En esta semana han coincidido dos noticias que me han puesto a cavilar sobre el desmadre que vivimos con los datos personales y la privacidad y todas esas cosas que no sabíamos que existían antes de Internet.
Yo soy uno de los clientes de Total Energies que ha visto como todos sus datos personales, incluidos nombre y apellidos, DNI, cuenta bancaria y domicilio han sido pirateados por la torpeza de la compañía eléctrica y ya llevo unas semanas recibiendo avisos muy bien elaborados para intentar engañarme y robarme mis claves bancarias. Y, como saben mi DNI mi nombre completo y el banco con el que trabajo, me mandan de vez en cuando un email o un SMS muy bien trabajado para decirme que hay alguna clase de problema y que introduzca una nueva clave, lo de siempre.
Esta empresa, de la que me voy a ir en cuento pase el año que contraté tuvo, para más INRI, los santos cojonazos de mandarme un email advirtiéndome de la importancia de cuidar mis datos personales y contraseñas a los dos meses de que se supiera que ellos mismos habían sido hackeados. Trataban de darme lecciones sobre seguridad informática los que habían sido traspasados como unos vaqueros desgastados y, faltaría más, nunca admitieron su torpeza sino que juraron que mantenían los más altos estándares de seguridad informática y garantizaban que sus sistemas eran totalmente seguros. Unos absolutos caraduras.
Sin embargo, el hackeo masivo de la base de datos de contribuyentes de Hacienda, de unos 560 GB de datos, parece que va todavía más allá y nos coloca absolutamente a todos los españoles en el disparadero. No me cabe ninguna duda de que el hackeo existe y de que los malos se han aprovechado de la torpeza y la dejadez de los funcionarios del Ministerio de Hacienda. No sé yo por qué, viendo la birria de servicio que prestan de cara al público, iban a ser luego unos excelentes profesionales en la protección de sus datos nuestros datos personales, máxime cuando de antemano ya todos sabemos que no va a pasar nada y que ningún funcionario va a ser sancionado por semejante desastre; les da exactamente igual.
El que los datos tributarios de tantos españoles hayan salido al inframundo internautico, significa que en los próximos meses e incluso años, los estafadores van a tener un montón de información sobre nosotros para intentar robar nuestras contraseñas bancarias, pedir préstamos o comprar teléfonos móviles con nuestras cuentas y tarjetas aportando datos que solo Hacienda sabía. Es un auténtico desastre.
Este hackeo de los datos tributarios de los españoles coincide en el tiempo con la entrada en vigor de la norma que obliga a los españoles a darle al recepcionista de la casa rural, hotel, o apartamento turístico al que vayamos absolutamente todos nuestros datos personales. Es más, también hay que darle los datos y la relación que nos une con la o las personas que nos acompañan en el alojamiento. Teniendo en cuenta que ni la propia Hacienda es capaz de proteger sus datos, hay que imaginarse el nivel de protección que van a tener nuestros datos personales en manos del dueño de las Casas Rurales La Matilla de Villaviciosa de Arriba.
Y peor todavía es que al español que sólo quiere pasar dos días haciendo senderismo lo traten como a un delincuente y al verdadero delincuente africano que entra ilegalmente al país se le den facilidades, una identidad nueva, dinero y hasta un teléfono nuevo para que disfrute anónimamente de su habitación de cuatro estrellas.
En el fondo lo que toca muchísimo las narices es que llevamos un montón de años siendo aleccionados sobre la importancia de nuestros datos personales y masacrados en Internet con un montón de formularios de consentimiento y de casillas y anuncios de privacidad y de tonterías que luego no van a servir de absolutamente nada porque los responsables públicos van a dejar al descubierto toda nuestra información. ¿De qué sirve que no me pongan cookies en el ordenador si un hacker ruso mañana va a tener mi nombre, mi dirección, los datos de mi esposa, los de mis hijos, mi teléfono, mi número de cuenta, mis tarjetas bancarias… de qué sirve tanta supuesta protección y tanta mie***?
Por lo pronto, creo que habrá que ir estudiando lo de tener una identidad alternativa para relacionarse con las empresas pero tengo la sensación de que hay que resignarse y dar la batalla por perdida. A partir de ahora intentaré mantener la mayor porción de mi actividad y mi patrimonio apartada de Internet e incluso creo que voy a empezar a ahorrar en oro o en plata para mantenerme lejos del Gobierno, de la Agencia Tributaria, de los hackers y de la madre que los parió a todos juntos.