El Salvador ha estado librando una intensa batalla contra las pandillas conocidas como maras durante décadas. Sin embargo, bajo el liderazgo del presidente Nayib Bukele, el país ha experimentado un enfoque sin precedentes en la erradicación de este flagelo que ha aquejado a la nación centroamericana durante tanto tiempo. A pesar de las críticas y controversias que rodean las medidas tomadas por el Gobierno, la mayoría de los salvadoreños están de acuerdo en que la lucha contra las maras es esencial para alcanzar la paz y la seguridad que tanto necesitan.
Renovación del estado de excepción
El Salvador se encuentra en una situación crítica en su lucha contra las pandillas, lo que ha llevado al Parlamento a aprobar la decimoctava prórroga al estado de excepción en marzo de 2022. Esta medida otorga al Gobierno la autoridad para suspender ciertas libertades y garantías con el fin de permitir el despliegue efectivo de militares y policías en las calles y municipios donde las pandillas han causado estragos.
La votación en el Parlamento revela un fuerte respaldo a esta medida, con 67 votos a favor, seis en contra y ocho abstenciones. Esto demuestra que la mayoría de los legisladores creen en la importancia de mantener este estado de excepción para combatir eficazmente la delincuencia organizada. La aprobación del estado de excepción también refleja la determinación del país de erradicar completamente a las maras y restaurar la seguridad en las comunidades afectadas.
El presidente Nayib Bukele ha liderado la lucha contra las pandillas con determinación desde su ascenso al poder. Su enfoque se centra en la erradicación de las maras para restaurar la paz y la seguridad en El Salvador. Los datos sobre la disminución de la violencia en el país respaldan su estrategia, lo que ha llevado a muchos salvadoreños (sobre el 80% de aprobación) a alabar su gestión en este ámbito. El hecho es que se logró una reducción significativa en la tasa de homicidios: en 2022, la tasa se situó en 7.8 cada 100,000 habitantes, en comparación con 105 cada 100,000 habitantes en 2015.
Hasta el día 10 de este mes de septiembre de 2023, El Salvador suma 7 días con cero homicidios. Estos 7 días se suman a los 20 que registró el pasado mes de agosto, los 23 con los que finalizó julio, los 21 contabilizados en junio, los 18 sumados en mayo, las 24 jornadas que se registraron en abril y los 20, 21 y 22 con que finalizaron marzo, febrero y enero, respectivamente, para sumar un total de 176 en lo que va del año 2023
En palabras del diputado Caleb Navarro, miembro del partido gobernante Nuevas Ideas, el país está experimentando «una verdadera libertad», «una verdadera independencia» y «una verdadera paz». Esta afirmación refleja la creencia de que el Gobierno de Bukele está haciendo un progreso significativo en la lucha contra las maras, lo que ha contribuido a una sensación generalizada de seguridad y estabilidad.
El diputado Walter Coto, también de Nuevas Ideas, subrayó la importancia de continuar la lucha contra las pandillas mientras persista la amenaza que representan. Afirmó que aún hay pandilleros en las calles que causan muertes y extorsionan a la población. Esta declaración refleja la realidad de que la amenaza de las maras no ha desaparecido por completo y que la lucha debe continuar hasta que se alcance un nivel óptimo de seguridad.
Las medidas adoptadas durante el estado de excepción, como la suspensión del derecho de reunión, el aumento del tiempo de detención y la intervención en las telecomunicaciones, son consideradas por muchos como necesarias para combatir eficazmente a las pandillas. Estas medidas pueden parecer drásticas, pero se justifican en aras de garantizar la seguridad y el bienestar de la población.
Hablan los defensores de los delincuentes
A pesar de los esfuerzos del Gobierno por erradicar las pandillas, existen ONGs y organismos internacional del lado de los delincuentes sin ningún disimulo que critican estas medidas y los defienden políticamente. Es importante recordar que las pandillas en El Salvador han causado un inmenso sufrimiento a la población a lo largo de los años, con violencia despiadada y extorsión como parte de su modus operandi.
Los defensores de los delincuentes argumentan que las medidas adoptadas por el Gobierno son una violación de los derechos humanos. Sin embargo, es fundamental recordar que los derechos humanos de las víctimas de la violencia de las pandillas también deben ser protegidos y garantizados. La suspensión de ciertas libertades temporales es un medio necesario para lograrlo.
También desde el lado interno antiguos guerrilleros y políticos directamente financiados por las organizaciones delictivas critican el estado de excepción porque desmonta radicalmente su relato y muestra que es posible el progreso económico y la paz social sin la necesidad de las armas ni de medidas socialistas. El discurso de Nayib Bukele desarma de raíz todos estos argumentos y le coloca en la diana de todas las organizaciones terroristas americanas. Haría bien el presidente salvadoreño en reforzar todavía más su seguridad para no terminar como otros candidatos electorales que denunciaban el discurso de la izquierda americana extendido por Cuba y que ya arraigado en Venezuela.
Toda esta defensa de los delincuentes choca con la evidente realidad de que el 80% de la población aprueba la gestión de Bukele y cree que esta lucha contra las maras era el camino que necesariamente había que seguir en El Salvador. Después de un grupo de indecisos, las encuestas sobre la gestión del Gobierno muestran que solo un mínimo porcentaje de la población desaprueba el estado de excepción y sus resultados.
La lucha continúa
En resumen, la lucha de El Salvador contra las pandillas, bajo el liderazgo del presidente Nayib Bukele, es un esfuerzo necesario y encomiable para restaurar la paz y la seguridad en el país. A pesar de las críticas y controversias venidas desde ONGs y organismos internacionales, la mayoría de los salvadoreños respaldan las medidas tomadas para combatir a las maras y están dispuestos a continuar la lucha hasta que la amenaza se haya eliminado por completo. Es fundamental reconocer la importancia de proteger los derechos de las víctimas y no permitir que los defensores políticos de los delincuentes obstaculicen este esfuerzo crucial. El Salvador está en camino de lograr una verdadera paz y seguridad duradera para su pueblo.