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jueves, 21 noviembre 2024

¿Cómo empieza septiembre en la guerra de Ucrania?

Mundo¿Cómo empieza septiembre en la guerra de Ucrania?

Para los españoles ya se ha acabado el verano y ahora toca volver a preocuparse de los temas serios. Septiembre está marcando un momento crucial en la guerra entre Ucrania y Rusia, un conflicto que se ha prolongado durante más de dos años y que ha visto una escalada significativa en los últimos meses. El panorama actual, sin embargo, ofrece una ventana de optimismo para Ucrania, que ha demostrado una notable capacidad de adaptación y resiliencia frente a las fuerzas rusas.

El contraataque ucraniano y la guerra de drones

Uno de los desarrollos más destacados de este inicio de septiembre ha sido el uso intensivo de drones por parte de Ucrania para golpear objetivos estratégicos en el corazón de Rusia. Estos días Twitter está lleno de vídeos que demuestran que Ucrania lanzó el ataque más grande con drones dentro del territorio ruso desde el comienzo de la guerra, afectando instalaciones de alto valor estratégico en diversas regiones, incluyendo la capital, Moscú. Este ataque masivo no sólo subraya la capacidad de Ucrania para proyectar poder en territorio enemigo, sino también la vulnerabilidad de la defensa aérea rusa.

La importancia de estos ataques reside en varios factores. Primero, los ucranianos han logrado impactar instalaciones críticas, como la planta de refinado de crudo en Kapotnia, que abastece de combustible a Moscú y es vital para su industria petroquímica. Además, otros objetivos como plantas de energía y sistemas ferroviarios también fueron alcanzados, lo que podría afectar significativamente la capacidad de Rusia para sostener su esfuerzo bélico a largo plazo.

Este tipo de ataques también tiene un efecto propagandístico poderoso. La imagen de Moscú, el centro del poder ruso, vulnerable ante los drones ucranianos, socava la narrativa oficial del Kremlin sobre el control y la invulnerabilidad de Rusia. Esta demostración de fuerza de Ucrania tiene el potencial de desmoralizar a las tropas rusas y a la población, mientras refuerza la determinación ucraniana y el apoyo de sus aliados internacionales.

La debilidad rusa y la resistencia ucraniana

A lo largo de la guerra, Rusia ha sufrido pérdidas significativas en sus sistemas de defensa antiaérea, lo que ha debilitado su capacidad para proteger su vasto territorio. Desde el inicio de la invasión en 2022, Rusia ha perdido cientos de sistemas de misiles tierra-aire y radares antiaéreos, lo que ha facilitado los recientes ataques ucranianos, entre ellos algunas de sus mejores baterías antiaéreas S-300 y S-400 despilfarradas en la derensa de Crimea. Esta situación pone de relieve la falta de preparación y la mala gestión de recursos por parte de Moscú, lo que ha dejado debilitadas sus defensas.

Por otro lado, Ucrania ha aprovechado sus limitaciones para innovar y aumentar su capacidad militar. Ante la reticencia de algunos aliados, como Estados Unidos, de proporcionar armas de largo alcance que puedan ser utilizadas en territorio ruso, Ucrania ha convertido la necesidad en virtud y ha decidido desarrollar y utilizar sus propios drones y misiles balísticos. Este movimiento no solo aumenta la autonomía estratégica de Ucrania, sino que también demuestra una voluntad de actuar con independencia frente a las recomendaciones externas, cuando estas no coinciden con los intereses nacionales. Aquí actúa con ventaja porque no están sujetos a limitaciones en la importación de componentes occidentales de alta tecnología que garantizan la precisión del armamento, así que mientras los rusos pueden recuperar misiles de la época soviética con una precisión de varios cientos de metros, es decir, que sólo sirven para atacar ciudades indiscriminadamente, los ucranianos pueden elaborar drones que actúan con una precisión, un error circular probable (ECP) de un metro o menos lo que les permite atacar las Torres de destilación de las refinerías o los depósitos de gas y combustibles de alto octanaje.

Resulta especialmente sangrante que Rusia no tenga ninguna limitación para utilizar los drones que recibe de terceros países, por ejemplo los Shaded iraníes, para atacar instalaciones civiles ucranianas pero al mismo tiempo los estadounidenses mantengan una prohibición absoluta de usar sus armas de largo alcance en territorio ruso por miedo a una supuesta escalada nuclear que nunca acaba de llegar. El hecho es que ya se han saltado tantas líneas rojas impuestas por Moscú que ninguna de ellas resulta creíble a estas alturas.

Además, Ucrania ha comenzado a recuperar su capacidad de producción de armamento avanzado, como el BM Oplot y vehículos de combate en colaboración con la industria alemana. Esto es un indicio de que Ucrania no solo se defiende, sino que también está construyendo una base industrial que le permitirá sostener su esfuerzo bélico a largo plazo, independientemente de las fluctuaciones en el apoyo internacional.

El impacto en la economía rusa y el invierno como aliado ucraniano

Los ataques ucranianos también apuntan a un elemento crucial en la economía de guerra rusa: su sistema energético. Cada explosión en una refinería o en un depósito de combustible ruso no sólo implica que la instalación está paralizada durante unas semanas mientras se extingue el incendio y se retira la chatarra sino que buena parte de esas instalaciones queda inutilizada de por vida porque necesitan componentes occidentales de alta tecnología que no pueden comprar por los bloqueos instaurados tras la invasión de Ucrania.

