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jueves, 21 noviembre 2024

Tiktok tiene los días contados en Estados Unidos

MundoTiktok tiene los días contados en Estados Unidos

La nueva ley estadounidense que requiere que TikTok cambie de propietario o cese sus operaciones en los Estados Unidos marca un momento crucial tanto para el gigante tecnológico chino ByteDance como para el mercado de las redes sociales a nivel global. Esta medida no es única, sino que sigue una tendencia donde la seguridad nacional y la protección de la privacidad de los datos personales están cada vez más en el centro de las políticas tecnológicas.

La Ley para Proteger a los Americanos de Aplicaciones Controladas por Adversarios Extranjeros ha sido promulgada tras la aprobación por parte del Senado y la firma del presidente Joe Biden. Esta ley establece un ultimátum claro: TikTok debe ser vendido a una entidad estadounidense o dejar de operar en el país​​. Este movimiento legislativo se inscribe dentro de una política más amplia de desacoplamiento tecnológico y económico con China, reflejando tensiones geopolíticas que trascienden los ámbitos tecnológicos y comerciales​​.

ByteDance, la empresa matriz de TikTok, afronta un dilema significativo. La posible venta de TikTok no solo afecta su valor de mercado –estimado en docenas de miles de millones– sino que también plantea un reto operativo, dado que cualquier venta podría requerir la transferencia o el aislamiento de su tecnología de algoritmos, que es esencial para el funcionamiento de la plataforma​​. Además, la respuesta del Gobierno de China a esta situación ha sido contundente, ya que ha expresado su oposición a la venta forzada de una empresa considerada nacionalmente estratégica​​.

A nivel de usuarios y mercado, TikTok es extremadamente popular, especialmente entre los jóvenes en Estados Unidos, lo que hace que esta decisión legislativa no solo tenga repercusiones económicas sino también culturales y sociales. La plataforma ha sido un catalizador de tendencias y ha influenciado significativamente la cultura juvenil y los medios digitales​​.

Sin embargo, el argumento de seguridad nacional es poderoso y refleja una creciente desconfianza hacia las tecnologías gestionadas desde países con los que Estados Unidos tiene tensiones geopolíticas. Esta preocupación no es infundada, dado que las leyes chinas pueden obligar a empresas como ByteDance a cooperar con el gobierno en asuntos de inteligencia, lo que plantea riesgos potenciales de privacidad para los usuarios estadounidenses​​.

Para entender los riesgos que implica una aplicación como Tiktok para la seguridad nacional en Estados Unidos coma basta con entender que supone tener ciento cincuenta millones de puntos de observación en el país a disposición del espionaje chino. Pueden decidir si siguen perfiles de estudiantes universitarios, militares, policías, periodistas o cualquier otro grupo o personas individuales por que la propia naturaleza de la aplicación exige una constante conexión con los servidores alojados en el país asiático. Eso sin contar con que damos por hecho que en caso de conflicto la aplicación no cambiaría porque si así lo decidiese los servicios de inteligencia chinos, podrían obligar a Bytedance a actualizar la aplicación para incluir funciones más amplias de espionaje.

A corto plazo, ByteDance podría intentar desafiar la legislación en los tribunales, aunque el camino legal parece arduo y con pocas probabilidades de éxito a largo plazo. Alternativamente, podría buscar vender TikTok a una empresa estadounidense, con varias corporaciones tecnológicas y financieras potencialmente interesadas en adquirir una plataforma con una base de usuarios masiva y altamente comprometida​
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​La gran hipocresía china

Aunque ahora se rasgan las vestiduras y eleboran grandilocuentes discursos en defensa de la libertad, el bloqueo y la censura de páginas web y aplicaciones extranjeras por parte de China es lo normal desde hace décadas y representa una parte fundamental de su política de control de información y de internet. Esta política restrictiva se canaliza principalmente a través de un sistema conocido como el Gran Cortafuegos de China, o «la Gran Muralla China digital», que es quizás el más sofisticado y exhaustivo sistema de censura de internet en el mundo.

El Gran Cortafuegos de China comenzó a desarrollarse a finales de la década de 1990, cuando el internet empezó a ganar popularidad global. El gobierno chino, buscando mantener el control sobre el flujo de información y preservar la estabilidad social, implementó una serie de medidas para filtrar y bloquear contenido que consideraba amenazante para su control político o en desacuerdo con sus normas sociales y éticas.

El sistema funciona mediante una combinación de métodos de bloqueo, que incluyen la inspección profunda de paquetes (DPI), el bloqueo de direcciones IP, el análisis y filtrado de URLs y palabras clave, y el envenenamiento de DNS. Estas técnicas permiten al gobierno chino no solo bloquear el acceso a servicios y sitios específicos, sino también monitorear y analizar el tráfico de internet para prevenir o disuadir actividades consideradas como desafiantes al régimen.

La lista de servicios bloqueados en China es extensa e incluye algunas de las plataformas más populares globalmente como Google, Facebook, Twitter, YouTube, y una multitud de medios de comunicación internacionales. Esta censura se extiende también a herramientas cruciales de comunicación y colaboración como WhatsApp, Telegram y Dropbox, afectando tanto a ciudadanos chinos como a negocios que operan dentro del país.

El gobierno chino defiende estas prácticas bajo el argumento de la soberanía cibernética, una política que sostiene que cada país tiene derecho a gobernar el internet como lo considere apropiado dentro de sus fronteras. Argumentan que estas medidas son necesarias para proteger a la sociedad china de influencias extranjeras perniciosas y mantener la estabilidad social. Sin embargo, críticos y organismos internacionales ven esto como una forma de control político que limita la libertad de expresión y reprime la disidencia, además de aislar informativamente a la población china del resto del mundo.

Más allá de las implicaciones políticas y de derechos humanos, el Gran Cortafuegos tiene un impacto económico considerable. Por un lado, limita la competencia extranjera, lo que ha permitido el surgimiento de gigantes tecnológicos locales como Baidu, Tencent y Alibaba. Por otro lado, esta censura también es un obstáculo para las empresas internacionales que desean operar en China, complicando la entrada al que es uno de los mercados más grandes y lucrativos del mundo.

El caso chino es un ejemplo paradigmático de la Ley del Embudo en el mundo digital aunque defenderán su postura con toda la naturalidad del mundo y, lo más curioso de todo, encontrarán muchos aliados dentro de Occidente que utilizarán la libertad de expresión que les otorgan nuestras democracias liberales para justificar la postura china con argumentos irrelevantes únicamente movidos por su odio hacia Estados Unidos, cosa notoriamente habitual en los países hispanoamericanos, empezando por la Península Ibérica.

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