Pedro Sánchez anunció ayer un plan del Gobierno para hacer llegar diez mil seiscientos millones de euros en ayudas directas para afectados por la DANA que incluye a familias, empresas y ayuntamientos.
Las ayudas abarcarían todos, o casi todos los ámbitos e irían desde medidas fiscales y laborales hasta ayudas para que las administraciones puedan renovar las infraestructuras dañadas y las familias puedan llevar a cabo reparaciones de los daños por el temporal.
Antes de meterse en evaluar si esa medida son acertadas o no, hay que tener en cuenta el historial de Pedro Sánchez y sus promesas y valorar el grado de cumplimiento de lo que este hombre dice para compararlo con lo que luego realmente hace. No me cabe en ninguna duda de que detrás de esa promesa hay un esfuerzo publicitario enorme para que parezca que se está haciendo algo pero estoy también seguro al 100% de que todas esas promesas después serán incumplidas sistemáticamente y no es que Pedro Sánchez mienta, es que sencillamente cambia de opinión como quien pincha en el plato una patata frita u otra según le apetece.
También podría ser que las casi cuatrocientas mil viviendas sociales que ha anunciado Pedro Sánchez que va a construir (si sumamos sus distintas promesas en las recientes campañas electorales) las vaya a hacer todas juntas en Valencia, que ahora les hacen mucha falta pero, llámame loco, me da a mí que esta tampoco va a ser la ocasión de ponerse manos a la obra.
Creo que en los próximos meses, cuando se detallen las medidas, empezaremos a ver que dejará fuera a la comunidad autónoma gobernada por el PP para darle la gestión completa de las ayudas a los subdelegados del Gobierno que dependen directamente de la banda de Pedro Sánchez y el reparto de los dineros acabará favoreciendo a quienes públicamente declare en su fidelidad al Amado Líder. El carnet del PSOE acabará siendo el mejor documento para cobrar.
Tampoco me cabe ninguna duda de que en cuanto aparezca el dinero llegará a Valencia una plaga de comisionistas y empresas sin domicilio o conocido pero que recibirán increíbles subvenciones aunque hasta ahora su actividad fuese, por ejemplo, la ingeniería aeronáutica, como como pasó en el caso de las mascarillas. Nadie se imagina la gestión socialista sin que aparezcan este tipo de individuos para llenarse los bolsillos con la desgracia ajena: hasta ahora siempre ha sido así y no veo la razón por la que vayan a cambiar las cosas.
Dentro de unos años, porque todo esto tardará mucho tiempo en saberse, nos escandalizaremos porque unos individuos se gastaron el dinero de las subvenciones en prostitutas y cocaína y sabremos que se han reparado unas cuantas casas de alterne con el dinero para las víctimas pero, otra vez, en el PSOE dirán que eso son casos aislados y que el socialismo es honradez, como perfectamente explican Koldo, el Tito Berni y Torrente Ábalos.
Finalmente me llama la atención que se prometan alegremente diez mil millones de euros que viene a ser el 0,6% del PIB español pero a la vez no se anuncien recortes en ninguna otra partida del gasto público, con lo que todo ese dinero se financiará inevitablemente con deuda pública. Y no es que me parezca mal que lo acabemos pagando entre todos los españoles, que para eso somos una gran nación, sino que creo yo que lo que gastemos en ayudar a los valencianos deberíamos recortarlo de otros sitios y reducir las partidas puramente administrativas y el gasto político, por ejemplo, para que la ayuda fuera más llevadera. Si simplemente se trata de aumentar la deuda pública, esos diez mil millones me parecen pocos y podrían haber sido perfectamente treinta mil; total, al Gobierno que más le da.