El precio de la luz ha dejado de ser noticia y ya nadie se acuerda de lo de la pobreza energética ni los políticos populistas se acusan los unos a los otros de enriquecerse a costa del pueblo y eso se debe a que la electricidad está increíblemente barata en estos meses.
Pero no te confíes, es una situación transitoria y cuando llegue agosto, volverá a costar muy caro encender el aire acondicionado y los políticos populistas, que ahora están muy calladitos en este tema, volverán a acusar a las eléctricas de sangrar a los ciudadanos por su avaricia
La realidad es bastante más prosaica y el precio de la luz es ahora mucho más bajo simplemente porque ha llovido mucho, especialmente en el tercio noroeste del país, donde está instalada la mayor parte de la generación hidroeléctrica.
Te lo explico.
¿Cómo se determinan los precios en el mercado mayorista de la luz?
En el mercado mayorista, los precios de la electricidad se determinan diariamente a través de un sistema de subasta en el que se emparejan las ofertas de venta de los productores de energía y las ofertas de compra de los distribuidores a los hogares y grandes consumidores. Cada generador de energía, sea de fuente renovable como la eólica y la solar o de fuentes convencionales como el carbón o nuclear, presenta una oferta indicando la cantidad de electricidad que puede suministrar y a qué precio. Estas ofertas se ordenan de menor a mayor precio en un gráfico que comúnmente se denomina ‘curva de oferta’.
Por otro lado, la demanda de electricidad se estima basándose en factores como la historia de consumo, las condiciones meteorológicas y la actividad económica. Los consumidores, principalmente grandes empresas o distribuidores a los hogares, también hacen ofertas sobre cuánto están dispuestos a pagar por la electricidad.
El ‘precio marginal’ se establece en el punto donde la oferta iguala la demanda. Esto significa que el último productor de energía que se necesita para satisfacer la demanda total establece el precio para todas las ofertas aceptadas en esa hora, independientemente de que algunos productores hayan ofrecido un precio menor. Es decir, todos los productores que hayan sido seleccionados para suministrar electricidad en esa hora reciben el mismo precio, el del último ofertante necesario para cubrir la demanda.
Este sistema tiene varias implicaciones. Primero, favorece la competencia entre productores, ya que incentiva a las plantas de energía a ofrecer sus precios más competitivos para asegurarse de ser seleccionadas en la subasta porque, supongamos, si la electricidad más cara del día de hoy la producen varias centrales de carbón, sólo se seleccionará a la más barata y las otras se quedan fuera, sin vender su electricidad.
Sin embargo, el modelo marginalista también puede llevar a variaciones del precio enormes en el precio de la electricidad. Por ejemplo, si la demanda aumenta abruptamente debido a una ola de frío y las fuentes de energía más baratas ya están operando a máxima capacidad, será necesario activar plantas más costosas, lo que elevará el precio de la electricidad para todos los consumidores, aunque su energía sea de origen eólico porque los productores de energías renovables van a cobrar su electricidad como si la estuvieran produciendo con gas. Esto es especialmente crítico en España, donde la dependencia de fuentes de energía intermitentes como la solar y la eólica puede generar fluctuaciones significativas.
¿Por qué están ahora mismo los precios tan bajos?
En abril de este año, España experimentó unos precios históricamente bajos en el mercado eléctrico mayorista, con un precio medio mensual que apenas alcanzó los 14€/MWh, llegando incluso a registrar precios de cero euros durante muchas horas. Este fenómeno ha generado mucha especulación y diversas interpretaciones en los medios de comunicación y entre expertos del sector.
Contrario a lo que muchos podrían pensar, y a pesar de los titulares optimistas respecto a las energías renovables, la realidad detrás de estos bajos precios no está tanto en el incremento de la producción de energía solar o eólica. De hecho, la producción de energía eólica ha descendido un 5% en comparación con el mismo periodo del año anterior, mientras que la solar se ha mantenido constante.
El verdadero factor que ha influido en la caída de los precios de la electricidad ha sido el aumento significativo en la producción de energía hidráulica, impulsado por las abundantes lluvias durante el mes. Esto ha resultado en un aumento del 168% en la producción de energía a partir de los embalses en comparación con el año anterior. Los embalses, que pasaron de generar 1.533 GWh a 4.115 GWh, han desplazado a otros tipos de energías más costosas, como el gas natural, cuya producción se redujo un 41%.
El efecto del autoconsumo
Tampoco se puede obviar en este análisis el efecto del autoconsumo, que ya supone un 3% de la producción eléctrica nacional. Las placas solares instaladas en muchas factorías, almacenes, talleres y grandes superficies comerciales se traducen en electricidad no retirada de la red y, por tanto, en busca de comprador.
Con 596 MW instalados en 2020, 1.203 MW en 2021, 2.507 MW en 2022 y 1.943 MW nuevos en España en 2023, queda claro que el autoconsumo solar ha llegado para quedarse y crecer. En nuestro país ya hay la misma potencia instalada en este tipo de proyectos que con reactores nucleares, en total, 7.154 MW.
El consumo de electricidad en España bajó en 2023 un 2,5%, hasta 229.526 gigavatios hora (GWh). Es la cifra más reducida desde 2003, hace 20 años, cuando apenas se superaron los 224.200 GWh y es posible que se deba en parte a la reducción de la actividad industrial (aumentan los funcionarios pero disminuyen los curritos) y en parte al autoconsumo eléctrico.
En conclusión, es interesante observar cómo la percepción pública y la cobertura mediática a veces se desvían de las verdaderas causas técnicas detrás de fenómenos como la reducción de los precios en el mercado eléctrico. Hace no mucho, la energía hidráulica era vilipendiada y acusada de contribuir a la escasez de agua y de manipular los precios en beneficio de intereses privados. Ahora, con la bajada de los precios, esos mismos críticos parecen haber silenciado sus quejas.