Ayer domingo Cataluña habló alto y claro: cientos de miles de personas se manifestaron por las calles de Barcelona para protestar contra el amaño de Pedro Sánchez y los independentistas por el que unos le dan los votos al corrupto y otros cambian las leyes para que los delincuentes se libren de la cárcel. Suena a película de mafia pero es lo que está ocurriendo a la vista de todos.
Hay que tener clarísimo que lo que va a hacer Pedro Sánchez es la mayor corrupción que puede cometer un político: cambiar las leyes para favorecer a otro político que le de los votos para mantenerse en el poder, es algo que daría vergüenza si lo estuviéramos viendo en una película pero es que lo estamos viendo en la realidad triste de la política española. El PSOE está intentando acabar con la honradez y todo lo que huela a honestidad para justificar las maniobras que está haciendo para no perder el poder.
En los tiempos que corren, llama la atención que se aplica a la muerte civil a quienes en un momento de euforia puedan dar un beso más o menos consentido pero que los delincuentes fugados que organizan un golpe de estado tengan el apoyo de quienes tienen el poder.
La organización Sociedad Civil Catalana organizó una manifestación sin el apoyo de los partidos y situándose por encima de las siglas políticas; con eso consiguió atraer a entre 50.000 personas, según la Policía municipal de Barcelona entre paréntesis socialistas) y 300,000 personas según ellos mismos. En la manifestación los partidos políticos que se sumaron, Partido Popular, Vox y Ciudadanos, se cuidaron muy mucho de sacar pancartas con sus siglas. Tampoco se fletaron autobuses ni se hizo ningún llamamiento para que acudiesen los militantes desde cualquier punto de España. Con todas esas limitaciones, Sociedad Civil Catalana logró convocar a más gente que la que hace seis años protestó contra el golpe separatista de Puigdemont.
La asistencia masiva a la manifestación de Barcelona, frente a la al ridículo poder de convocatoria de las asociaciones separatistas demostrado en las últimas semanas (unas 2.500 personas en total), pone de manifiesto que el pueblo está harto de sufrir en sus carnes el expolio a que le somete la élite nacionalista con la excusa de un paraíso independiente que todos saben que es mentira. Cataluña ha hablado claro y se ha manifestado contra la compra de votos para la investidura de Pedro Sánchez. Los catalanes quieren ser libres e iguales; no consienten que algunos puedan saltarse la ley porque sean poderosos o porque tengan unos votos que le hacen falta a otros poderosos.
Los intervinientes, aparte de leer sus manifiestos y lanzar sus discursos, dejaron claro que lo que se está defendiendo es un proyecto de España conciliadora y contrario a la división y al enfrentamiento constante que intentan imponer los partidos de izquierda y las minorías nacionalistas periféricas. Conceder la amnistía, según los políticos que leyeron los manifiestos, significa legitimar a los golpistas y deslegitimar a la justicia, creando una disyuntiva entre la Constitución y el caos.
Finalmente hay que destacar que a diferencia de todas las manifestaciones organizadas por los independentistas, no hubo destrozos de mobiliario urbano, no se quemaron coches de policía y no hubo que lamentar desgracias de ninguna clase. No todos somos iguales . Y ya sabemos que la violencia siempre está en un lado y quienes defendemos la paz y la concordia, estamos enfrente.
Y ahí vamos a seguir.
Lo que se ha visto estos días en las manifestaciones de Madrid y Barcelona es lo mismo que pensamos la inmensa mayoría de los españoles.
Cuesta trabajo que Pedro Sánchez vaya a caer tan bajo por tal de mantenerse en el sillón.
Pero lo peor de todo es que todo el mundo está seguro de que va a hacer lo que haga falta sin miramientos para seguir cuatro años más en Moncloa.
De todo lo que está pasando en Cataluña, lo mejor es ver que la chavalería ha empezado a entender que el catalán es un coñazo al que les obligan a usar en el colegio pero que no sirve para nada.
En cuanto salen de clase se conectan con sus móviles a Internet donde todo el contenido interesante, sus youtubers favoritos y la música que les gusta, todo está en español.
Entre ellos tienen que hablar en catalán en el patio del colegio para no ser castigados por los comisarios políticos de la la Generalidad de Cataluña pero en cuanto empiezan a chatear online se pasan al español, porque ya se han dado cuenta de que es un idioma que abre puertas en vez de cerrarlas como hace esa lengua regional, que ya se han dado cuenta de que no es más que una imposición de los politiquillos de la boina.
Y lo mismo pasa con la música en catalán.
¿A quién le importa lo que canten cuatro paletos en una esquina de España si no se les entiende?