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lunes, 25 noviembre 2024

No es solo el aceite

EspañaNo es solo el aceite

La inflación en España ha estado en el centro de atención en los últimos meses, y no es para menos. En agosto, alcanzó un preocupante 2,6%, lo que significa que los precios de los bienes y servicios en el país están aumentando a un ritmo acelerado. Este aumento no ha pasado desapercibido para los españoles, ya que afecta directamente a su poder adquisitivo y calidad de vida. Además, algunos de los sectores más afectados por esta inflación son los alimentos y la energía, lo que agrega más presión sobre los bolsillos de las familias.

Uno de los factores que ha contribuido significativamente a esta espiral inflacionista en España ha sido el aumento de los precios de los alimentos. Los datos revelan aumentos notables en productos básicos que forman parte de la dieta de los españoles. El aceite de oliva, un elemento esencial en la cocina española, ha experimentado un alarmante aumento del 52,5% en los últimos 12 meses y un 8,7% en tan solo un mes. Pero no es el único producto afectado; el azúcar aumentó un 42,5% en el último año, el arroz un 21,6%, y las patatas un 18%. Estos incrementos son, en gran medida, resultado de malas cosechas debido a la sequía y la reducción de exportaciones. La situación se vuelve aún más preocupante cuando se considera que estos alimentos son la base de la alimentación de muchas familias españolas, y sus aumentos de precio afectan directamente a su capacidad de compra.

El sector de la carne también ha sido golpeado por la inflación. La carne de cerdo, en particular, aumentó un 15,6% en comparación con agosto de 2022. Otros productos ganaderos como el vacuno y el cordero no se quedaron atrás, con incrementos de más del 6%. Incluso productos lácteos básicos como la leche han experimentado un aumento del 15,1% en el último año. Los huevos no se quedan atrás, con un aumento del 12,6%. Estos aumentos de precios en los alimentos se explican por el encarecimiento de los piensos para el ganado, las altas temperaturas que afectan la producción y los costos energéticos en las explotaciones ganaderas. Los consumidores se ven atrapados en medio de una tormenta perfecta de factores que encarecen su cesta de la compra diaria.

La inflación no se detiene en los productos frescos, sino que también afecta a los alimentos procesados. La confitería, por ejemplo, ha aumentado un 18,2% en el último año, mientras que los precios de los helados subieron un 16,1%. Incluso la cerveza, una bebida popular en España, aumentó un 11,5%. Esto significa que no solo los alimentos básicos, sino también los placeres ocasionales, se están volviendo más costosos para los consumidores españoles.

Otro sector que ha sido objeto de atención debido a la inflación es el de la energía. Aunque la electricidad ha disminuido un 49,6% en comparación con el año anterior, en agosto se produjo un aumento del 0,6%. El gas también disminuyó un 21,1%, pero los carburantes, aunque un 18,5% más bajos que el año pasado, aumentaron un 9,9% en un mes. Estos datos ponen de manifiesto la volatilidad de los precios de la energía, lo que afecta directamente a los costos de vida de los españoles, ya que muchas familias dependen en gran medida de la electricidad y los combustibles para sus necesidades diarias.

La pregunta que surge de manera natural es: ¿qué está alimentando esta espiral inflacionista en España? La respuesta se encuentra en las políticas de gasto público del Gobierno liderado por el PSOE y los comunistas. Si bien es importante recordar que la inflación no tiene una única causa y depende de múltiples factores, las políticas de gasto desmedido y déficit público descontrolado son el factor esencial que las alimenta.

El aumento del gasto público sin un correspondiente aumento en la recaudación de impuestos por el aumento de la producción o una gestión fiscal responsable puede llevar a un exceso de demanda en la economía. Esto significa que hay demasiado dinero en circulación persiguiendo una cantidad limitada de bienes y servicios, lo que impulsa los precios al alza. Además, el aumento del gasto público puede generar expectativas de inflación entre los consumidores y las empresas, lo que a su vez puede conducir a aumentos de precios aún más significativos.

En el caso de España, el Gobierno liderado por el PSOE y los comunistas ha llevado a cabo una serie de medidas que han aumentado el gasto público de manera considerable. Esto incluye la subida de las pensiones, implementación de programas de subsidios, pagas y ayudas, así como un aumento en el gasto en subvenciones y proyectos públicos. Aunque estas medidas pueden ser populares en el corto plazo, también tienen efectos negativos a largo plazo, como el aumento de la inflación. Imprimir más billetes para luchar contra la inflación es apagar el fuego con gasolina.

Además, las políticas gubernamentales también pueden influir en la inflación a través de la regulación de los mercados y la fijación de precios. En algunos casos, las intervenciones del gobierno han distorsionado los precios de los productos básicos y generar presiones inflacionarias. Esto es particularmente relevante en el contexto de los alimentos, donde la regulación de precios y la gestión de la oferta pueden tener un impacto significativo en los costos.

Lo mismo ha ocurrido con las medidas adoptadas en el sector de la vivienda, pensadas para favorecer a okupas, que han acabado reduciendo el mercado de alquiler y, por tanto, encareciendo los precios.

En resumen, la inflación en España está teniendo un impacto negativo en el poder adquisitivo de los españoles, especialmente en lo que respecta a los alimentos y la energía. Si bien hay múltiples factores que contribuyen a esta espiral inflacionista, las políticas de gasto público desmedido del Gobierno de PSOE y los comunistas también desempeñan un papel importante en la aceleración de la inflación. Desafortunadamente hay pocas esperanzas de que este disparate económico se termine porque los referentes intelectuales en materia económica de todos estos políticos son discapacitados intelectuales como Eduardo Garzón, el que decía que la pobreza se acaba imprimiendo papelitos para hacer a todo el mundo funcionario, y así nos va.

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