Cuando Nadia Calviño llegó en 2018 al Ministerio de Economía de la mano de Pedro Sánchez era una perfecta desconocida. Venía desde puestos altos cargos en el área económica de la Comisión Europea con cierto prestigio como economista seria. Se suponía que su presencia en el gobierno de Pedro Sánchez iba a servir para contener la política económica del gobierno socialista fuera del alcance del sector comunista del gobierno y que su es dilatada experiencia comunitaria iba a permitir al Gobierno español moverse con ventaja en las procelosas aguas de las finanzas comunitarias.
Ha fallado en todo
Nada más llegar su primera decisión consistió en revisar al alza los objetivos de déficit de España y elevar el techo de gasto público sin el correspondiente aumento de los impuestos, lo que abrió la puerta a un aumento desbocado de la deuda pública, que durante su mandato ha crecido en más de cuatrocientos mil millones de euros. Sólo con eso habría que echar a cualquier ministro de economía y no dejarlo volver a pisar España en su vida, pero eso sólo fue el principio. Una vez que vio que las políticas socialistas que ya se empezaban a aplicar estaban induciendo una desaceleración económica, no solo se negó a tomar medidas que la frenaran sino que salió en defensa de la estrategia del gobierno de Pedro Sánchez afirmando que no estábamos en una desaceleración económica sino que todos los indicadores iban a mejor. Donde todos los demás veíamos síntomas de preocupación, ella veía brotes verdes.
Pero la mayor metedura de pata de Nadia Calviño llegó en pleno éxtasis feminista justo antes de la pandemia junto el 9 de marzo de 2020. Preguntada sobre las manifestaciones feministas, la pandemia y los efectos que podría tener en la economía, afirmó sin pestañear que el efecto el impacto económico del coronavirus sería poco significativo para la economía española, disparate solo a la altura de aquel nefasto funcionario que dijo que el coronavirus solo tendría unos pocos casos en España. El hecho es que España tuvo el mayor retroceso de todas las economías desarrolladas, con una caída del PIB de casi el once por ciento. Mientras que Calviño no dejaba de lanzar mensajes motivacionales viendo brotes verdes por todas partes más propios de tazas de desayuno y memes de Internet que de un Ministro de Economía. El daño de aquella inactividad y de la negación de la evidencia de Calviño y de todo el gobierno de Pedro Sánchez se ha traducido en que nuestro país sea todavía el que menos terreno ha recuperado de todo lo que se perdió durante la pandemia.
Finalmente otra de sus torpezas más memorables vino cuando negó que la inflación tuviera unas causas subyacentes en la política económica del gobierno de Pedro Sánchez y la atribuyó a causas espúreas como la guerra de Ucrania o los problemas en la cadena de suministros que provocó la pandemia del coronavirus. Nadia Calviño tuvo los santos c****** de asegurar que la inflación era un fenómeno transitorio. Tan transitorio ha sido que en tres años se ha llevado casi un quince por ciento del poder adquisitivo en poder de compra de los españoles y nos lleva de cabeza al vagón de cola de la Unión Europea.
La gestión de Calviño sólo se puede calificar de desastrosa porque durante su mandato el salario mínimo interprofesional ha subido un 48% con un nulo aumento de la productividad, se han intervenido los precios de los alquileres provocando una reducción de la oferta que al final ha disparado los precios, y ha castigado a sectores como la banca o las eléctricas aprobando impuestos especiales que entusiasmarán a sus votantes pero que han supuesto un frenazo en la inversión del que la economía española tardará años en recuperarse. Se podría haber hecho peor pero es difícil, porque estando Pedro Sánchez al frente del gobierno el desastre está garantizado. Nadia Calviño sólo ha sido la marioneta que ha utilizado el ventrílocuo Sánchez para poder culpar a alguien de los desastrosos números que hoy día presenta la economía española.
Sin embargo, hay que entender que todos estos socialistas cuando afirman que vienen a mejorar la economía, en realidad se refieren a que vienen a mejorar la suya y en eso Nadia Calviño ha estado excepcionalmente bien. Al final se ha salido con la suya y ha logrado hacerse con la presidencia del Banco europeo de inversiones para lo que el Gobierno español ha tenido que recabar apoyos de Francia y Alemania entre otros países, pero lógicamente los tiburones europeos no regalan nada y, aunque no se sabe exactamente por donde han ido las cesiones, es seguro que algo estaremos perdiendo todos los españoles para que Calviño pase a tener un salario de 375.000 euros brutos anuales, exentos de impuestos nacionales como están los de todos los funcionarios comunitarios. Eso viene a suponer unos 30.000 euros brutos al mes. Ya te dije que venía a mejorar su economía y mira si lo ha conseguido.
Además, al salir del Gobierno español no solo deja de hacer constantemente el ridículo al que obligan a los ministros de economía las políticas socialistas y comunistas sino que deja de estar en constante enfrentamiento con el ala más radical del Gobierno, que antes era Podemos y ahora es Sumar, y ya no tendrá que luchar más para evitar subidas del salario mínimo, nuevos impuestos y subsidios al desempleo. La guerra sucia entre el departamento de economía que ella dirigía y el ministerio de trabajo de Yolanda Díaz queda ahora en suspenso y la comunista se sale con la suya porque será su modelo de subsidio de paro extendido el que se va a acabar imponiendo: más ruina para España.
En resumen, su gestión ha sido un auténtico desastre: el déficit público está fuera de control, la deuda no deja de aumentar, el desempleo crece constantemente y la economía no deja de mandar señales de colapso pero Nadia Calviño dejó su puesto en la comisión Europea porque venía a arreglar su economía y vaya que si la ha arreglado.