Golpear refinerías y plantas de energía no solo tiene un impacto inmediato en la producción industrial y militar, sino que también puede generar un efecto dominó en la vida cotidiana de los rusos, especialmente con el invierno a la vuelta de la esquina. Si Rusia afronta dificultades para mantener sus sistemas de calefacción y energía durante los meses fríos, esto podría traducirse en un descontento interno y en un aumento de la presión sobre el gobierno de Putin.

El invierno ha sido históricamente un factor decisivo en conflictos en esta región y este año podría no ser la excepción. Las condiciones adversas del año pasado ya provocaron fallos en el sistema energético ruso y la repetición de estos problemas, sumados a los recientes ataques ucranianos, podría debilitar aún más la posición de Rusia en el conflicto porque a ver cómo le explicas tú a un moscovita a 16º bajo cero que no tiene calefacción por el terrorismo ucraniano pero que, a la vez,  la operación militar especial está funcionando según lo planeado. ¿De verdad planearon que tendrían que quemar sus muebles para sobrevivir?

Avances rusos en el sur de Ucrania

En el sur de Ucrania Rusia sigue utilizando tácticas decimonónicas para conquistar pequeñas poblaciones en un avance lento y costosísimo. A los occidentales nos resulta absolutamente incomprensible que en 2024 los mandos rusos sigan enviando oleadas de infantería a atacar posiciones ucranianas hasta conseguir conquistarlas por agotamiento de la munición del enemigo. El precio a pagar en estos casos es una cantidad de bajas descomunal: ignorando las cifras publicadas por unos y otros, pura propaganda de guerra a fin de cuentas, los cálculos más sensatos establecen que ahora mismo Rusia está sufriendo una media de 100 muertos y 300 heridos graves diarios para conseguir tomar poblaciones de las que sólo quedan los cimientos porque para ocuparlas ha sido necesarias pulverizarlas con artillería y bombas planeadoras hasta forzar a los ucranianos a abandonarlas.

Este avance suicida también se traduce en que el Ejército ruso se está quedando sin medios mecanizados y aunque se supone que es capaz de recuperar mensualmente unas cien unidades entre tanques y vehículos de combate de infantería de la época soviética, las cifras de blindados destruidos cada mes que publican páginas como Oryx, se sitúan entre los trescientos y los quinientos, lo cual nos dice que el muy mecanizado Ejército ruso quedará reducido a una masa de infantería dentro de doce o dieciocho meses.

Estancamiento en Kursk

La contrainvasión ucraniana de Rusia parece haberse estancado y el área conquistada se ha estabilizado en torno a los 1200 km cuadrados. Aparentemente esto parece suficiente para el alto mando ucraniano con vistas a desarmar el argumento de que cualquier negociación debería consolidar los territorios ocupados en ese momento pero, además, abre la puerta a que en cualquier momento las tropas ucranianas se decidan a entrar en cualquier otro punto de la frontera rusa para abrir un nuevo colchón de seguridad que impida los bombardeos artilleros desde el lado ruso contra la población las poblaciones ucranianas.

En cuanto a la actividad rusa en Kursk sorprende que las tácticas que han empezado a utilizar contra los ucranianos para recuperar su territorio son exactamente las mismas que aplican en Ucrania con una despreciable brutalidad. A los rusos no les importa que sea su propio territorio o que sean los propios ciudadanos rusos los que vivan en las ciudades ocupadas para lanzar bombas planeadoras y destruir todo lo destruible con artillería. Cualquier persona razonable hubiera pensado que los usos iban a actuar quirúrgicamente dentro del territorio ruso para evitar matar a sus propios conciudadanos pero la devastación que provocan allá donde pasan demuestra que el pueblo ruso, sus militares y sus ciudadanos, están en un nivel de civilización dos escalones por debajo de las democracias liberales occidentales.

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2 COMENTARIOS

  1. Yo no soy tan optimista y lo que veo es que los rusos siguen avanzando lentos pero implacables.

    A ver si celensky es capaz de explicarnos cuál es su plan porque a mí no se me ocurre ninguna manera de que Ucrania pueda acabar echando a Rusia de sus fronteras.

    • Pues hay te ayudarán a entender por qué soy optimista respecto a el futuro Ucrania:

      a) la ratio bajas/km² es aterradora para los rusos; cada kilómetro que avanzan lo hacen a base de ochocientos muertos mientras que los ucranianos pierden diez hombres por kilómetro avanzado. La cuestión es que Rusia no está ochenta veces más poblada que ucrania, sino cuatro y ese ritmo es insostenible hasta para la propia Rusia. Lo mismo pasa con los vehículos y blindados; el ejército ruso ya está raspao y en seis meses va a estar al borde del colapso mecánico/logístico, casi reducido a una masa de infantería atrincherada

      b) en la competición de salvas, los ucranianos ya tienen poco que perder mientras que los rusos todavía no se han enterado de que están en guerra; si Ucrania es capaz de sostener el nivel de ataques con drones de las últimas semanas, Rusia va a pasar apuros este invierno y en seis meses estará seca como la mojama y todo el mundo mirará a Putin exigiendo respuestas sobre cierta operación militar especial.

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