Nunca he tenido un teléfono de Vodafone excepto una tarjeta que compré una vez para no sé qué experimento pero nunca he confiado en ellos porque nadie me habló bien de el operador rojo ni de su servicio de atención al cliente. Más bien todo lo contrario, lo que he oído siempre de Vodafone han sido historias de clientes insatisfechos echando pestes y buscando una compañía a la que huir desesperadamente. Por eso ahora no me extraña que después de veinticuatro años en nuestro país, hayan decidido irse antes de acabar de hundirse del todo.
Vodafone llegó a España en 1994 comprando una parte de Airtel, una de las primeras operadoras de móvil que hubo en España y que arrancó junto con la telefonía móvil en 1994. Poco a poco fue comprando mayores participaciones en la compañía hasta llegar al 100% en el año 2001, después de haber desembolsado unos veinte mil millones de euros en total. Con ese control total coma Vodafone rompía su alianza en España con British Telecom e iniciaba un camino en solitario que no le ha resultado nada fácil. De todos modos eran tiempos boyantes y en 2007 Vodafone compró Tele2 en España e Italia y en 2014 se hizo con el operador Ono por siete mil doscientos millones de euros.
Con todas esas compras y participando en el pool del fútbol, Vodafone se convirtió en la segunda operadora de España y este país pasó a ser el mayor mercado europeo de la compañía detrás del propio mercado británico.
En el año 2020 Vodafone España celebró su 25 aniversario (en el que incluyeron los años en los que Airtel estuvo funcionando como marca propia) y haciendo unas cuentas a grosso modo, revelaron que entre compras de empresas e infraestructuras, la inversión total de la empresa en España estaba alrededor de los treinta y ocho mil millones de euros.
Lógicamente buena parte de esas inversiones las ha recuperado vía amortizaciones pero me he quedado pasmado al saber que el precio de venta de la compañía, por el que Vodafone abandona definitivamente el mercado español, es de solo cinco mil millones de euros.
El comprador es Zegona, una compañía financiera que ya tiene cierta experiencia en el mercado de las telecomunicaciones y que piensa que la clientela de Vodafone todavía vale lo que están pagando, aunque de los 5.000 millones 4.100 serán en efectivo y 900 millones en forma de acciones preferenciales del propio fondo británico.
Los clientes de Vodafone, de todas maneras, no tienen por qué alarmarse porque la compañía va a seguir funcionando igual (de bien o de mal según le vaya a cada uno) y Zegona ha conseguido incluir en el contrato una cláusula por la que pueden seguir utilizando en el mercado español la marca Vodafone y mediante un pago anual mantendrá otra serie de acuerdos transitorios que le permitan un utilizar la infraestructura global de Vodafone para los clientes en España y para la itinerancia internacional.
La salida de Vodafone, aunque ya se conocía desde hace tiempo que estaban buscando comprador, es la confirmación de que la marcha de la compañía no era tan buena como sus directivos querían hacer ver. Esto era todavía más evidente desde que abandonó el fútbol como reclamo y pasó a ser una compañía de segundo nivel, porque en España, nos guste o no, las operadoras potentes ofrecen el fútbol en sus catálogos.
A mí personalmente me da la sensación de que la marcha de Vodafone, que tampoco es especialmente buena en la mayoría de los mercados donde opera, es el reflejo de lo que está pasando con el Reino Unido desde que iniciaron esa estúpida aventura del Brexit pensando que ellos eran tan guapos y tan chulos que podían ir solos por el mundo porque eran los mejores para hacer negocios desde la reina Victoria a esta parte.
Pues va a ser que no.
Yo tampoco conozco a nadie que esté contento con Vodafone y lo que sí he oído son historias de terror sobre problemas con ellos con las bajas, con teléfonos que no funcionaban y con una cosa que inventaron que era un wifi móvil que al parecer no les ha funcionado nunca bien y que prometía una instalación de teléfono fijo más Wi-Fi basado en un móvil GSM pero que luego tenía un wifi más bien mediocre y muchas veces no funcionaba ni el propio teléfono.
Si se van, es porque ven que aquí ya no tienen futuro pero es que tengo la sensación de que la propia Vodafone tampoco lo tiene muy bien montado en el resto del mundo y es una compañía en plena decadencia. No me extrañaría que acabese a base siendo comprada por una teleco asiática o de los países árabes.
No sé yo si el Reino Unido permitiría que le comprasen a su principal compañía telefónica, que ahora está muy subido con lo del Brexit y el imperio británico.