Que la Yoli es una discapacitada intelectual es algo que a estas alturas de la película todos deberíamos tener más o menos claro. Sin embargo es alucinante comprobar la cantidad de cándidos que piensan que el comunismo es una manera válida de organizar la sociedad y que creen que las medidas comunistas que aplica la Yoli nos van a llevar a una sociedad mejor.
Me he dado una vuelta por la página web de Sumar para saber qué piensan sobre la reducción de la jornada laboral y no salgo de mi asombro. Básicamente lo que Sumar quiere que creamos es que la introducción de una normativa nacional sobre la reducción de la jornada laboral nos va a hacer más felices porque vamos a tener más tiempo libre y así se va a reducir el estrés, mejorará nuestra salud mental y eso tendrá unos efectos mágicos sobre la productividad y la economía que nos hará un país mejor. Un plan sin fisuras.
La realidad sin embargo es bastante más tozuda.
El principio básico sobre el que se articula toda idea toda esta idea de que ya es el momento de reducir la jornada de trabajo, es que la robotización y la inteligencia artificial aumenta exponencialmente la capacidad de generación de valor de los trabajadores por lo que la productividad ya no se encuentra ligada a la jornada laboral sino al talento. Sin entrar a discutir en cuanto aumenta esa productividad con la automatización y la inteligencia artificial, a la Yoli se le olvida que en el país de al lado o en otra punta del mundo, también tienen esa misma robotización y esas mismas herramientas de inteligencia artificial y si los trabajadores dedican más horas a producir, podrán vender sus productos a menor precio y dejar a los trabajadores españoles en la calle, que es exactamente lo que viene ocurriendo desde hace treinta años en el sector industrial español. Eso, por supuesto, no lo tienen en cuenta porque no pueden dejar que un dato les estropee el relato.
En segundo lugar a la Yoli se le olvida que la robotización y la inteligencia artificial se pueden aplicar en el sector industrial y en algunos áreas de trabajo del sector servicios pero que un vigilante jurado no va a ver cambiado su rendimiento por estas herramientas, aunque su empresa sufriría un aumento de los costes laborales que tendría que trasladar vía facturas a sus clientes si se reduce la jornada de trabajo. Y lo mismo sobre un peluquero o una camarera y un sinfín de puestos de trabajo creados por PYMES, el 90% del tejido productivo español. Hay trabajos donde la productividad sí está muy ligada a la duración de la jornada laboral y establecer una normativa nacional homogénea para todos los trabajos es una garantía para el desastre, como siempre lo han sido las planificaciones comunistas.
En tercer lugar suena casi infantil escuchar a la Yoli decir que la reducción de la jornada laboral nos va a hacer más felices y más productivos porque, siguiendo esa lógica, lo normal entonces sería reducir la jornada laboral a la mitad o a la cuarta parte y ya sí que seríamos superfelices y superproductivos pero debe haber algo en esa argumentación que a ellos mismos les chirría porque no se atreven a proponer semejante reducción. Por algo será.
En el fondo quienes están escuchando con más atención todas estas cuestiones de reducción de la jornada laboral son los funcionarios españoles que se han establecido ya en el escaqueo como norma (¿dónde están los médicos de atención primaria?) y estarían encantados con otra reducción de la jornada para no tener ni que aparecer por supuesto de trabajo, que ya sabemos que trabajar, lo que se dice trabajar, trabajan poco pero están deseando (los que van) que no haya nadie controlándoles si aparecen por la oficina para llegar al ideal del funcionario español: el gran escaqueo.
Todo esto de la reducción de la jornada laboral, si se acaba poniendo en práctica, va a ser un nuevo clavo en el ataúd de las empresas españolas. A Chávez y Maduro les llevó veinte años llevar a Venezuela desde la primera posición entre las economías hispanoamericanas a la penúltima, sólo por encima de Cuba pero la Yoli y compañía se han propuesto superar ese récord y llevar a nuestro país a la miseria respecto a nuestros vecinos europeos en el menor tiempo posible y superar el récord venezolano. El sanchismo es una garantía de ruina económica y posiblemente sea en esto en lo único en lo que Sánchez va a cumplir su palabra: se prometió a sí mismo arruinar España y lo va a conseguir como un artista en un plis plas con su fiel escudera Yoli a su izquierda.