La turra que nos van a dar socialistas e independentistas de aquí a la votación de investidura de Pedro Sánchez va a ser monumental. Que nadie tenga la más mínima duda de que los catalanes votarán a favor de Pedro Sánchez porque saben que le tienen cogido por salva sea la parte y es al único al que pueden exprimir, porque conocen la absoluta falta de escrúpulos del actual presidente del Gobierno en funciones.
Ayer viernes el Parlamento de Cataluña votó una moción por la que instaba a los partidos independentistas a sostener una posición firme en las negociaciones con el partido Socialista sobre la investidura. Ese acuerdo debería reunir dos puntos que consideran esenciales.
El primero de ellos es la amnistía, en la que parece que ya existe un acuerdo en el fondo pero falta concretar las formas. Dentro del PSOE nadie cree que la amnistía sea legal y la inmensa mayoría de ellos saben que el resto de España está estupefacta viendo como el PSOE se lanza barranco abajo a cometer una fechoría de ese calibre pero nadie se atreve a levantarle la voz a Pedro Sánchez y todos mantienen a pies juntillas la disciplina del partido. Nadie en España, salvo el ingenuo de Núñez Feijoo, piensa que existan esos socialistas buenos que en un momento dado votarán en contra de la amnistía y sólo se espera a ver exactamente cómo se va a articular legalmente algo que prohíbe expresamente la Constitución.
El segundo punto que los independentistas consideran clave dentro de las negociaciones es el referéndum de independencia. La resolución aprobada ayer establece que los partidos independentistas «no investirán a ningún presidente del Gobierno que no se comprometa a trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración del referéndum». ¿Y esto qué significa? Pues evidentemente se puede traducir como que los independentistas exigen el referéndum pero sabiendo que es absolutamente inconstitucional y que cualquier iniciativa legal que vaya en ese sentido va a ser inmediatamente paralizada por los tribunales, van a seguir cotorreando acerca del referéndum y sobre Cataluña y su independencia y toda esa canción a la que nos tienen habituadas pero al final van a acabar votando a Pedro Sánchez porque todo lo que no sea el PSOE va a ser peor para ellos. Además, así cuando pasen los meses y, ya con el nuevo gobierno socialista en el poder, el referéndum no salga adelante, podrán victimizarse otra vez y acusar al estado español de traicionarles y volver con la cantinela de que España ens roba y todo toda esa perorata tan cansina que llevamos ya tantos años escuchando.
La nota folklórica de la sesión de ayer en el Parlamento de Cataluña la puso el líder del Partido Socialista de Cataluña, Salvador Illa, rechazando la celebración del referéndum y avisando de que estarían en ese caso dispuestos a ir a unas nuevas elecciones generales. Las risas se han escuchado en Tenerife porque cuando llegue el momento de votar recibirá una llamada al orden desde Ferraz y tendrá que comerse sus palabras.
Que no piense nadie que esas declaraciones de Illa son inocentes: él sabe perfectamente que no pinta nada en este asunto y que tendrá que acatar lo que diga Pedro Sánchez sin rechistar pero tiene que ganarse su minuto de gloria para salir en la tele y seguir engañando a los votantes catalanes que piensan que el PSC no es un partido independentista, no sea que se pasen al Partido Popular.
El carrusel de declaraciones altisonantes no ha hecho más que empezar y de aquí al día de la votación de la investidura de Pedro Sánchez vamos a recibir una paliza a base de discursos en los que todo el mundo demostrará que sabe sacar tajada de la debilidad del candidato socialista y de sus pocos escrúpulos. Los primeros han sido los independentistas catalanes, que siempre tienen que dar la nota, pero después vendrá el resto de la morralla periférica a ver cuánto le pueden sacar al PSOE a cambio de unos votos.
¡Y todavía nos queda Podemos!