Los ejecutivos de Netflix se han propuesto exprimir hasta el último céntimo que su suscriptores estén dispuestos a soltar para seguir recibiendo su suministro de series y películas a través de Internet.
En Canadá, que es casi el estado más al norte de Estados Unidos, Netflix lleva a cabo distintos experimentos con las tarifas que luego suele ir extendiendo al resto del mundo y en esta ocasión lo que ha hecho ha sido suprimir la tarifa básica, la que en España equivale tiene un precio de 7,99 € y no tiene publicidad.
Es posible que esa tarifa que en España solo se separa un par de euros de la tarifa más barata, la que tiene publicidad, esté perdiendo adeptos en favor de la básica, la que en España vale 12,99 euros, y de la súper barata con publicidad. Seguramente el éxito de la tarifa super barata esté relacionado con las medidas que escalonadamente Netflix está adoptando para impedir que los usuarios compartan sus contraseñas entre varios domicilios y aunque en un principio se pensó que eso se iba a convertir en una sangría para la compañía, al final se está revelando como una estrategia perfectamente válida.
El caso es que la que se está imponiendo es la básica y como dice el refrán, cuando las barbas del vecino veas pelar pon las tuyas a remojar porque seguramente en unos meses la multinacional del streaming acabará anunciando la desaparición de esa tarifa en el mercado español de modo que sólo sobrevivirán la tarifa barata con la publicidad y la actual tarifa estándar que es la que tienen contratadas muchas familias y que es algo más cara.
