Dice el refrán que el que a hierro mata, a hierro muere. Resulta que el defensor número uno del feminismo y el movimiento woke, el purísimo Peio Riaño, ha sido acusado de acoso laboral contra compañeras de trabajo. ¡Qué ironía! ElDiario.es, ese bastión de la corrección política, ha decidido prescindir de los servicios de Riaño después de que Sara Brito lo señalara.
Sara Brito denunció en sus redes sociales que sufrió un «maltrato constante» por parte de este periodista feminista. Supuestamente, este «maltrato» duró años y destruyó su autoestima. ¡Qué valiente por parte de Riaño! Finalmente, Brito se fue voluntariamente en un ERE. El mensaje de Brito llevaba el hashtag #SeAcabó, impulsado por las detractoras del presidente de la Real Federación de Fútbol, como si eso tuviera algo que ver, aparte de la típica empanada mental del movimiento woke.
Pero lo más gracioso es que Riaño, el paladín de la justicia social, cerró todas sus redes sociales y se escondió en un agujero y, al parecer, estos hechos ocurrieron en el diario Público, que se jacta de ser un faro de la izquierda y el feminismo, pero ni una palabra sobre el caso de Riaño. ¡Qué sorpresa!
Lo más curioso es que Riaño siempre se autodenominó un campeón del feminismo y criticaba desde su virtuoso pedestal a todos los que no compartían sus opiniones. Él sostenía que «no existen las denuncias falsas» y llamaba machistas a cualquiera que se le cruzara: un progre de manual.
Pero la diversión no termina aquí, porque Noemí López Trujillo también se animó a acusar a Riaño de abuso y acoso. ¡Qué equipo tan maravilloso de periodistas tenemos aquí! ¿Será verdad que todos los periodistas de los medios progres se dedican a acosar a sus compañeras? ¿Resultará ahora que las redacciones feministas son en realidad un reducto de machismo? ¿Habrá que expulsar a todos los hombres del periodismo progre para garantizar la pureza feminista de sus medios?
Este periodista ha trabajado en tantos medios «progresistas» que es difícil llevar la cuenta. Y en su última etapa colaboraba en elDiario.es, que finalmente ha decidido darle una patada sin derecho a la defensa y sin escuchar su versión. No deja de tener gracia que sean los más feministas los que sufran la negación de la presunción de inocencia que tan airadamente niegan a los otros hombres que ellos antes habían acusado.
Parece que esto podría ser solo el principio. La historia demuestra que en los movimientos de izquierda de todo tipo, pero sobre todo en la política, se produce siempre una carrera de ratas especialmente violenta en la que los más fuertes van eliminando a los más débiles para lograr la hegemonía sobre el colectivo, lo que se llama la ley de hierro de la oligarquía. Los «cazadores woke» del periodismo podrían estar en peligro y acabarán siendo víctimas de la caza de brujas que ellos mismos jalearon. ¿Quién lo hubiera imaginado?