Reconozco que todo este asunto de la selección femenina me produce una pereza enorme. De entrada vaya por delante que nunca he visto fútbol femenino y desde que se ha montado todo este jaleo todavía pienso ver menos; bueno, menos no porque menos que cero no hay nada.
El que haya titulado el artículo como circo de la selección femenina se debe a que todo lo que rodea a esas jugadoras se ha enmierdado al estilo Podemos y ya no tiene ningún interés deportivo sino que todos los que nos informamos sobre sobre este tema o bien lo hacemos por seguir el salseo, cómo yo, o bien lo hacen porque les interesa el tema político y forman parte de las tribus identitarias dispuestas a quemar vivos a todo el que se salga del discurso feminazi. La prueba de que esto es cierto la tenemos en que sabemos que han convocado a las jugadoras para un partido de la selección pero nadie sabe contra quién van a jugar ni qué posibilidades hay de ganar o perder ni en qué competición juegan ni ningún dato relacionado con el deporte, solo existe la polémica feminista que se inició a raíz del beso del Rubi y la Jenny.
¿Cómo va el asunto?
Hasta que haya un nuevo comunicado difundido por las cuentas en las redes sociales, que es la manera en que se está desarrollando todo este incidente, por ahora sabemos que la situación está estancada.
De un lado sabemos que las jugadoras se han plantado con su discurso solicitando cambios estructurales en el fútbol pero no especifican en qué consisten esos cambios estructurales salvo en una lista de 50 nombres que han enviado a la Federación pidiendo su cese inmediato. Me imagino la cara de estupefacción en la sede de la Federación cuando se haya recibido esa lista de nombres sin que junto a ellos figure la causa por la que deben ser cesados. Las futbolistas simplemente exigen el despido de 50 empleados de la Federación porque ellas lo valen pero no dan la causa del despido: eso que en derecho laboral se llama despido nulo.
En la Federación no saben qué hacer con este asunto y están realmente asustados porque temen que un paso en falso les arrastre en esta hoguera de las vanidades y cualquiera que meta la pata será inmediatamente fustigado por todas las terminales mediáticas del PSOE y de Podemos y será arrastrado por el fango público con la consecuencia que todo el mundo sabe: su despido irremisible y su muerte civil. Pero además de todo el juego político, las competiciones siguen su curso y hay un partido próximamente para el que las jugadoras han sido convocadas.
Ante esa convocatoria las jugadoras reaccionaron con otro comunicado en el que acusaban a la Real Federación Española de Fútbol de no enterarse de nada, o es decir, de no seguir sus órdenes y anunciaban que no iban a acudir a la convocatoria. Lógicamente la Real federación española de fútbol le recordó que acudir a la convocatoria de una selección nacional es obligatorio y que no presentarse puede implicar multas de 10.000 a 30.000 euros y la pérdida de la licencia federativa para practicar el respectivo deporte, así que las jugadoras se presentaron con cara de pocos amigos y ya veremos cómo juegan. ¡Como si las estuviesen obligando a picar piedra apunta de pistola, que vais a jugar al fútbol!
Capítulo aparte merece la Jenny, a la que la nueva entrenadora, que tampoco me acuerdo ahora de cómo se llama ni me importa mucho porque seguramente también la echarán a patadas dentro de una dos o tres semanas, anunció que no la convocaba porque consideraba que era lo mejor para protegerla de todo el jaleo que había a su alrededor. Como era de esperar la jugadora reaccionó mediante un comunicado en el que llena de ira preguntaba de qué o de quién había que protegerla, como si hace una semana no hubiese presentado una denuncia por abusos sexuales y según las jugadoras la Federación no estuviese todavía llena de los mismos monstruos machistas que las han llevado a esta supuesta situación insostenible. Lo pongo en claro para que hasta la Jenny sea capaz de entenderlo: no te convocan para protegerte de esas cincuenta bestias machistas que habéis puesto en una lista y que todavía campan a sus anchas en la Federación, no vaya a ser que seas otra vez víctima de abusos sexuales y entonces ya…
¿Cómo va a seguir el tema?
Lo normal sería que conforme pasen los días vayan saliendo nuevos escándalos y todo este jaleo del fútbol femenino sea otro globo que se desinfla. ¿Quién se acuerda ahora de los chavales del colegio mayor que lanzaban cánticos soeces a sus compañeras de enfrente o del dineral que costó el viaje de la cuchipandi de Irene Montero a Nueva York? No tardará en haber otro asunto del que ocuparse en las redes sociales y todo quedará en el olvido.
Lo que sí está claro es que estas turbulencias van a suponer la muerte de la deficitaria liga femenina de fútbol porque la inmensa mayoría de su público potencial, los consumidores de fútbol, pertenecemos al patriarcado opresor que ellas denuncian y, lógicamente, no me apetece ir a ver a unas niñas para que me insulten. Haber ganado el campeonato del mundo hubiera sido una palanca en la que se podían haber apoyado para promocionar su deporte pero han elegido feminismo: con su pan se lo coman.
Y, por supuesto, que quede claro: #YoNoVeoFutbolFemenino