Ante las dudas que ha suscitado la vaporosa opinión de Donald Trump sobre Ucrania y la fatiga de guerra que empieza a hacer mella en los demócratas estadounidenses, los países europeos han sentido el frío que hace fuera de la manta estadounidense. La simple posibilidad de que los norteamericanos dejasen de apoyar a Ucrania como lo han hecho hasta ahora, ha mostrado a los europeos la debilidad de su industria de defensa y la parquedad de sus arsenales.
En un momento en el que todo el mundo se preguntaba si Europa sería capaz de rellenar el vacío dejado por Estados Unidos, Francia ha dado un paso adelante y ha mostrado su apoyo decidido al pueblo ucraniano en su lucha contra el invasor ruso. Esa toma de posición decidida no solo significa que ellos vayan a ayudar sino que es un puñetazo en la mesa del resto de potencias europeas para demostrarles que si los franceses pueden, los demás también.
El ministro de Defensa francés, Sébastien Lecornu, ha confirmado que este apoyo incluirá una considerable cantidad de misiles antiaéreos de última generación y vehículos blindados, marcando un paso significativo en el refuerzo de la capacidad defensiva ucraniana. Entre los componentes de esta ayuda destaca el misil interceptor Aster 30, diseñado para contrarrestar eficazmente drones, cazas y helicópteros, una necesidad urgente ante el incremento de ataques rusos dirigidos no solo a objetivos militares sino también a infraestructuras civiles.
El Aster 30, fruto de la colaboración franco-italiana y producido por el consorcio europeo MBDA, se distingue por su capacidad de interceptar amenazas aéreas a larga distancia, proporcionando a Ucrania un escudo contra los ataques por saturación que han caracterizado la estrategia ofensiva rusa. Su despliegue promete transformar el panorama de la defensa aérea ucraniana, ofreciendo una respuesta efectiva incluso contra munición hipersónica lanzada desde distancias que superan los 600 kilómetros que hasta ahora penetraba impunemente en el cielo ucraniano.
Además de los misiles, Francia se compromete a enviar cientos de vehículos blindados, reforzando así el arsenal terrestre ucraniano. Este gesto no solo simboliza un apoyo material sino también un respaldo político a Kiev, enfatizando la importancia de la cooperación internacional frente a agresiones injustificadas.
El paquete de ayuda también incluye obuses César, una pieza de artillería móvil de alto rendimiento que ya ha demostrado su efectividad en distintos teatros de operaciones. Con la capacidad de lanzar proyectiles de 155 milímetros a distancias que superan los 40 kilómetros, estos obuses mejoran significativamente la capacidad ofensiva ucraniana, permitiéndole responder con mayor precisión y alcance a las fuerzas enemigas.
La decisión de Francia de intensificar su apoyo militar a Ucrania no solo refleja la solidaridad europea frente a la agresión rusa sino que también recalca la importancia de la soberanía nacional y la defensa de los valores democráticos desde Europa. En este contexto, la ayuda militar se convierte en un elemento disuasorio frente a futuras escaladas del conflicto, enviando un mensaje claro sobre la determinación de Occidente de defender el orden internacional basado en reglas.
Ahora está por ver en qué medida el resto de países europeos incrementa su ayuda a Ucrania y cuánto tardan en poner en práctica esos planes. El primer paso ya está dado y sí el impulso francés arrastrase a otros miembros del la Unión Europea, entre ellos España, sería una señal inequívoca de que sí existe una conciencia europea de defensa con la determinación suficiente para plantar cara a las agresiones desde regímenes dictatoriales.
