El socialismo consiste en parasitar cualquier actividad productiva que dé beneficios para repartírsela entre quienes están todo el día tocándose los cataplines hasta que esa actividad rentable desaparece y se pasa a la siguiente. Cuando se han acabado todas las actividades rentables se imprimen billetes a lo loco para mantener a los parásitos y cuando ya ni lo uno ni lo otro funciona, se establece un régimen dictatorial que por lo menos le garantice a los dirigentes socialistas un buen nivel de vida mientras la población queda sumida en la miseria.
No es que me lo esté inventando, esto que te acabo de describir en el párrafo de arriba es lo que ha pasado en los últimos veinte años en Venezuela y en dos de sus tres fases ya había pasado en Argentina. En España estamos todavía en la primera fase donde la casta política se dedica a parasitar todo lo que es rentable y produce beneficios, siempre con la excusa de que hay que practicar la justicia social o, con la excusa de la nueva biblia europea llamada Agenda 2030, con la justificación de la defensa del medio ambiente.
A la Yoli, que ahora debe estar radiante por sus estupendos resultados en las elecciones autonómicas en la tierra donde ella nació, ahora no se le ha ocurrido otra cosa que poner sus ojos en el turismo. Una de las pocas industrias en las que España sigue destacando y en las que seguimos siendo competitivos, está en peligro porque el socialismo ha visto un filón con el que dar más pagas, subvencionar más chiringuitos y crear nuevas estructuras políticas con más coches oficiales, chóferes, escoltas y asesores. Bueno, en realidad esto era broma, porque todos ya sabemos que los impuestos son para sanidad y educación, claro.
La última tonta de la Yoli consiste en imponer una tasa por cada estancia en un alojamiento turístico sea del tipo que sea, da lo mismo un hotel que cinco estrellas, que un una casa rural. La justificación de esta ecotasa turística está, según la Yoli en dos motivos fundamentales.
El primero de los motivos que aducen es el cambio de modelo económico. En el texto de la proposición no de ley que han presentado en el Congreso se puede leer este delirante texto:
… no podemos resignarnos ante la fobia a la regulación del turismo, la fobia a la redistribución de la riqueza, la fobia de quien tiene alternativas individuales a la masticación de los servicios públicos de salud, de los servicios de transporte… hacia quienes no tienen esas alternativas y reclama la ordenación, planificación y racionalización del turismo en nuestro territorio. Esa es la fobia real de las grandes fortunas turísticas basadas en condiciones laborales precarias, en la esquilmación, extracción y repatriación de fondos a territorios diferentes a los que se genera dicha riqueza.
Yo cuando he leído esto me he acordado de Anita, la de La Pará de la Suerte, una mujer que no ha hecho en su vida otra cosa que trabajar para, empezando desde los orígenes más humildes que se pueda uno imaginar, llegar a tener su hotelito rural con un hermoso bar/restaurante y el mejor salón de bodas de la comarca, todo ello a base de puro esfuerzo, siempre pensando en atender a todo el mundo de la mejor manera posible: trabajo, trabajo y trabajo. La verdad, qué quieres que te diga, que yo ahí no veo la esquilmación, extracción y repatriación de fondos a paraíso fiscales que dice la Yoli como para que ahora le pongan un impuesto adicional al IVA que ya paga por cada pernocta en su hotel o cada servicio en su restaurante y a todos los demás impuestos que paga por su negocio.
El segundo motivo que aduce la Yoli para esta tasa turística, es la protección del medio ambiente y la combina con la prohibición de los vuelos cortos siempre que haya alternativa en tren. Evidentemente, si todos nos quedáramos en nuestra casa sentados el domingo y como mucho saliésemos un rato a pasear a tomar el sol cerca de nuestra casa, habría menos contaminación pero la vida sería muy triste punto tan triste como lo es en todos los países donde el socialismo ha conseguido imponerse y donde los ciudadanos ya no pueden tomar vuelos ni de más ni de menos de tres horas ni pueden pernoctar el lugar es lejanos porque simplemente están en la miseria. El gremio de la hostelería debería preocuparse de que tarados como la Yoli tengan poder suficiente como para arruinar uno de los pocos sectores del país que todavía da empleo y genera riqueza.
Por supuesto, todas estas tonterías de la Yoli son jaleadas por una masa de discapacitados intelectuales que no entienden como funciona la economía del mundo en el siglo XXI y parece que tampoco entienden que la vida está para disfrutarla y que toda la naturaleza no tiene sentido si las personas no podemos disfrutarla como hace la Yoli dando viajes en el Falcon, comiendo productos ecológicos traídos frescos en avión desde los campos de cultivo de las tribus andinas que los cultivan y vistiendo fibras naturales elaboradas a mano por artesanos nepalíes que llegan a España tras recorrer catorce mil kilómetros hasta los barrios de lujo donde ella vive.
Pero sobre todo, que no se nos olvide, que todo esto significa más impuestos, más regulaciones y que a la larga se convierte en cierre de negocios, miseria y pobreza, todo eso que el socialismo del siglo XXI sí que nos garantiza en abundancia.