La victoria de Claudia Sheinbaum en las elecciones presidenciales de México es una oportunidad pérdida para el país azteca.
En primer lugar hay que aclarar que los mexicanos han elegido a la política izquierdista para la presidir su país simplemente porque fue designada por López Obrador como candidata del partido que él mismo formó para llegar a la presidencia. Si la persona propuesta por AMLO hubiese sido otra, el resultado hubiera sido exactamente el mismo; no hay que darle más importancia a su ascendencia judía ni perder un minuto estudiando el programa electoral con el que ha concurrido a las elecciones o pararse a buscarle más explicaciones a su triunfo.
En cuanto a las consecuencias de esta elección, los mexicanos sufrirán las consecuencias de las políticas que Claudia Sheinbaum ha anunciado para su sexenio y que ya se han demostrado fracasadas allá donde se han aplicado. Por increíble que parezca, en pleno siglo XXI todavía hay políticos que prometen políticas socialistas y votantes que se lo creen; pasarán años para comprobar lo equivocadas que eran las propuestas y corregir sus consecuencias. Hasta ahora las políticas socialistas solo han conseguido llevar a los países hacia la ruina y no hay que esperar que la presidencia nueva presidenta vaya a conseguir otra cosa para México. Ya veremos si en seis años tiene tiempo de hundirlo del todo o sólo un poquito.
En cuanto al aspecto económico, los mexicanos tienen ante sí la oportunidad histórica de convertirse en en la factoría de Norteamérica. Ahora mismo en el norte del país miles de empresas estadounidenses aprovechan los bajos costes salariales relativos para fabricar en México y vender en los Estados Unidos y Canadá. También son cada vez más las empresas chinas que se están estableciendo en México para sortear el choque de trenes que se atisba en un futuro más o menos cercano entre Estados Unidos y China. Es verdad que estás empresas chinas montan componentes fabricados en el país oriental hasta el límite máximo que el tratado de libre comercio permite pero también es cierto que una buena parte de los componentes tiene que ser fabricado en el propio México, tal y como exige el TLC y así se está creando una base industrial nunca vista hasta ahora. Todo este entramado empresarial está en peligro desde el momento en el que las políticas izquierdistas que promete aplicar Claudia Sheinbaum supondrán trabas de todo tipo para la instalación y el normal funcionamiento de estas empresas.
Otro factor que va a lastrar el desarrollo económico de México en los próximos seis años es la poca contundencia de Morena, el partido fundado por López-Obrador para llegar al poder, contra la corrupción en todas sus formas. No se trata sólo de que haya casos escandalosos; el más claro ejemplo de que la corrupción existe es el caso Segalmex, en el que se desviaron recursos por aproximadamente doce mil millones de pesos (unos seiscientos millones de euros) y en el que hasta ahora no hay un solo detenido. El problema de México es que la corrupción está generalizada en todos los estamentos de la administración y si durante el mandato de López-Obrador parece que la situación ha empeorado, los augurios sobre la presidencia de Sheinbaum en este aspecto son desoladores.
En el aspecto social, no va a haber grandes cambios en lo hecho hasta ahora por López Obrador y eso significa que la violencia va a seguir aumentando en un país con unas tasas de criminalidad propias de una guerra. El narcotráfico ya se ha adueñado de buena parte del país y las políticas garantistas y poco contundentes frente a los delincuentes aseguran para los próximos años muchos miles de muertes anuales, que irán subiendo a medida que avance el sexenio. Para hacerse una idea, ni las desorbitadamente exageradas cifras de Hamás sobre el número de muertes causadas por Israel superan los treinta mil homicidios ocurridos en México el año pasado bajo el mandato de AMLO ¿es esto un genocidio?
¿Va Claudia Sheinbaum a solucionar el problema de los millones de emigrantes hispanos hacia los Estados Unidos? No sé lo que pensarán los votantes que la han llevado a la presidencia, si es que lo han pensado, pero yo estoy seguro de que tomará las medidas necesarias para empeorar el tema.
Como suele pasa cuando se aplican políticas de izquierda para resolver los problemas, siempre acaban empeorando y el traje morado de la nueva presidenta en su primera comparecencia tras las elecciones (el de la imagen que encabeza este artículo), viene acompañado de una cifra de casi mil mujeres asesinadas el año pasado por sus parejas; igual Claudia Sheinbaum tiene una ocurrencia como la de Irene Montero y lleva a cabo una rebaja de las penas para los violadores y feminicidas. Yo espero una y ciento una medidas de este calibre.
En cuanto a lo puramente político, la nueva presidenta seguramente se seguirá acercando en el exterior a los países izquierdistas que conforman el grupo de Puebla y que presumen de índices de pobreza y atraso difícilmente explicables. En cuanto a la política interior, el haber obtenido mayoría parlamentaria le deja las manos libres para elaborar cuantas leyes sean necesarias y modelar el país que crea conveniente durante los próximos 6 años y mucho me temo que los mexicanos lamentarán en 2030 haberla elegido pero no tengo tan claro que para entonces decidan cambiar de dirección porque yo, tengo que confesarlo, ahora mismo estoy confundido y perplejo por los resultados electorales de todo el mundo, empezando por los de mi querida España.
Por la parte que toca, yo ya estoy preparado para recibir el aluvión de culpas que Claudia Sheinbaum vertirá sobre los conquistadores españoles y sus herederos para explicar las razones por el que las cosas no marcharán en México como deberían, nunca por su propia incompetencia, porque de lo que estoy seguro es de que en este sexenio las cosas, no sólo no van a mejorar sino que van a ir a peor para los propios mexicanos que han votado masivamente a la candidata de AMLO.
¡Que les sea leve!