El Ministerio de Trabajo y Economía Social ha publicado los datos sobre parado registrados en las oficinas de los servicios públicos de empleo correspondiente al mes de enero y el número total de desempleados ascendió en sesenta mil cuatrocientas cuatro personas respecto al mes anterior, cosa que achacan a la terminación de la campaña de Navidad.
Por supuesto desde el Ministerio de Trabajo pone en cara de analistas sesudos y elaboran sofisticadísimos informes presentados en papel cuché carísimo con un estilazo que te mueres tal y como le gusta a la ministra fashionaria pero esos datos son más falsos que una moneda de tres euros.
De entrada no incluye a los setecientos mil parados ocultos que las estadísticas oficiales recogen como fijos discontinuos y que es posible que hayan trabajado algunos días estas navidades en los grandes almacenes pero que igual no vuelven a tener un empleo hasta Semana Santa en la hostelería o hasta que llegue la campaña de rebajas de verano o los hoteles de la costa necesiten empleados. Lo de los fijos discontinuos es un timo en toda regla pero la Yoli dice que ella está haciendo cosas chulísimas y que el objetivo de la política tiene que ser «que las personas sean ellas mismas en un marco conceptual de felicidad laboral que trasciende la circunstancialidad del mercado de trabajo en un proyecto común de igualdad y prosperidad para la gente» y se queda tan tranquila.
El segundo dato que falsea absolutamente las estadísticas de desempleo es que hay 700.000 personas en edad de trabajar recibiendo subsidios por sus bajos ingresos y que lógicamente ni se acercan a las oficinas de empleo para no obtener ingresos y perder el subsidio.
Este millón y medio de desempleados ocultos se suma a los trescientos mil empleados públicos intermitentes que la administración ha dicho encontrarse, ahí de golpe, cuando la Unión Europea le ha pedido que revise los criterios sobre el número de trabajadores que tiene contratados.
Así, redondeando a lo gordo, nos encontramos con que hay casi dos millones de parados adicionales a los casi tres millones que reconoce el propio ministerio.
Esos son las cosas chulísimas que que hace nuestra ministra de trabajo, la Yoli, y cuadran mejor con la realidad que se ve en la calle donde los comercios van cerrando y los bares cada vez tienen menos personal y los polígonos industriales tienen cada vez más naves vacías en en alquiler. Esos datos se pueden comprobar también en el número de quiebras empresariales que recoge el boletín del Registro Mercantil mes a mes pero que lógicamente la Yoli no va a mirar porque eso le estropearía su país de cuento de hadas.
Luego hay también que tener en cuenta a los funcionarios públicos que están encantados con este Gobierno porque no para de subirlas el sueldo, de ponerles días de teletrabajo y de quitar inspectores y gente rara de esa que los haga trabajar así que pueden dedicar buena parte de su tiempo a defender las políticas económicas del Gobierno en las redes sociales desde su sofá y decir que España va como un tiro.
Llegará un día en el que los banqueros no recordarán que debemos más de un billón y medio de euros y que el déficit público insostenible del gobierno de Pedro Sánchez no deja de aumentar el dinero que debemos entre todos los españoles. Ese día habrá que hacer recortes y esos mismos funcionarios serán los que se echarán a la calle para hacer una marea blanca, azul, verde, morada, rosa o amarilla y criticar los recortes.
Y mientras los demás, aquí, pagando impuestos.