolver este asunto, a pesar de la presión política y de los medios que intentan manipular la situación. La verdad solo tiene un camino, y confío en que se hará justicia», afirmó Rubiales.
El comunicado de Rubiales se centró en su enfrentamiento con Jennifer Hermoso, a quien señaló nuevamente sin mencionarla directamente. En su comunicado, afirmó que el beso en cuestión fue un acto mutuo y consentido que ocurrió en medio de la alegría por la victoria del Mundial. También mencionó que había pruebas y evidencia que respaldaban su versión de los eventos.
Mientras tanto, Jennifer Hermoso se ha mantenido en silencio durante más de una semana y ha seguido recibiendo presiones, como la filtración de videos de la celebración del Mundial. Sin embargo, estas imágenes parecen coincidir con la versión que el suspendido presidente de la RFEF había compartido en su comunicado inicial.
Rubiales sigue luchando por demostrar su inocencia y cada vez está más claro el disparate que supuso calificar «el incidente» como un abuso sexual pero está perdiendo el apoyo de las federaciones territoriales, quienes lo llevaron al poder y ahora lo están abandonando.