Jaén se ha visto envuelta en un halo de tristeza y consternación por la noticia de la trágica muerte de Rafael, un niño de seis años, presuntamente asesinado por su propia madre, Irene. A pesar de la gravedad de este suceso, la cobertura mediática ha sido notablemente desigual, revelando un sesgo preocupante en la atención que los medios afines al poder dedican a ciertos tipos de violencia.
Rafael fue encontrado muerto en su cama, con signos de asfixia y un corte profundo en el cuerpo, mientras su madre presentaba heridas superficiales de arma blanca en manos y piernas, aparentemente autoinfligidas. Este suceso no solo plantea interrogantes sobre las circunstancias que rodearon la muerte del menor, sino también sobre la manera en que la sociedad y, en particular, los medios de comunicación, abordan estos trágicos incidentes.
La detención de Irene bajo la acusación de homicidio ha levantado un velo sobre una realidad a menudo ignorada: la violencia filicida, un fenómeno que desafía el relato predominante en algunos sectores ideológicos que, en su afán por combatir la violencia de género, omiten otras formas igualmente devastadoras de violencia intrafamiliar. En este caso, la muerte de Rafael parece haber sido minimizada o simplemente ignorada por aquellos medios que prefieren centrar su atención en narrativas que refuerzan su visión ideológica del feminismo, obviando así tragedias que no encajan en dicho marco.
El hijo mayor de Irene, Aarón, de 17 años, quien encontró los cuerpos y dio aviso a las autoridades, había advertido previamente sobre el deterioro en la salud mental de su madre. Este detalle, junto con el trágico desenlace, subraya la necesidad de prestar atención a las señales de alarma en el entorno familiar y de abordar la salud mental con la seriedad que requiere.
Sin embargo, la falta de una cobertura mediática equitativa y exhaustiva sobre este tipo de incidentes no solo perpetúa el estigma asociado a la salud mental, sino que también impide que la sociedad reconozca y aborde todas las facetas de la violencia intrafamiliar. Es crucial que los medios de comunicación adopten un enfoque más equilibrado y menos ideologizado al informar sobre estos sucesos, asegurando que todas las víctimas de violencia reciban la atención y la justicia que merecen.
No obstante yo no tengo mucha esperanza en que eso vaya a ocurrir porque la realidad es que hoy día la mayoría de los medios de comunicación están comprados por el Gobierno mediante el uso y abuso de la publicidad institucional y se limitan a reproducir los comunicados de prensa de Moncloa sin una mínima capacidad crítica. Todos siguen rigurosamente el manual de instrucciones feminista que dice que las mujeres son seres de luz incapaces de hacer daño y que estos asesinatos, en realidad, son consecuencia de ese demonio que se han inventado al que llaman el patriarcado. Eso cuando no son medios que directamente propugnan modelos de sociedad socialista al estilo venezolano y estas noticias son sistemáticamente reescritas hasta encajar con su relato.
Lo peor de todo es que viviendo los tiempos que vivimos, es posible que a quienes informamos sobre estos hechos y tenemos una perspectiva ideológica y política distinta a la del Gobierno socialista se nos persiga y se nos sancione. Al menos eso es lo que ha anunciado Pedro Sánchez en la deriva totalitaria que acaba de empezar y que es jaleada por sus seguidores socialistas y comunistas. La libertad de prensa está seriamente amenazada y noticias como esta posiblemente desaparecerán de internet porque no encajan en el relato feminista.