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miércoles, 30 octubre 2024

¿Es caro ser presidente de Estados Unidos?

Mundo¿Es caro ser presidente de Estados Unidos?

En la arena política estadounidense, el camino a la presidencia está pavimentado no solo de debates y discursos, sino también de impresionantes cantidades de dólares. Los datos proporcionados por la FEC (Comisión Federal de Elecciones de los Estados Unidos de América) hasta el 31 de diciembre de 2023 pinta un cuadro detallado de la carrera financiera que es una campaña presidencial.

El precio de una campaña

La financiación de campañas es un termómetro que mide la viabilidad de un candidato. Analicemos los números presentados. Desde el 1 de enero de 2021 hasta el 31 de diciembre de 2023, Joseph R. Biden Jr. encabezó los ingresos totales con 89.797.573,02 dólares, mientras que Donald J. Trump, quien comenzó su recaudación más tarde, el 15 de noviembre de 2022, acumuló 79.634.356,79 dólares. Estas cifras reflejan no solo la capacidad de recaudación de los candidatos sino también la disposición de los donantes para invertir en sus visiones políticas.

Las contribuciones totales, que incluyen donaciones directas de partidarios, revelan que Biden recaudó más de 26 millones de dólares, mientras que Trump, con un período de recaudación más corto, obtuvo un monto bastante más bajo de sólo 508.898,56 dólares. Además, las transferencias de otros comités autorizados (el sistema electoral americano es endiabladamente enrevesado) añadieron una suma considerable a sus arsenales financieros: Biden con 56.755.234,46 dólares y Trump con 75.826.609,10 dólares. Este flujo de efectivo de comités afiliados subraya la importancia de la red de apoyo que ambos candidatos han tejido dentro de sus respectivos partidos.

Los desembolsos totales permiten hacerse una idea de la magnitud de los gastos de campaña, con Biden lleva gastados 44.099.750,71 dólares y Trump 46.546.415,21 dólares. Estos montos reflejan no sólo la publicidad y los eventos de campaña, sino también la logística, el personal y las estrategias políticas necesarias para mantener una campaña a flote. El efectivo disponible al final del período muestra una gestión financiera más prudente por parte de Biden, con un remanente de 45.958.297,68 dólares comparado con los 33.087.941,58 dólares de Trump.

Y si ya metemos a los partidos…

Cuando ampliamos el enfoque a los partidos en su conjunto, los números son aún más reveladores. Los republicanos, en total, recaudaron una suma monumental de 256.870.612 dólares, mientras que los demócratas reunieron 99.637.475 dólares. Estos números no sólo reflejan la base de donantes de cada partido, sino también las estrategias de recaudación que han empleado (el partido recaudó bastante menos para Trump, pero él se buscó sus propios donantes). En cuanto a los gastos, los republicanos también van por delante con 191.052.691 dólares frente a los 53.139.567 dólares de los demócratas, lo que nos indica un enfoque más agresivo en términos de inversión para buscar la victoria.

Normalmente el partido que aspira a la presidencia tiene que gastar mucho más dinero en su campaña porque no cuenta a su favor con la presidencia del país y la visibilidad que le da. Acuérdate de que en todas las películas americanas siempre que llega el presidente se forma un revuelo enorme y el speaker (siempre hay un tio con un micrófono en cualquier rincón de Estados Unidos) suelta aquello de «…the president of the United States…» mientras el hombre entra al ritmo del himno nacional y entre vítores y aplausos de todos los presentes y contra eso hay que poner mucho dinero.

¿Qué nos dicen estos datos?

Estos datos financieros son indicativos de varias tendencias en la política estadounidense.

  • Primero, la presidencia tiene un precio desmesurado y sólo aquellos dispuestos a pagar pueden abrirse camino hacia el Despacho Oval
  • Segundo, la infraestructura de apoyo a través de comités y donantes es crucial para mantener el impulso y la visibilidad.
  • Tercero, el manejo de fondos de campaña puede tener un impacto directo en la sostenibilidad de una carrera presidencial y, potencialmente, en el resultado de la elección.

O sea, que sí, que es caro de narices pero yo no me presento, no porque no quiera sino porque al no ser ciudadano estadounidense no puedo presentarme, que si no…

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