Yo creo que la segunda carta de Pedro Sánchez a la ciudadanía es una señal de que Pedro Sánchez ha perdido totalmente el control del tempo político y va a remolque de los accidentes con los que se va encontrando en su camino, cada cuál más grave que el anterior.
De entrada el hecho de que un presidente del Gobierno de España se dirija a sus administrados mediante cartas es una ridiculez supina. Un chasquido de sus dedos bastaría para tener una sala de prensa llena de periodistas y reporteros listos para transmitir el mensaje que, desde Moncloa, quiera hacer llegar al resto del país. Incluso hay que tener en cuenta que la política socialista de comprar a los medios hacer generosas campañas de publicidad institucional, le permitiría que la prensa transmitiese una versión edulcorada de su situación y de sus mensajes a la sociedad hasta en el caso de hacer una vergonzante rueda de prensa sin preguntas.
El recurso a las cartas a la ciudadanía deja en mantillas las intervenciones de Mariano Rajoy a través de una pantalla (entonces se llamaban «de plasma») y recuerda mucho a las apariciones radiofónicas de personajes tan desastrosos para su país como Chavez en su Aló Presidente o de López Obrador en sus mañaneras.
En segundo lugar, la necesidad de recurrir a estos argumentarios escritos en forma de Cartas a la ciudadanía dejan bien claro que Pedro Sánchez necesita delimitar el debate a los temas que a él le convienen porque la realidad le desborda y es incapaz de estar apagando fuegos en todos los frentes. El que ahora Sánchez quiera centrar todo el debate político en si su mujer está o no siendo víctima de la máquina del fango de la ultraderecha no quita que la ciudadana Gómez, que no ostenta ningún cargo público, esté imputada en una causa por corrupción o que el hermano del presidente esté en el alero por un presunto delito de defraudación a Hacienda por un incremento de patrimonio no declarado de más de un millón y medio de euros. De todo esto, faltaría más, no se ha dado ninguna explicación a la ciudadanía más allá de los tópicos del fango y la ultraderecha; yo tampoco creo que la retórica socialista dé para mucho más a estas alturas.
Pero es que, saliendo del círculo familiar de Sánchez, todavía está abierta toda la trama de corrupción de las mascarillas, que parece que ya no nos acordamos, y cada día salen nuevas revelaciones sobre una trama sistémica de corrupción dentro del partido socialista, fuegos a los que Sánchez no llega para apagarlos porque se va sabiendo que docenas de políticos del PSOE robaron a manos llenas mientras España estaba confinada.
Y eso sin contar el mayúsculo escándalo político que es la amnistía a los delincuentes catalanes cuyos votos necesita para seguir en la presidencia del gobierno.
Y no hay que descartar que esta semana o la siguiente salte un nuevo escándalo en el que estén implicados los socialistas porque, visto lo visto, esto no va a parar hasta que abandonen el poder.
En tercer lugar, el recurso a las cartas a la ciudadanía refleja que Sánchez siente que ya no controla el debate público pero eso no significa que vaya a dimitir o vaya a dejar que la famosa ultraderecha le robe ni un ápice de su poder por la vía política o por la vía judicial. Está pidiendo inmunidad para él y para su esposa situándose por encima de la Ley. Si es necesario se colocará el chándal bolivariano con la bandera de España y en nombre de no sé qué cosas, dictará normas abiertamente inconstitucionales (pero previsiblemente convalidadas en el Tribunal Constitucional por Kulorroto Pumpido) por las que se limitarán algunas libertades y se cortarán en seco los procedimientos judiciales contra él y su esposa. Es algo que los socialistas ya han hecho en Venezuela y estaban a punto de hacer en Argentina de no ser por el histórico giro libertario que hicieron en el último minuto.
Las cartas a la ciudadanía son un aviso de que aquí hay que discutir de lo que Sánchez diga, cuando Sánchez diga y como Sánchez diga. Todos aquellos que no comulgamos con su mensaje nos hemos convertido en el enemigo a batir. Y ¡ojo! hay que andarse con precauciones porque Sánchez sabe subvencionar a sus amigos y darles cargos y contratos públicos pero es implacable con sus enemigos.
Por último, recordar que aunque parezca mentira, esta carta ha convencido totalmente a millones de votantes socialistas que le volverán a votar en las próximas elecciones europeas y que están convencidos de que el Pedro y la Bego son unas bellísimas personas que están siendo hostigadas por la máquina del fango de la ultraderecha. No lo entiendo; hay algo que se me escapa del hecho de que viviendo en una sociedad hiperinformada, la manipulación sea tan intensa y el comportamiento borreguil de los votontos socialistas sea tan inmutable y previsible. En serio, es algo que no alcanzo a entender por más que me esfuerzo, estudio y me documento; no hay manera.
A medida que avance la legislatura iremos viendo cómo van surgiendo nuevas complicaciones para Sánchez (después de estas elecciones viene el jaleo de elegir presidente autonómico en Cataluña) y hay que estar preparados para ver cómo los socialistas usan y abusan de todos los resortes del poder para perpetuarse; eso es el Socialismo del Siglo XXI del que forman parte.
Efectivamente, todas estas cartas de Pedro Sánchez son solo una huida hacia adelante pero él ya no controla el torrente de problemas que se le vienen encima.
Ahora tiene las elecciones europeas pero en cuanto pasen, empieza el follón en Cataluña que ya veremos como le da la patada en el culo a Salvador Illa para poner a Puigdemont y mantener la poltrona en Moncloa.
Todo eso, claro, si no van saliendo más y más escándalos de corrupción o se va metiendo en más fregaos él solito o con la ayuda de la Yoli, que para eso también tiene talento.
Lo que tengo claro es que irse no se va a ir y si se le ponen las cosas muy difíciles va a cambiar las leyes para amnistiar a Begoña y cubrirse las espaldas para todos los juicios que puedan salir por lo de las mascarillas o por cualquier otro escándalo de los que ya tiene (¿se acuerda alguien del Tito Bernie?) o de los que irán saliendo.