Javier Milei ya lleva cien días al frente del Gobierno argentino y es hora de empezar a hacer balance de lo que lleva hasta ahora y compararlo con lo que había prometido.
Hay que entender que las expectativas puestas en el economista argentino eran enormes y que todo el mundo desea que Argentina vuelva a ser un país próspero y que eso ocurra cuanto antes mejor, pero la vida es como es y las cosas no se cambian de un día para el otro. De todas maneras hasta ahora Javier Milei ha cambiado el rumbo del país y vamos a ver cuáles han sido los hitos que ha ido consiguiendo para que ahora mismo Argentina haya recuperado la confianza en su futuro
Antes que nada hay que entender que la herencia que recibe Milei es un país directo al precipicio con una inflación por encima del 200 por ciento y que iba subiendo con la perspectiva de acabar 2024, de no haberse dado el cambio de timón que estamos viendo, alrededor del cuatrocientos o el quinientos por ciento, cifras absolutamente tercermundistas y que hubiesen llevado a Argentina a la quiebra antes o después, más bien antes.
La situación en Argentina sigue siendo crítica pero, empezando por la inflación, hay que entender que aunque la cifra anual sigue siendo del 276,2%, una cifra absolutamente asombrosa y que en cualquier otro país del mundo supondría un cataclismo económico, la realidad es que la inflación mensual ya está en 13,2% y bajando. Hay que tener en cuenta además que buena parte de esta inflación que se mantiene se debe a la subida de precios que han tenido muchos productos y servicios al retirarse la subvenciones públicas, de forma que el transporte público ha subido una barbaridad porque se le están retirando las subvenciones. Se sigue así una regla básica que dice que los servicios deben pagarlos los usuarios, no el resto de los ciudadanos que no los usan.
Otro de los datos que son básicos para entender el cambio de rumbo de Argentina son las cuentas del sector público que desde 2011 no había registrado un superávit financiero. En los dos primeros meses del año la administración central, el Gobierno de Argentina, ha terminado con superávit a base de hacer recortes de todo tipo. Se han despedido docenas de miles de funcionarios contratados temporalmente por amiguetes políticos que no acudían a su puesto de trabajo, eso que en Argentina llaman los ñoquis y se han cerrado organismos que no tenían una función práctica más allá de la servir a la ideología del gobierno anterior como los múltiples chiringuitos feministas que poblaban la administración.
Es verdad también que buena parte de este superávit financiero se debe al recorte real de salarios públicos y de pensiones y eso ha supuesto un empobrecimiento real de los ciudadanos argentinos; Milei no dijo que fuera a ser fácil y muchos ciudadanos están sufriendo en sus carnes estos recortes. También están sufriendo estos recortes todos los sindicalistas y demás parásitos que vivían del presupuesto público sin trabajar y que han visto cómo sus chiringuitos han sido desmontados. Ahora en las estadísticas aparecen como desempleados o directamente como ciudadanos pobres pero lo único que tienen que hacer para salir de esa situación es ponerse a trabajar, cosa que les va a costar porque no lo han hecho en su vida.
El tercer capítulo que muestra que Milei está cambiando el paso de la economía argentina es la reducción de la masa monetaria, el drenaje de liquidez que se está llevando a cabo. Al no estar imprimiendo billetes para financiar los inmensos déficit públicos anteriores, la masa monetaria debería como mucho mantenerse estable pero al haberse aplicado medidas de reducción del gasto público se está pudiendo abordar la reducción del saldo del banco de Argentina y eso se refleja en que el riesgo país, un índice puramente financiero que mide la posibilidad de perder el dinero si se invierte en Argentina, había bajado desde los 2.500 puntos hasta los 1.700 puntos, es decir, los inversores internacionales siguen considerando muy arriesgado invertir en Argentina pero en tres meses Milei ya ha reducido esa percepción de peligro en más de un 30%. Y si sigue en este camino es posible que el riesgo país vuelva pronto a índices normales comparables con otros países hispanoamericanos.
Lo que le queda por hacer a Milei todavía es una tarea titánica, teniendo en cuenta que no cuenta con mayoría parlamentaria y que la demagogia campa a sus anchas en el Congreso argentino. Por ahora le apoya el 51,2% de la población que está viendo que todas esos cifras macroeconómicas se están trasladando a la vida diaria de los argentinos y que, por ejemplo, ven que una vez eliminadas las estúpidas leyes restrictivas de los alquileres, ahora se puede arrendar una vivienda a menor precio y la oferta de viviendas en alquiler ha aumentado considerablemente.
Yo particularmente, le deseo a Milei toda la suerte del mundo y espero que nuestros hermanos argentinos salgan del pozo al que el socialismo kirchnerista les había llevado. También, ya de paso, espero que el gobierno del PSOE en España caiga cuanto antes para que no nos acabe llevando al desastre al que inevitablemente conduce el socialismo.
La tarea que tiene Milei por delante es simplemente titánica. Hay muchas inercias que cambiar y como apuntas en el artículo la demagogia campa a sus anchas en argentina.
Conforme avance la legislatura cada vez más diputados se irán pasando al lado populista y gritaran contra los recortes que promueve Milei.
Sin embargo Javier Milei debería ser inflexible y mantener el rumbo. Debería acometer la liberalizaciónes y los recortes que les sea posible como presidente y si no los puede abordar todos, que espere hasta la próxima legislatura pero no debería nunca dar su brazo a torcer ni negociar con los partidos de la oposición que aspiran a mantener el kirchnerismo vivo en Argentina.
Yo pienso lo mismo punto habrá que ver hasta dónde resiste Milei y qué parte de su programa reformista es capaz de sacar adelante pero entiendo que por poco que haga, ya será infinitamente mejor que la obra del socialismo en Argentina, que estaba llevando al pueblo a la ruina.