No puedo negar que ver a Íñigo Errejón alegar que la denuncia por agresión sexual de la actriz Elisa Mouliaá es falsa me saca una sonrisa en la cara. El ex fundador de podemos y últimamente líder de Más Madrid (ese partidillo de la gauche divine madrileña) asegura que todo lo que recoge la denuncia de la actriz es falso y pide que se agilicen en los trámites para que él pueda defenderse.
Yo no voy a dictar sentencia en este caso, que para eso están los jueces pero después de ver la denuncia, a mí todo este caso me parece una soberana estupidez PERO las reformas legales introducidas por la banda de Pablo Iglesias e Irene Montero convierten unos hechos que debieron permanecer sin más trascendencia en la esfera privada en conductas punibles que sólo requieren como prueba la declaración de la presunta víctima así que Errejón lo tiene difícil, por absurdo que parezca.
La situación en la que se encuentra ahora mismo el político que antes defendía a gritos que las denuncias falsas no existen es un tanto kafkiana porque se le ha abierto un procedimiento penal en el que él está imputado por un delito de agresión sexual. Una vez abierto el procedimiento la abogada de la denunciante ha pasado a situación de baja laboral por embarazo y el juez ha acordado la suspensión del procedimiento hasta que dentro de cuatro, seis, ocho meses o un año, se reincorpore la abogada a su puesto de trabajo. Errejón ha solicitado al juez que obligue a la denunciante a nombrar un nuevo abogado para no quedarse en el limbo como está ahora, con el procedimiento abierto y sin poder ni siquiera acudir a declarar al juzgado.
La denunciante, por su parte, se niega a designar una nueva abogada ya que alega que es una profesional de su absoluta confianza y prefiere que su caso se quede dormido, sin condenar a su posible agresor y sin ser indemnizada, antes que elegir a otro abogado. Esto puede ser cierto o ser una estratagema para mantener el caso abierto más tiempo y obtener así réditos publicitarios del caso, que promete mantener a la hasta ahora desconocida actriz en el primer plano de la actualidad nacional mientras condena a Errejón a la pena de banquillo.
Todo esto tiene su origen en el exceso de garantismo que la pereza de los funcionarios permite introducir en los procedimientos penales y administrativos en España, en los que se tiende a sobregarantizar a todo el que establezca el más mínimo impedimento para que el procedimiento continúe adelante y si eso significa que no hay que trabajar, los funcionarios de la Justicia o de la Administración, van a aceptar la solicitud de suspensión y van a dejar el procedimiento dormido tanto tiempo como sea posible.
Además de esta situación procesal, Íñigo Errejón sufre en sus carnes la legislación aprobada por la izquierda que establece el principio del hermana yo sí te creo según el cual las denuncias de las mujeres son suficientes para condenar a un hombre y se les atribuye veracidad de iuris, es decir que son válidas porque lo dice la ley y tendrá que ser el denunciado el que demuestre su inocencia. Esta situación absurda de inversión de la carga de la prueba destruye el principio de presunción de inocencia que ha servido a los ciudadanos durante los últimos doscientos años para librarse de los abusos de los poderosos pero ha sido reincorporado a la legislación española por la izquierda woke y no deja de ser gracioso que uno de sus mayores promotores la sufra ahora en sus carnes.
Ahora mismo Errejón es un fascista que pertenece a la derecha fanática que se empeña en señalar las denuncias falsas de las mujeres para obtener ventaja en los procedimientos judiciales y administrativos frente a los hombres. ¡Quién se lo iba a decir! En el fondo lo que el tonto de baba este de Errejón está haciendo no es más que una iteración más de lo que siempre hace la izquierda, lanzar diatribas con elevados principios morales que luego van a incumplir sistemáticamente. Se proclamarán ellos mismos como defensores de las mujeres para luego humillarlas; accederán al poder para eliminar la corrupción y serán los más corruptos; prometerán vivienda barata y alimentos asequibles y nos harán la vida imposible; prometerán una tierra de libertad pero impondrán la dictadura progre.
Sigo convencido de que hay que hacer un congreso de psiquiatras, psicólogos y sociólogos para que nos expliquen por qué el mensaje socialista sigue calando en el 28% del electorado pese a que la evidencia demuestra que es una meloná monumental. Sigo sin entender qué es lo que hace que varios millones de españoles sigan pensando que es una ideología que funciona pese a que los hechos demuestran que tiene consecuencias desastrosas y que las personas que las ejecutan son los errejones de turno que nunca van a hacer lo que dicen. Es un misterio por aclarar.
A lo mejor ahora Errejón, tan listillo como es siempre, nos puede sacar de dudas.