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jueves, 21 noviembre 2024

Déficit público e inflación

MundoDéficit público e inflación

La inflación ha sido un tema persistente en la economía de Occidente durante los últimos tres años. Si bien factores como la pandemia y los conflictos internacionales han desempeñado un papel en su aparición, el factor más significativo ha sido el exceso de gasto impulsado por políticas monetarias y fiscales expansivas implementadas por los gobiernos. Es importante destacar que los shocks negativos de oferta, como la pandemia y la guerra en Ucrania, han tenido su parte en la generación de inflación, pero esta no habría alcanzado los niveles actuales sin el estímulo del gasto público.

Las políticas de gasto gubernamental se han traducido en un aumento significativo del déficit público. En 2022, los bancos centrales optaron por adoptar políticas monetarias más restrictivas para controlar el exceso de gasto agregado, que junto con los shocks negativos de oferta, llevó la inflación a niveles no vistos en décadas. Sin embargo, la política monetaria restrictiva por sí sola no es suficiente para controlar la inflación. Aunque los tipos de interés más altos limitan el crédito privado y, en teoría, deberían reducir el gasto, con gobiernos irresponsables, esto no siempre sucede. En lugar de reducir el déficit público, los tipos de interés más altos pueden aumentarlo al incrementar los gastos financieros del Tesoro.

El déficit público de la administración Biden y la inflación en Estados Unidos

En el caso de Estados Unidos, el Tesoro logró reducir significativamente su déficit público en 2022, lo que contribuyó a frenar la inflación. Sin embargo, en 2023, el déficit ha vuelto a dispararse, estimándose que cerrará el año con un desequilibrio de más de 2 billones de dólares, lo que representa más del 7% de su PIB. Un déficit de esta magnitud durante un período de paz y crecimiento económico es inaceptable y mantiene alta la presión inflacionaria.

El déficit público se convierte en un aumento en los ingresos del sector privado, lo que, a su vez, impulsa el gasto corriente. Mientras la Reserva Federal (Fed) intenta contraer el gasto privado financiado con crédito a través de tipos de interés más altos, el Tesoro está alimentando el gasto privado corriente con un déficit en aumento. Lo que agrava aún más la situación es que aproximadamente la mitad de ese déficit público se destina a pagar intereses de la deuda del Gobierno federal, y estos intereses se han disparado casi un 50% en el último año. Esto significa que, mientras la Fed mantiene los tipos de interés elevados para controlar la inflación, el gasto en intereses continúa creciendo, dificultando la reducción del desequilibrio presupuestario.

Además, con las elecciones presidenciales de 2024 en el horizonte, es poco probable que se produzca una consolidación fiscal significativa. Incluso si Donald Trump fuera reelegido, no está claro que abogue por reducir el déficit, dado que durante su primer mandato, él mismo lo aumentó.

El alto nivel de déficit público en España y su impacto en la inflación

El problema del déficit público y su impacto en la inflación no es exclusivo de Estados Unidos; también afecta a otros países, como España. El Gobierno de coalición en España, liderado por el PSOE y con la participación de partidos comunistas, ha mantenido un nivel de déficit público extremadamente alto. Esto ha hecho que la inflación en España sea difícil de controlar, a pesar de los intentos de subir los tipos de interés.

Un déficit público elevado en España, al igual que en Estados Unidos, aumenta la capacidad de gasto del sector privado. A medida que la política monetaria busca contraer el gasto privado con tipos de interés más altos, el déficit estatal alimenta el gasto privado corriente. Esto crea una situación en la que los esfuerzos para controlar la inflación se ven obstaculizados por un déficit público persistente. Por supuesto a las Lumbreras que rigen los destinos de la economía española desde el gobierno, e iluminados por ese discapacitado intelectual llamado Eduardo Garzón, no se les ocurre otra solución que intentar apagar el fuego con gasolina. Así, ante la subida de precios que resta poder adquisitivo a los ciudadanos, su respuesta consiste en imprimir todavía más billetes y repartir pagas: 400 euros por aquí, €200 por allá, subimos las pensiones por aquí, pagamos más a los funcionarios por allá… y así es como se inunda el mercado de papelitos que cada vez valen menos porque el valor añadido, la producción real, se sigue manteniendo estable.

Esta subida de tipos de interés tiene además otra consecuencia dolorosa para las arcas públicas que es el aumento del los pagos para el servicio de la deuda. No es lo mismo tomar dinero prestado al 1% que al 6%. Y todo esto en el caso español seguirá estando dentro de unas magnitudes controlables mientras el Banco Central Europeo mantenga la respiración asistida al Gobierno español; si en un momento dado por presión de los países del norte de Europa (los famosos países frugales) el Banco Central Europeo decidiese dejar de comprar deuda emitida por el Gobierno español, la prima de riesgo española se dispararía y el gasto en intereses se comería buena parte del gasto público por más que, como es previsible tratándose de un gobierno socialista, se tratase de exprimir al máximo a empresas y ciudadanos productivos mediante impuestos a costa de reducir a cenizas la economía del país como ya han hecho en Argentina, por ejemplo.

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