La inflación, es un fenómeno económico que erosiona silenciosamente el poder adquisitivo de las personas y está en boca de todos últimamente, aunque la gente se empeñe en decir que es que los precios están por las nubes pero eso no tiene nada que ver con el déficit público y el aumento de la deuda pública. A pesar de los intentos gubernamentales por minimizarla, la inflación persiste, y en este artículo examinaremos cómo los gobiernos de izquierda, como el de Pedro Sánchez en España, contribuyen al empobrecimiento de la población a través de la inflación, tomando ejemplos de Argentina y España.
La inflación persistente en España
El Gobierno de Pedro Sánchez ha insistido en que la inflación está bajo control, pero los datos dicen lo contrario. Los informes revelan que la inflación en España no solo no ha bajado, sino que ha ido en aumento. En julio de 2023, la tasa interanual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se situó en un preocupante 2,3%, cuatro décimas más alta que en junio. En agosto, esta tasa aumentó aún más, llegando al 2,6%.
Sin embargo, la verdadera alarma se encuentra en los datos mensuales, que muestran un incremento de los precios del 0,2% en julio y del 0,5% en agosto, casi el triple. Esto demuestra que, en lugar de moderarse, la inflación está ganando impulso en los últimos meses, lo que plantea desafíos significativos para su control.
Uno de los aspectos más preocupantes de esta situación es el impacto en el poder adquisitivo de las familias. La inflación subyacente, que excluye los alimentos y la energía, ha demostrado ser especialmente resistente a la desaceleración. En julio, esta tasa alcanzó un alarmante 6,2% interanual, tres décimas más alta que el mes anterior. En agosto, aunque se moderó ligeramente, se mantuvo en un elevado 6,1%.
Esto significa que los precios han estado aumentando muy por encima de los salarios durante meses, lo que resulta en un crecimiento acumulado de la inflación extremadamente alto. En resumen, la inflación está erosionando de manera constante el poder adquisitivo de las familias en España.
El gobierno de Pedro Sánchez y su realidad paralela
El gobierno de Pedro Sánchez parece vivir en una especie de realidad paralela, donde los menores incrementos de los precios se consideran descensos, y donde la deuda se interpreta como prosperidad. Es el neolenguaje que George Orwell anunciaba en su novela 1984, en la que el poder manipulaba a la población mediante el cambio de significado de las palabras. Esta actitud tiene consecuencias graves para la economía española. La deuda pública se acerca peligrosamente a los 1,6 billones de euros, el déficit estructural se dirige hacia el 5%, y el gasto público desmedido se intensificó durante el período electoral.
Mientras el Gobierno sostiene que se está produciendo un crecimiento económico, la realidad es que España se encuentra rezagada y es uno de los últimos países en recuperarse a niveles pre-pandemia. En lugar de crear empleo, se está distribuyendo, y los ciudadanos están sintiendo la presión de precios en aumento, lo que dificulta llegar a fin de mes y pagar las facturas pero el PSOE les ha convencido de que todo se debe a la guerra en Ucrania, a la pandemia, a los precios del petróleo o a los malvadísimos empresarios y la mayoría de la población acepta ese discurso sin rechistar porque ven que el PSOE sube las pagas a funcionarios y parados y las pensiones de los jubilados, aunque esas subidas son precisamente causa esencial del aumento de los precios (imprimir más billetes, lógicamente, hace subir los precios).
El gasto desmedido a base de deuda pública del Gobierno de Sánchez está presionando artificialmente los precios al alza, lo que complica la transmisión efectiva de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE). Esto significa que el BCE puede verse obligado a mantener su política expansiva durante más tiempo y con mayor intensidad para contrarrestar la inflación. Además, las altas tasas de impuestos, la inseguridad jurídica y la incertidumbre están ahuyentando las inversiones y provocando el cierre de miles de empresas, lo que agrava aún más el problema económico.
El ejemplo de Argentina
Para entender cómo los gobiernos de izquierda pueden contribuir al empobrecimiento a través de la inflación, basta con mirar hacia Argentina. Durante casi veinte años, el país sudamericano ha sufrido de una inflación crónica, en gran parte como resultado de políticas económicas desacertadas basadas en los subsidios y las pagas para todo el mundo y una falta absoluta de responsabilidad fiscal.
Al no estar bajo una moneda internacional (como España está en el Euro), el caso argentino es un ejemplo clarísimo de cómo el gasto público desmedido acaba empobreciendo a toda la población. Ante subidas deprecio de cualquier producto, la reacción de los políticos argentinos nunca ha sido liberalizar los factores de oferta y demanda que intervenían en el mercado sino ordenar a su Banco Central que imprimiera más billetes para regalárselos a los colectivos supuestamente perjudicados. Al haber más billetes en circulación mientras existe la misma riqueza, los precios suben (si no entiendes esto último tienes un problema grave de incomprensión de los fundamentos básicos de la economía, igual que la mayoría de la población en España y Argentina).
La inflación en Argentina ha erosionado constantemente el poder adquisitivo de los ciudadanos, haciendo que los precios suban a un ritmo vertiginoso. Esto ha llevado a la pérdida de confianza en la moneda local y la búsqueda constante de refugio en monedas extranjeras, como el dólar estadounidense. La inflación también ha contribuido a la creciente desigualdad económica y al aumento de la pobreza en el país, que ha pasado de disponer de una renta per cápita similar a la española a sólo un tercio: están en la miseria.
La inflación persistente en países como España y el ejemplo de Argentina nos muestran cómo los gobiernos de izquierda pueden contribuir al empobrecimiento de la población a través de políticas económicas desacertadas y un gasto desmedido. La inflación erosiona el poder adquisitivo de las personas, aumenta la incertidumbre económica y dificulta la inversión y el crecimiento sostenible. Es importante que los gobiernos reconozcan la gravedad de este problema y tomen medidas efectivas para controlar la inflación y proteger a sus ciudadanos de sus efectos perjudiciales a largo plazo.