El Boeing-737 Max se está convirtiendo en una pesadilla para la compañía y si no acaban de enderezar el rumbo, es posible que le acabe costando mucho más de lo razonable a largo plazo.
El último incidente del avión ocurrió esta semana en un vuelo de Alaska Airlines que salía desde Portland, en el noroeste de Estados Unidos, y que al poco de despegar tuvo que volver a Portland porque una sección del fuselaje había saltado por los aires. Como puedes ver en las imágenes que hay aquí abajo es una sección entera del fuselaje que está preparada para instalar una puerta de emergencia si el cliente lo solicita. En este caso la puerta de emergencia no existía por lo que desde el interior del avión solo se veía una ventana más pero al salir arrancado el panel completo desde fuera se puede ver perfectamente que es el hueco reservado para una puerta.
No quiero ni pensar en el miedo que tuvieron que pasar los pasajeros al ver que salía volando un trozo del avión y como caían automáticamente las mascarillas como oxígeno para los casos de descompresión de la cabina. Por lo menos hay que alegrarse de que el avión mantuviera su integridad y ningún pasajero fuese absorbido en el momento de la descompresión por el hueco recién abierto con lo que no ha habido que lamentar desgracias personales.
Por ahora la autoridad americana de Aviación civil, la famosa FAA, ha ordenado que todos los aviones 737 Max se queden en tierra hasta que sean inspeccionados y eso significa pérdidas millonarias para las compañías que compraron estos aviones estadounidenses y que ya sufrieron la crisis provocada por el MCAS.
El problema del MCAS
El 737 MAX es una versión modernizada de la familia de aviones Boeing 737, que ha estado en servicio desde la década de 1960. Esta actualización se realizó principalmente para competir con el Airbus A320neo, que ofrecía una mayor eficiencia de combustible. Boeing decidió instalar motores más grandes y eficientes en el 737 MAX, pero esto llevó a desafíos de diseño, ya que los motores más grandes no encajaban en el diseño original del 737. Para solucionar esto, Boeing montó los motores más arriba y adelante en las alas, lo que alteró el comportamiento aerodinámico del avión.
El cambio en la aerodinámica llevó a Boeing a introducir un nuevo sistema de control de vuelo llamado MCAS (Maneuvering Characteristics Augmentation System). Este sistema estaba diseñado para ajustar automáticamente el estabilizador horizontal y evitar que el avión entrara en pérdida aerodinámica. Sin embargo, el MCAS resultó ser un desastre. En dos accidentes fatales, uno con Lion Air en octubre de 2018 y otro con Ethiopian Airlines en marzo de 2019, se cree que el MCAS recibió datos erróneos de un sensor de ángulo de ataque defectuoso y respondió de manera inapropiada, empujando la nariz del avión hacia abajo y llevando a una pérdida de control.
Tras estos accidentes, los reguladores de aviación de todo el mundo, liderados por la Administración Federal de Aviación de EE. UU. (FAA), decidieron poner en tierra toda la flota del 737 MAX. Esta decisión sin precedentes no solo afectó a Boeing sino también a las aerolíneas que operaban el avión, causando trastornos significativos en la industria aérea global. Además, surgieron preguntas sobre la relación entre Boeing y la FAA, especialmente en lo que respecta al proceso de certificación y supervisión. Se criticó a la FAA por delegar demasiado en Boeing en el proceso de certificación, lo que podría haber contribuido a que se pasaran por alto los problemas del MCAS.
El impacto financiero en Boeing ha sido considerable. Además de los costes asociados con la actualización del software del MCAS y la compensación a las aerolíneas afectadas, la crisis ha dañado la reputación de Boeing. La confianza tanto de las aerolíneas como de los pasajeros en el 737 MAX y, en cierta medida, en Boeing como fabricante, se ha visto erosionada.
Y si encima te salen despedidas las ventanas a medio vuelo…