El Partido Socialista Obrero Español, bajo la batuta de Pedro Sánchez, parece estar transitando una senda que muchos críticos, observadores y, sobre todo, rivales políticos, comparan con el peronismo argentino. Este paralelismo no se traza a la ligera; recientemente, la convocatoria masiva y la emotividad exacerbada (posiblemente inducida por el consumo de drogas de algunas ministras) en eventos públicos del PSOE recuerdan las estrategias de movilización política y el culto a la personalidad típicos del peronismo.
La dirección actual del PSOE ha abrazado un modelo populista de liderazgo altamente personalista, donde Pedro Sánchez se erige casi como un símbolo de resistencia frente a las adversidades políticas y judiciales, particularmente en relación con las investigaciones que tocan a su entorno más cercano, incluyendo su esposa. Los eventos recientes han exhibido esta tendencia, con ministros y militantes llorando en las calles y clamando al unísono “Pedro, quédate”, en un despliegue de apoyo que busca generar una imagen de unidad y fuerza frente a la presión externa.
Sin embargo, lo que podría interpretarse como una muestra de fuerza y apoyo popular también revela grietas y desesperación. Las recientes movilizaciones no han logrado convocar las masas esperadas y la asistencia ha sido en su mayor parte artificial, inflada por militantes transportados en autobuses para la ocasión. Esto no solo subraya una posible falta de apoyo espontáneo y genuino, sino que también plantea dudas sobre la sostenibilidad de este enfoque en el largo plazo.
La edad de los militantes que asistieron a la concentración de Ferraz merece capítulo aparte. Quienes acudieron ayer a apoyar a Sánchez son ancianos que siempre han sido socialistas por convicción y que carecen de la más mínima capacidad de crítica o análisis y a los que nada va a hacer cambiar de opinión. El más idiota o malvado de los dirigentes que llegase a dirigir el PSOE tendría siempre su apoyo. Son socialistas y morirán siendo socialistas… pero son cuatro gatos y cada vez menos.
Además, la estrategia de Sánchez ha venido acompañada de críticas sobre intentos de manipulación de la justicia y ataques a la prensa libre. Figuras de la oposición han acusado al presidente del Gobierno de adoptar “tics autoritarios” y de intentar intimidar tanto a jueces como a periodistas, lo que ha sido una fuente de considerable controversia.
Sin embargo, basta un mínimo análisis de la jugada para darse cuenta de que mañana lunes, Pedro Sánchez dirá que se queda y desde ese momento dedicará todas sus fuerzas a sacar adelante las leyes que le permitan destruir lo poco que queda de prensa libre y de Justicia. El 90% de los medios ya sólo sobrevive gracias a la publicidad institucional que les contrata el gobierno, por lo que han dejado de ser prensa en sentido estricto para convertirse en boletines gubernamentales, reticentes a llevarle la contraria al PSOE. Los tribunales caerán en cuanto los socialistas consigan cambiar la ley para nombrar a los vocales del Consejo General del Poder Judicial, que es el organismo que pone y quita jueces; el primer juez que será inspeccionado, sancionado y expulsado de la carrera judicial será el titular del Juzgado de Instrucción nº 41 de Madrid que ha osado abrir diligencias preliminares sobre los posibles actos delictivos de la esposa del Amado Líder. A partir de ahí todos los tribunales entenderán que tienen que dictar resoluciones favorables a la banda de Pedro Sánchez o perderán su puesto. Así es como funciona la Justicia en Venezuela.
La reciente “carta a la ciudadanía” de Sánchez, en la que sugería estar considerando su renuncia, es una simple maniobra para recabar apoyo popular y no un verdadero paso hacia la dimisión. La carta en sí ha sido ampliamente vista como una llamada a la empatía y una estrategia para fortalecer su posición al victimizarse frente a las supuestas campañas de difamación en su contra.
Sin embargo, este primer paso hacia consolidar su posición y hacia remodelar el PSOE a un estilo más personalista y autoritario no ha tenido los resultados esperados. La falta de un baño de masas genuino y espontáneo refleja una desconexión con la base que históricamente ha sido el soporte del partido. Lo que se esperaba que fuese un fortalecimiento de su liderazgo ha revelado ser más bien un espectáculo de vulnerabilidad y desesperación.
Lo peor para todos los españoles es que Pedro Sánchez necesitará, para reformar la Ley Orgánica del Poder Judicial y controlar a los jueces, el voto de los enemigos de España y a cambio va a hacer concesiones absolutamente humillantes y que delibitarán a la nación grande y libre que nos gustaría ver a quienes amamos a España y nos sentimos orgullosos de ser españoles.
