Desde hace ya varios años resuena con fuerza el mensaje que la asociación Una Policía para el Siglo XXI viene dando sobre la realidad cotidiana de las fuerzas de seguridad en España. Según sus cabezas visibles, Samuel Vázquez y Josema Vallejo, el modelo policial actual no está pensado para proteger a los ciudadanos sino que ha virado para dedicarse a proteger al poder. La entrada en los cargos policiales de personas sin conocimiento de criminología o experiencia policial pero con carnet del partido, ha hecho que el esfuerzo policial se oriente a proteger a quienes designan a esos cargos policiales. O dicho en román paladino, que los políticos han hecho de la policía un cortijo en el que van colocando a sus peones para tenerlo todo controlado y, si hace falta, azuzarla contra el rival político.
Por supuesto, esta tesis no es la única que defienden desde esta asociación sino que es solo una de las facetas del desastroso rumbo que han tomado las fuerzas de seguridad en los países europeos. En un libro titulado Don’t fuck the police, los promotores de esta asociación relatan muchos casos que ejemplifican perfectamente ese cambio de modelo policial y cómo se ha perdido el respeto a la autoridad o cómo la inmigración masiva descontrolada se traduce directamente en una explosión de la delincuencia en las ciudades europeas.
Sin embargo lo que me ha traído a la cabeza este asunto del modelo policial ha sido la actuación de la Policía Nacional en la tímida protesta que hubo ayer viernes cerca de la sede del partido Socialista en la madrileña calle Ferraz.
Ayer mismo a través de las redes sociales se empezó a difundir un mensaje que invitaba a los españoles, genéricamente sin aludir a ningún partido, a acudir a las sedes del partido socialista para dejar bien claro que los españoles estamos mayoritariamente en contra de la deriva totalitaria que en la que ha entrado el PSOE de Pedro Sánchez. A esa convocatoria respondieron en Madrid unas 3000 personas que a partir de las siete de la tarde se fueron acercando hacia la calle Ferraz pero se encontraron con una sorpresa.
Resulta que en la misma policía que nos dice que no tiene agentes para vigilar las fronteras e impedir la llegada descontrolada de inmigrantes y devolverlos a sus países de origen, sí tenía ayer doscientos policías preparados para que nadie se acercase a menos de trescientos metros de la sede socialista. Los mismos policías que dicen que no pueden mover a cuatro pelagatos que se sientan en medio de una carretera para protestar por la pesca de la anchoa en Terranova, si tenía ayer vehículos protegidos para bloquear contundentemente el avance de cualquier manifestante. La misma policía que asegura estar atada de pies y manos para impedir que un perroflauta se salte el torno del metro, ayer exhibió impúdicamente material antidisturbios de la máxima contundencia, empezando por las escopetas de pelotas de goma.
La policía hizo exactamente lo que se esperaba que hiciera: defender el cortijo.
Ante eso los españoles nos preguntamos si realmente la policía serviría para algo en el caso de que Pedro Sánchez siguiera adelante con su asalto al poder y el partido Socialista consumara un golpe de estado.
Y la respuesta no puede ser más triste: la policía va a obedecer al Ministro del Interior, sea del signo que sea. En ningún caso y en ningún país la policía ha desobedecido al gobierno y si ese gobierno toma la senda de la dictadura, la policía se convertirá en la policía de la dictadura. Ninguno de ellos quiere perder su trabajo y su plaza de funcionario por desobedecer. Por eso conviene tener bien claro que si los españoles decidimos que el Estado se ha convertido en una herramienta de un partido político contra la voluntad del pueblo, estaremos solos.
Se equivoca quien piense que se puede enfrentar al estado con la ayuda de los jueces, la policía o el ejército; eso es el Estado. Pero la nación, el pueblo, somos nosotros y es en los españoles y no en el Estado en donde reside la soberanía nacional.
Pues la verdad es que yo creo que cuando Josema Vallejo y Samuel Vázquez escribieron su libro, todavía pensaban que eso de que la policía fuera un cortijo sólo iba a tener implicaciones en la lucha contra la delincuencia.
No creo que se imaginaran que la degradación de la vida política que ha traído Pedro Sánchez y el PSOE, iba a llegar al punto de que la policía se convirtiera en una herramienta de violencia política del Gobierno socialista contra los partidos de la oposición.
Cuando eso sucede la policía pierde toda su legitimidad y los ciudadanos empezarán a verla como un enemigo. Ya no se trata de eficacia o de cortijos, simplemente será el enemigo a batir.
Vamos a ver cómo se desenvuelven los acontecimientos punto parece que la actuación policial de anteayer en Ferraz coma la de lo que hace lacrimógenos, ha abierto un debate fortísimo dentro de la propia policía y los sindicatos policiales se han revuelto contra los mandos políticos que ordenaron esa intervención punto
Acabo de haber que ayer en la Gran Vía la policía se levantó los cascos, enseñar de que no pensaban actuar y simplemente se limitaron a acompañar a los manifestantes y a encauzar un poquito la cosa para que no se saliera de madre.
A ver qué pasa.