La Ley Orgánica 10/2022, de Garantía Integral de la Libertad Sexual conocida popularmente como la Ley del «Solo Sí es Sí,» ya se sabía que iba a ser una fuente de problemas desde antes de su promulgación. Esta norma, promovida por Irene Montero y su círculo político, la Chupipandi o Banda de la Tarta, aseguraba fortalecer la protección de las víctimas de delitos sexuales y establecer un estándar más claro de consentimiento en las relaciones sexuales. Sin embargo, su pésima redacción y el error de base de sus conceptos por falta de formación jurídica de los redactores ha tenido consecuencias nefastas, permitiendo la rebaja de penas e incluso la liberación de condenados por delitos sexuales. La Ley del «Solo Sí es Sí» es una chapuza legislativa que ha acabado afectando al caso de La Manada de Pamplona, precisamente uno de los sucesos que empujó al Gobierno a promulgar semejante bodrio.
Desde el inicio, la Ley del «Solo Sí es Sí» ha sido objeto de críticas fundamentadas. A pesar de que su objetivo era mejorar la protección de las víctimas de delitos sexuales y en las cabezas del Ministerio de Igualdad parecía un plan sin fisuras, en la práctica ha resultado ser una chapuza legislativa que ha generado más problemas de los que resuelve.
Uno de los aspectos más controvertidos de esta ley es la rebaja de penas para los condenados por delitos sexuales. Mientras se convierte a todos los hombres en presuntos delincuentes sexuales pendientes de que una mujer diga si hubo o no consentimiento válido (y tiene veinte años para arrepentirse), considera a los delincuentes sexuales efectivamente condenados por los Tribunales como si fueran víctimas del patriarcado, ese ente maligno que rebota en las cabezas huecas de las charos, y les rebaja las condenas.
Como se ha mencionado, el Tribunal Superior de Justicia de Navarra (TSJN) redujo en un año la pena de prisión impuesta por el Tribunal Supremo a uno de los condenados de la Manada por la violación grupal de los Sanfermines de 2016 en aplicación de esta ley. El argumento utilizado para esta reducción es que la pena original de 15 años estaba «próxima» al mínimo legal y que la Ley del «Solo Sí es Sí» había rebajado los mínimos legales de manera significativa.
Además, esta ley ha generado confusión en torno al concepto de consentimiento sexual. Si bien ya existía un estándar claro de consentimiento en las relaciones sexuales basado en el consentimiento mutuo (aunque Montero, Pam y la Chupipandi no lo sabían), la Ley del «Solo Sí es Sí» ha sido criticada por su rigidez y por no tener en cuenta las complejidades de las interacciones humanas. Esto ha llevado a preocupaciones sobre la criminalización de conductas que, si bien pueden no ser éticas o de buen gusto, no deberían considerarse delitos y, si no, que se lo pregunten al expresidente de la Federación Española de Fútbol.
La Ley del «Solo Sí es Sí» también ha tenido un impacto negativo en la justicia penal y en la percepción de la sociedad sobre la protección de las víctimas de delitos sexuales. La reducción de penas ha llevado a la sensación de que los agresores sexuales pueden evadir castigos más severos y que la justicia no se está cumpliendo adecuadamente.
El caso de La Manada de Pamplona es emblemático de las deficiencias de la Ley del «Solo Sí es Sí.» A pesar de la gravedad de los delitos cometidos por este grupo de hombres, la aplicación de esta ley resultó en una reducción de la pena de uno de los condenados de 15 a 14 años. Por supuesto que esto no supondrá ninguna dimisión ni nadie del Gobierno aceptará su responsabilidad en esta rebaja de condenas. Muy al contrario se acusará a los jueces de ser unos fachas o se le echará la culpa al heteropatriarcado o simplemente se buscará a algunos chavales de un instituto gastando bromas en el whatsapp para desviar la atención y que la bola siga rodando.
