El miedo a la competencia China ha hecho temblar los cimientos de la industria automovilística occidental. La entrada masiva de coches eléctricos fabricados en Asia y los anuncios de nuevos modelos a precios económicos, especialmente el modelo de Xiaomi que va a estar por debajo de los 25.000 euros, a puesto a todas las a todos los fabricantes de automóviles en modo pausa. Ahora se están replanteando cuál debe ser su estrategia para frenar este ataque frontal de la industria china y mientras unos piden regulaciones y aranceles, otros optan por la vía de la reducción de costos y la mejora continuada de sus productos.
Elon Musk, al más puro estilo americano, parece haber recogido el guante y ya tiene interiorizado que el apoyo que le pueda prestar la administración estadounidense va a ser limitado y si consigue resistir el ataque chino va a ser gracias a la calidad de sus productos y a la contención de los costes de fabricación. No le queda otra, es eso que siempre se ha llamado hacer de la necesidad virtud.
Lo que vamos a ver en los próximos años va a ser un intento de invasión China que pretende hacerse con todos los mercados occidentales a base de coches muy baratos pero subvencionados directa e indirectamente por el régimen nacional socialista chino. A los europeos nos toca decidir si queremos quedar en manos asiáticas o si preferimos mantener cierta independencia industrial y seguir fabricando nuestros coches. En mi opinión coma a parte de esta batalla se podría ganar eliminando las normas que se han tomado contra los coches de combustión y que favorecen a los coches eléctricos donde hay que admitir que China cuenta con cierta ventaja. Sin embargo, la obsesión con esa estupidez de la Agenda 2030, que tan bien viene a los chinos, hará que se opte por la vía de la regulación, estableciendo aranceles y frenos regulatorios para los productos chinos, lo que mantendrá los precios altos en perjuicio de los consumidores europeos.
El análisis reciente sobre la situación actual de Tesla y sus perspectivas de negocio a corto y medio plazo sugiere que la compañía está atravesando un período de transición, que se caracteriza por ajustes estratégicos en su estructura laboral y operativa, junto con desafíos en su rendimiento en el mercado.
En primer lugar, Tesla ha anunciado recientemente una reducción significativa de su plantilla, que afectará a más del 10% de sus 140.000 empleados a nivel mundial. Este movimiento es parte de una estrategia más amplia para, según la empresa, aumentar la eficiencia y la innovación en preparación para futuros ciclos de crecimiento. Elon Musk, CEO de Tesla, mencionó que estos dolorosos recortes son necesarios para hacer frente a la duplicación de roles y para preparar a la empresa para la próxima fase de expansión. Ese discurso corporativo esconde. ni más ni menos, que la realidad de que ahora todos deben trabajar más para no ser barridos por la inmsericorde competencia china y con menos trabajadores tendrán que vender más coches. Tan simple como difícil de hacer.
Este ajuste de personal sigue a una serie de resultados decepcionantes en términos de entregas de vehículos, que han caído significativamente por debajo de las expectativas de Wall Street en el último trimestre, marcando el primer descenso interanual desde 2020. Además, Tesla se enfrenta a desafíos adicionales relacionados con la producción de su modelo más nuevo, el Cybertruck, que no acaba de arrancar, y una pausa en el lanzamiento de nuevos productos hasta que comience la producción de un nuevo vehículo de próxima generación hacia finales del próximo año.
A nivel financiero, estas decisiones y resultados operativos se han reflejado negativamente en el precio de las acciones de Tesla, que ha experimentado una disminución significativa este año. Según los informes, las acciones han caído un 31% en lo que va del año, lo que las sitúa entre las de peor desempeño en el índice S&P 500. Este descenso en las acciones puede atribuirse en parte a la disminución en la demanda de vehículos eléctricos y a problemas operativos como incendios en plantas de producción y dificultades en la cadena de suministro.
Mirando hacia el futuro, Tesla está planificando una «pausa» entre las fases de crecimiento, con expectativas de un crecimiento de ventas más modesto hasta que se lancen vehículos de próxima generación, como el anunciado Model 2 de 25.000 dólares. Esta estrategia sugiere que Tesla está buscando estabilizar su operación mientras se prepara para futuras innovaciones y expansiones.
Es posible que ese coche, más barato que todos los modelos que tiene ahora en el mercado permita a Tesla ganar cuota de mercado y pararle los pies a los fabricantes chinos aunque está por ver si las factorías de Tesla serán capaces de producir los coches que el mercado estadounidense le pida. Si es capaz de responder a la demanda y satisfacer también a los mercados europeos y asiáticos que piden coches de Tesla, Elon Musk podrá presumir de haber parado el ataque chino.
No olvidemos que en el mercado ahora mismo los coches de Tesla tienen, además de Laura de tecnología punta que los rodea, un valor reputacional parecido al que tienen los teléfonos de Apple y tener un coche de Tesla es un símbolo de prestigio social del que muchos presumen. Si Tesla pudiera rebajar un poco el precio de sus coches con el Model 2 y permitir que algunos millones más de compradores pudieran subirse a uno de sus coches, posiblemente conseguiría una penetración parecida a la que Apple ha conseguido en el mercado de los móviles con sus iPhone, que pueden llegar realmente a ser carísimos pero que también tienen unos modelos más asequibles que (con la correspondiente financiación) sí se pueden permitir consumidores ansiosos por lucir el logo de esta u otra marca .