Ahora mismo, a las siete de la mañana en España, la página web del Tribunal Supremo Electoral de El Salvador refleja un escrutinio del treinta y uno por ciento de los votos y una victoria aplastante de Nuevas Ideas, el partido de Nayib Bukele.
Aunque curiosamente esta página sólo da cifras sumadas y no porcentajes, el número total de votos que respaldan al actual presidente es de casi un millón trescientos mil mientras que el resto del partido de partidos no consigue juntar entre todos mil doscientos cincuenta mil votos, es decir que cinco de cada seis votantes salvadoreños han dado su apoyo a Bukele y a las políticas que esta impulsando.
Como dato curioso, la parte técnica del recuento la está llevando a cabo la empresa española Indra, controlada por el PSOE, esa banda cuyo líder consiguió hacerse con las riendas del partido llenando urnas con papeletas detrás de una cortina, y sin que todavía se hayan cerrado el recuento, ya existen denuncias de fraude en los sistemas de votación en el exterior. Sabiendo que el PSOE ya ha colocado a su gente en Indra, a nadie le extraña que aparezca rápidamente por ahí la palabra chanchullo y fraude.
Por supuesto esta victoria de Nayib Bukele va a tener escaso eco en la prensa oficialista española, esa que vive de la subvenciones y de esa cosa tan maravillosa que es la publicidad institucional y que ha convertido al Gobierno de España en el primer anunciante del país. Tendrás que buscar la victoria de Nuevas Ideas al fondo de la sección de internacional porque desde el PSOE no ven con buenos ojos que gane un partido que habla de honradez, de transparencia y de cumplir las promesas, temas todos ellos que levantan ampollas en el partido que ocupa el sillón de Moncloa (aquí iba a escribir el partido que gobierna en España, pero en realidad España la gobierna la Yoli, rompiendo cualquier cosa que funcione, y Puigdemont humillando al Gobierno y al resto de los españoles).
Como mucho, se escuchará a las organizaciones de defensa de los criminales, también conocidas como ONGs, que pondrán el grito en el cielo porque ven que sus clientes, los delincuentes, van a seguir en la cárcel siendo tratados como se merecen. Su problema es que cada vez tienen que hilar muy fino porque la gente se está dando cuenta de que sólo se preocupan de defender a delincuentes y que los países funcionan mejor cuando se deja de escuchar sus sermones.
Esta victoria de Bukele muestra bien a las claras que los ciudadanos quieren política sin hipocresía y que prefieren a un político que diga las cosas claras y explique los beneficios y los costes de sus políticas. La absoluta claridad de Nayib Bukele en su lucha contra la delincuencia organizada de las maras ha sido perfectamente cantada captada por los salvadoreños. Ahora que vuelven a disfrutar de libertad y pueden pasear por las calles sin ser atracados o directamente asesinados, ahora que pueden abrir negocios sin que al día siguiente se les presente un marero para cobrarles protección, ahora que nadie anda armado por las calles, ahora que las mujeres pueden salir sin miedo a ser violadas, la gente ha entendido la importancia de la firmeza en la defensa del orden público y ha visto con claridad meridiana que todos los problemas de orden público que los gobiernos anteriores venían achacando a factores espurios, en realidad eran una muestra una consecuencia de la falta de voluntad directa de acabar con el problema, posiblemente porque esos mismos políticos formasen parte o se beneficiasen de alguna forma de esas estructuras mafiosas.
Los salvadoreños también están encantados con la prosperidad que está trayendo esta nueva paz social porque ahora los negocios funcionan y el turismo extranjero ha vuelto al país para disfrutar del maravilloso clima, de la espectacular naturaleza y de la hospitalidad de los salvadoreños sin miedo a ser atracados o secuestrados por las maras.
Ojalá tuviesemos un Bukele en España.